Disimulación/ Bajo presión  - LJA Aguascalientes
22/11/2024

El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que va por tres reformas constitucionales: la eléctrica, para fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad; la electoral, para que el Instituto Nacional Electoral “sea el mismo, o sea, pero verdaderamente independiente”; y una de seguridad, para que la Guardia Nacional “forme parte de la Secretaría de la Defensa Nacional como existe la Fuerza Aérea, de la Defensa, una rama, porque también no quiero quedarme con la responsabilidad de no haber propuesto las cosas que considero convienen al país”.

La disimulación es la estrategia favorita del presidente, con halagos a su fidelidad endulza el oído de sus seguidores, con sus definiciones se coloca en el extremo opuesto a sus adversarios, con su verborrea no logra ocultar sus verdaderas intenciones.

Antes que aceptar que incumple sus promesas, como la de la no militarizar la seguridad pública, lleva los cuestionamientos a donde nunca han estado para así justificarse; la posibilidad de una reforma fiscal la reduce a jurar que no aumentará impuestos y de ahí pasa a la reforma eléctrica que hará se cumpla su capricho sobre el papel de la CFE; su intención de desaparecer al INE, lo transforma en un deseo de venganza contra ciertos consejeros, pues al final dejará al instituto como está; entregar la seguridad pública al Ejército, lo transforma en una obligación para consigo mismo, “no quiero quedarme con la responsabilidad de no haber propuesto las cosas que considero convienen al país”, equivocada o no, consensuada o no, qué importa, lo importante es lo que juzga bueno para él.

Antes de indicar que entregaría la Guardia Nacional al Ejército, López Obrador divagó sobre las características de los verdaderos demócratas, un amasijo que sólo destacaba las virtudes morales, para llegar al gasto excesivo y desde ahí, inventar el infierno del futuro en donde no se haga su voluntad, por eso militarizará la seguridad pública, porque sus hijos no saben cuidar lo que él ha creado, el presidente no necesita más argumentos, porque lo que está en peligro es su obra, lo que considera su legado.

Estoy convencido que López Obrador no es un dictador, pero sí un tirano, uno que intenta congelar el tiempo en el ahora, donde las expectativas que ha generado, las promesas que ha realizado, pintan un futuro mejor, un lugar al que el presidente no se arriesgará a llegar, porque sabe que en la comprobación se diluye la alegría de la esperanza, por eso le fascina la disimulación, ahí nunca pierde.

Coda. “Pero, verás, Majestad, yo lo comprendo. No es tarea tuya comprender, sino sólo, gracias a las ceremonias del terror, generar esta estupenda, insondable, sonora y tácita disimulación, que tú deberás, así te corresponde, tratar con sospecha y, es más, destruir, así dirás, pero que es la gloria, la única y definitiva gloria de tu reino. Si bien vives entre los tañidos y los fragores de los píos y venerables cobres, y eso sea tu cierta realeza, tú serás rememorado en los perdurables arrabales como el Padre del Susurro, el Soberano de los Desertores, el Mayestático de los Blasfemos…”, de Encomio del Tirano, de Giorgio Manganelli.

 

@aldan



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