Vigilantes y enemigos/ Sobre hombros de gigantes - LJA Aguascalientes
15/11/2024

¿A ustedes les sorprende recibir información de ataques entre autoridades, o de responsabilizar a la sociedad de los errores que cometen los administradores? 

Hacía mucho que no escuchaba la vieja confiable, perdón, el antiguo discurso de que el Poder Judicial “es corrupto y genera impunidad e indignación” ya que “libera a delincuentes”; que se vale de “tecnicismos legales” para liberar personas, y la nueva que son los “enemigos” a los que hay que combatir. Estos discursos manejan información de forma recortada y popular, para dar una aparente sensación de seguridad, en el sentido de que ciertos actores públicos cumplen con sus funciones, pero el Poder Judicial “es la autoridad que está mal”.

Y si les preguntamos ¿por qué no le informan a la sociedad que el Poder Judicial existe en nuestro Estado de Derecho, no para cumplir los caprichos de la administración o de los legisladores, sino para proteger a las personas de las arbitrariedades de las autoridades, respetando y haciendo valer sus derechos humanos?; ¿por qué no le informan a la sociedad, que los hechos delictivos deben ser valorados, y para declarar culpable a una persona, debe dictarse una sentencia, y no puede tacharse o estigmatizar a una persona como responsable ante la sociedad, si aún no ha sido siquiera juzgada y escuchada en defensa?

¿Por qué no le informan a la sociedad, que sólo en casos excepcionales se puede privar de la libertad a una persona mientras se tramita el juicio, pues ante todo debe respetarse que la persona aún no ha sido declarada delincuente?; ¿por qué no le informan a la sociedad que las libertades no son “tecnicismos legales” o “errores de interpretación”, sino derechos fundamentales esenciales de toda la sociedad, que el propio pueblo instituyó para defenderse de los abusos autoritarios? ¿Cuál es la finalidad de mostrar a un Poder Judicial como equivocado o impune, si es la principal institución defensora y protectora de los derechos fundamentales y esenciales de toda la sociedad, y sólo debe atender al respeto de los derechos y la justicia? 

¿Por qué repetir constantemente esa mentira?, ¿por qué insistir que toda persona detenida es delincuente?, ¿por qué no explicar a la sociedad que el detener a una persona no va a resolver ningún problema de criminalidad o violencia social?; ¿acaso es por qué es necesario alegar que no se puede combatir la delincuencia por “tecnicismos legales” o “criterios equivocados de los Jueces”, y así justificar las violaciones a los derechos humanos, la restricción de garantías, las actuaciones autoritarias, y lograr que el pueblo crea que esto es necesario, y finalmente pida que se le dé seguridad a toda costa, aunque eso implique etiquetarlos como objetos mediante microchip y cámaras que violen su intimidad, y finalmente encerrarlos en sus propios domicilios para controlar la inseguridad?

¿Todo eso es para no reconocer que no se están realizando actividades necesarias para disminuir la violencia, como la satisfacción de necesidades, la implementación de valores, la eliminación de la discriminación y fortalecimiento de la fraternidad y solidaridad humana, la adecuada distribución de los recursos, etc.?; ¿por eso se da esa información, en vez de reconocer los propios errores, y no atribuírselos a otro?

El peligro de esos mensajes sobre los “enemigos”, es que tratan de destruir a una de las principales instituciones encargadas de proteger los derechos humanos. El mensaje proyectado por quienes dan esa información, es que las personas no tienen derechos, y no pueden existir instituciones que los protejan: todos son enemigos del Estado y deben ser tratados como tales, incluyendo los Poderes creados para protegernos de otros Poderes.

Así, el control tiende a la militarización y a los extensos operativos policíacos, a la expansión de la facultad represora del Estado, al incremento de sanciones y disminución de derechos de los seres humanos (pues el sistema represivo no se dirige sólo a delincuentes, sino que todos estamos sometidos a retenes, revisiones de rutina, cateos, etc.).

Por ello se requiere modernizar las viejas estructuras o, mejor aún, crear nuevos modelos de garantías que aseguren el respeto absoluto de la dignidad humana. Pero en varios países, la inoperancia oficial, sorda a la reflexión autocrítica y ciega a la creatividad, ha contribuido a convalidar la convicción colectiva de que en la lucha por la supervivencia todo vale y que nada razonable puede esperarse de la autoridad (Elbert). “Soy toda oídos, papito; ¿podrías explicarme por qué en vez de cambiar estructuras, a todos les da por remendar armazones?” Mafalda.



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