Si Caperucita Roja hubiese tenido un teléfono móvil habría llamado a su mamá para preguntarle que opinaba sobre la invitación del señor Lobo. O mejor aún la madre habría llamado previamente a la abuela para que esperara a la niña y tal vez ambas hubieran puesto sobre aviso al señor guardabosques para que estuviese vigilante. Los cuentos de hadas de la antigüedad tienen como elemento común que el conflicto estaba en la falta de comunicación. Al día de hoy, con tantos elementos de relación que tenemos y con la facilidad que tienen los niños y adolescentes, no debería haber conflictos por falta de comunicación. Todos los menores de edad pueden avisar a sus padres cuando están ante una situación que no pueden solucionar. La realidad es otra muy diferente. Muchos de los conflictos que viven niños y muchachos es precisamente por exceso de comunicación. Es interminable la lista de jovencitas que son violadas, secuestradas y asesinadas por el galán que las conquistó por redes sociales. En los primeros cinco meses de este año en el Estado de Aguascalientes, se han suicidado cinco menores de edad y han ocurrido cinco feminicidios. ¿Dónde está el problema? Lo hemos comentado en varias ocasiones, dentro de la familia. La violencia intrafamiliar hace que las muchachas busquen ayuda y comprensión en novios desconocidos que las convencen fácilmente con la oferta de darles una vida mejor. Los niños escapan de la vida porque en su hogar no encuentran paz, comprensión ni amor. ¿Quién tiene la solución? A juzgar por los resultados, nadie la tiene. Ninguna de las instituciones oficiales creadas para prevenir y atender el suicidio infantil están funcionando. Hace tres años se tuvo la idea de aprovechar la gran habilidad que tienen los niños para el uso de la comunicación digital y se crearon los programas “Cielo Claro” y “Vive” que de inmediato dieron resultado. En el año 2018 se obtuvo un logro inusitado, se redujo, por primera vez en diez años el número de suicidios. Y se creó una línea de atención especializada para niños y adolescentes que no existía. Las disposiciones oficiales, basadas en un presunto “novedoso programa” importado de Estados Unidos, cambiaron todo el sistema de trabajo bajo la consigna de que no se estaban haciendo las cosas bien. Se implantó el citado plan y el resultado fue desastroso. En 2019 y 2020 la cifra de suicidios rebasó con mucho lo que se había tenido en todos los años previos y colocó a Aguascalientes en el primer lugar nacional. Estamos viviendo el inicio de la tercera década del Siglo XXI, las comunicaciones digitales están al alcance de todos y funcionan ágilmente, servirían muy bien para prevenir la violencia intrafamiliar, la depresión, la ansiedad, el feminicidio y el suicidio. Lamentablemente los encargados de procurar la Salud Mental no saben usarlas.