APRO
Las canciones –narcocorridos– que enaltecen la figura y las supuestas hazañas de los narcotraficantes, se escucharon aquella noche del 30 de octubre de 2014 en un cuartel del Ejército mexicano, la institución en primera línea de la guerra contra el narco que libra México. La música que emanaba de los muros de las instalaciones del Campo Militar 37-B provenía de una fiesta organizada por Alberto Reyes Vaca, entonces comandante del grupo de Fuerzas Especiales basado en Temamantla,
Así, inicia la narración de un texto publicado este día por El País, bajo la firma de Zorayda Gallegos. Es una parte de la negra y polémica historia que ha envuelto el paso de Reyes Vaca por la Sedena.
El País continúa:
Entre los invitados, estuvieron el cantante Gerardo Ortiz y el grupo Calibre 50, ambos originarios del Estado de Sinaloa. Calibre 50 interpretó diversos narcocorridos cuyas letras glorificaban las hazañas de diferentes figuras del narcotráfico. Los subordinados de Reyes Vaca se escandalizaron.
Días después, uno de ellos se quejó ante la Contraloría General del Ejército y de la Fuerza Aérea –el organismo interventor que controla el uso de los fondos públicos de la institución– denunciando que los músicos habían cantado narcocorridos.
“No concibo que mientras [nosotros] pasamos meses lejos de nuestras familias, nuestros comandantes se dediquen a hacer fiestas dentro de los cuarteles invitando civiles, quien sabe de qué tipo, se emborrachen y hagan su desmadre”, señala su escrito de denuncia.
A pesar de que el personal de la Contraloría comprobó que el general brigadier había organizado esa y otras fiestas dentro de las instalaciones militares en las que las bebidas y alimentos se costeaban bajo conceptos falsos a cargo del presupuesto de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena), el asunto concluyó con una simple amonestación.
Sin embargo, de acuerdo con El País, esto no fue todo:
En el expediente se detalla que desde su llegada dio órdenes de remodelar y acondicionar una palapa (cabaña) situada en el área de adiestramiento de las Fuerzas Especiales, donde organizaba sus fiestas y reuniones privadas. Allí instaló un bar, donde empleaba como meseros (camareros) a los militares del batallón.
Los documentos precisan que el general invirtió en ese bar “una cantidad considerable de recursos, ya que cuenta con un bar, vasos y copas de cristal, mobiliario de tipo discoteca y un mural que hace referencia a temas campiranos [rústicos] como un lobo aullando y vaqueros en el desierto”, quedó anotado en el informe.
El alto mando castrense también había adquirido instrumentos musicales para formar un grupo que estaba compuesto por personal de la tropa. Los músicos amenizaban las reuniones privadas que realizaba una vez al mes en las instalaciones militares y a las que ingresaban civiles, algunos de ellos provenientes de Michoacán.
Después de realizar una serie de entrevistas e interrogar a jefes, oficiales y a la tropa del cuartel, los miembros de la comisión supervisora buscaron los contratos con estos grupos musicales sin localizar algún documento.
El personal militar no pudo saber si la participación del grupo se debió a una contratación o fue porque sus miembros mantenían una relación de amistad con el general.
Una de las acusaciones más graves en contra de Reyes Vaca es que había revelado las actividades militares que realizaban las Fuerzas Especiales bajo su mando durante las demostraciones que ordenaba realizar, como una conducción de vehículos que organizó para su hijo y otros civiles.
“Esto vulneró la secrecía con que se llevan a cabo sus actividades militares de adiestramiento”, señala.
La Sedena desestimó una serie de señalamientos acumulados en contra de Reyes Vaca desde su paso como comandante del 80 Batallón de Infantería con sede en Tlaxcala. Entre 2011 y 2012 fue acusado por un grupo de oficiales de ser uno de los comandantes que ordenaba a sus subordinados extraer combustible de los ductos de Pemex para después venderlo en gasolineras, según un reportaje publicado en el portal de noticias Estado Mayor.
El País señala que en otro reportaje –omite mencionar que se trata del titulado “La génesis del desastre militar”, publicado en enero de 2014 por el semanario Proceso–, Eduardo Navarrete Montes, un oficial de infantería que denunció por años las irregularidades en las que incurrió Reyes Vaca, contó que desde antes de ser comisionado a Tlaxcala tenía denuncias de sus subordinados por robo y abuso de autoridad.
“Tiempo atrás cuando ostentaba el rango de teniente coronel, sus subordinados lo acusaron de robarse varios objetos en cateos [registros] en operaciones contra el narcotráfico”, dijo entre otra serie de señalamientos en contra de Reyes Vaca.