Apenas el 13 de octubre de 2020 la Cámara de Senadores había aprobado por unanimidad que los delitos por abuso sexual a menores de 18 años prescribieran hasta los 30 años. O sea que la víctima podría denunciar el ataque hasta tres décadas después de haber ocurrido. Este hecho se consideró un gran avance en la protección contra las víctimas, aunque si bien no se establecieron mecanismos para ayudarles, cuando menos se mantenía aislado al agresor para que no siguiera cometiendo agresiones a muchachos. Ya fue un gran logro que la votación fuera por unanimidad de los 128 senadores. Y resulta lógico, que aquel que se opusiera hubiera sido muy mal visto. El pasado día 29 de abril se dio otro enorme paso. La Cámara de Senadores aprobó que no sean los 30 años de límite, sino que el delito por abuso sexual no prescriba nunca. También se aclara en la ley que no están exentos los ministros de culto, los funcionarios públicos, ni las personas que ostentan cargos de elección popular. Hay dos hechos que llaman la atención, primero que la modificación se haya realizado a menos de seis meses de haberse emitido la anterior ley. Lo cual habla muy bien de nuestros legisladores que no se quedaron con lo aprobado, sino que continuaron debatiendo y buscaron la manera de proteger más ampliamente a la víctima. Ello tiene mucho sentido, porque los profesionales de la Salud Mental que atendemos a las víctimas sabemos que un niño que fue abusado sexualmente en los primeros años de su vida, es muy probable que calle por miedo, vergüenza y culpa. El conflicto aparece después de la adolescencia, cuando inicia su vida sexual, cuando se casa, cuando tiene hijos pequeños o cuando se presenta una situación similar. Y entonces el afectado ya es adulto y han pasado treinta o más años. Así, que muy bienvenida la ley con su amplia cobertura. Sólo que ahora se presentará un nuevo cuestionamiento ¿Y por qué sólo en caso de menores de edad? La persona adulta también puede ser objeto de agresiones sexuales que van desde el acoso, el hostigamiento, hasta el ataque y la violación. Y nos referimos a hombres y mujeres. También los caballeros son acosados y violentados sexualmente. Y todos ellos, menores de edad, adultos, hombres y mujeres sufren consecuencias que pueden durarles toda la vida si no reciben ayuda profesional. Entonces vamos a confiar que esta sensibilidad que han mostrado nuestros senadores pronto se extienda a todos los ciudadanos independientemente de su edad. Y que el abusador sexual no tenga paz, descanso ni capacidad de liberarse sólo porque hayan transcurrido varios años. El daño sicológico no prescribe nunca. Porque aún cuando la persona reciba sicoterapia y lo resuelva de manera acertada, siempre quedará una cicatriz emocional. Y hay otro dato interesante, votaron a favor 117 senadores. ¿Y los otros 11?, ¿qué piensan? ¿Por qué si antes votaron a favor de los 30 años, ahora ya no estuvieron de acuerdo? Valdría la pena conocer su opinión. Y desde luego todavía queda un gran pendiente, que a juzgar por la actual actitud de nuestra Cámara de Senadores, hay confianza en que pronto la aborden, la atención a la víctima. Los gobierno federal y estatal deben ofrecer ayuda sicológica a la víctima y a sus familiares. La multa que se cobra al agresor debe ser destinada a la reparación del daño.