La obligada empatía con que se debe enfrentar una tragedia da por sentado que lo primero que la autoridad debe hacer es atender a las víctimas, nada por encima de eso, nada que relegue esa tarea, ningún interés. Las disculpas, los juicios, tendrán que venir después, lo que no implica que se deban de relegar.
Frente a la necesidad de priorizar la atención a las víctimas, el llamado a dejar a un lado las especulaciones por parte de las autoridades responsables del gobierno de la Ciudad de México y de la Línea 12 es una actitud responsable. Repartir culpas en este momento sólo se presta al juego político.
Responsable también que esas mismas autoridades señalen la mezquindad de los políticos de oposición que fueron a tomarse la fotografía en la zona cero para emprender un ataque contra los responsables del metro. Ninguna causa justifica el abuso de las víctimas, ninguna bandera merece que se les nombre para conseguir seguidores o simpatías con una causa.
Sin embargo, pedir, en nombre de esas víctimas, que no se politicé el colapso de la Línea 12 es alejarse de la rendición de cuentas y la responsabilidad que tienen los servidores públicos.
La Cuarta Transformación está empleando el llamado a no politizar como escudo ante la falta de imaginación de la oposición que, con rapiña, encuentra en la tragedia la oportunidad de señalar los errores de los gobiernos de Morena, esa armadura no se vincula con la atención que se tiene que dar a la ciudadanía, sino con la solicitud de dejar pasar, de olvidar asignar responsables de las fallas en el sistema de transporte; pasar por alto la negligencia o corrupción de quienes tuvieron a su cargo la construcción y el mantenimiento de esa línea del metro de la Ciudad de México.
Politizar implica que se rindan cuentas, que una vez finalizado el peritaje, la autoridad informe con la máxima publicidad los resultados del mismo, si el colapso se debió a una falla estructural o falta de mantenimiento; una vez que se tenga el informe técnico, asignar las responsabilidades correspondientes, en todos los niveles en que haya una intervención de un servidor público, que se clarifique si no cumplió con su obligación, si fue negligente, si cometió un acto de corrupción
Politizar es llevar a sus últimas consecuencias la aplicación de la ley, esa que los servidores públicos se comprometen a cumplir al asumir su cargo, de frente a las exigencias de la ciudadanía y como una forma más de reparar el daño de las víctimas, desde aquellas que sufrieron la pérdida de un familiar hasta los millones que se verán afectados porque un gobierno es incapaz de brindar un transporte público eficiente, digno y seguro.
La mezquindad de la oposición frente a la tragedia sólo está dando herramientas al discurso de Andrés Manuel López Obrador y sus tetratransformistas para evadir la rendición de cuentas, porque ante la necesidad de culpar al gobierno de la Cuarta Transformación de algo que aún no se tiene claro, simplifica su argumentación y responsabiliza del colapso de la Línea 12 a la austeridad republicana, lo que el presidente y los suyos usan para evadir los cuestionamientos, en vez de asumir la responsabilidad de los hechos, comprometerse con la investigación y dar a conocer lo más pronto posible los resultados del peritaje, estos personajes desvían la atención con el trillado discurso de los conservadores contra el pueblo bueno, de los privilegiados contra los más pobres.
Si es mezquino usar la tragedia para promocionarse, desviar la atención de lo que se debe de hacer tiene la misma carga de mezquindad, porque en ambos casos, se hace a un lado a las víctimas y se busca un beneficio personal.
Politizar implica la participación de todos los actores en el debate público, con argumentos, con datos, con acciones, no la politiquería de las justificaciones.
Coda. Cito un tuit reciente del exgobernador Otto Granados: “Cuanta razón tenía don Jesús Reyes Heroles: solo hay dos clases de funcionarios: los que explican y los que resuelven. Y los primeros no sirven para absolutamente nada”.
@aldan