APRO/Patrick Kingsley /The New York Times
El miércoles 12, durante los enfrentamientos entre el ejército israelí y los radicales palestinos, se abrió un nuevo frente cuando se extendió la violencia entre judíos y árabes a varias ciudades de Israel, donde cundieron los disturbios y ataques en las calles mientras los cohetes y misiles surcaban el cielo.
El gobierno de Israel aseguró que había asesinado a 10 militantes palestinos de alto rango y continuó atacando áreas militares y residenciales en la Franja de Gaza, mientras que Hamas, el grupo islamista que gobierna Gaza, y sus aliados siguieron disparando cohetes contra áreas civiles en el centro y sur de Israel.
Hasta la noche del miércoles 12, más de mil cohetes habían sido disparados desde Gaza, aunque la mayoría fueron interceptados por un sistema de defensa antimisiles, según informó el ejército israelí.
Más de 70 árabes, incluidos 16 niños, han muerto desde el inicio del conflicto, el lunes 10, señalaron funcionarios palestinos. Los cohetes disparados por Hamas y su aliado, la Jihad Islámica, mataron al menos a seis civiles israelíes, incluido un niño de cinco años y un soldado.
La lucha no mostró signos de ceder. Un oficial militar israelí dijo el miércoles 12 que tres brigadas de infantería se estaban “preparando para el peor de los casos”, confirmando que una invasión terrestre podría seguir al bombardeo desde el aire.
Pero los acontecimientos más inesperados ocurrieron en las calles de las ciudades y pueblos israelíes, cuando grupos rivales, judíos y árabes, atacaron a personas y dañaron automóviles, tiendas, oficinas y hoteles.
Uno de los incidentes más escalofriantes sucedió en Bat Yam, un suburbio costero al sur de Tel Aviv, donde decenas de extremistas judíos se turnaron para golpear y patear a un hombre que se presume era árabe, incluso cuando su cuerpo yacía inmóvil en el suelo. Un video del ataque fue transmitido por la televisión israelí.
En Acre, una ciudad costera del norte, árabes golpearon con palos y piedras a un presunto judío, a quien dejaron en estado crítico, en otro ataque capturado en video. En Tamra, una turba atacó a otro presunto judío y casi lo mató a golpes, según un paramédico árabe que lo salvó.
Los funcionarios israelíes dijeron que habían “cerrado” la ciudad de Lod, en el centro del país –primera vez que se toma una acción de este tipo en décadas–, y habían arrestado a 280 personas acusadas de disturbios en todo Israel.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, describió la violencia como “anarquía” y convocó a una reunión de emergencia del gabinete, que duró hasta la madrugada del jueves 13, para “dar más poderes a la policía” y hacer cumplir los toques de queda, “según sea necesario”.
El repentino giro de los acontecimientos, que en menos de dos días pasó de una disputa localizada en Jerusalén a una guerra aérea a gran escala sobre Gaza y a un malestar civil generalizado, conmocionó a israelíes y palestinos por igual y dejó a algunos de los líderes más experimentados del país temiendo que resurja y escale el antiguo conflicto palestino-israelí.
Durante años esos líderes advirtieron que la falta de resolución del conflicto palestino-israelí podría eventualmente llevar a peleas dentro del propio estado de Israel, dijo Tzipi Livni, exministra del gabinete y exdirectora negociadora de las conversaciones de paz con los palestinos.
“Y esto es exactamente lo que está sucediendo ahora”, dijo. “Lo que tal vez estaba debajo de la superficie ahora explotó y creó una combinación que es realmente horrible.
“No quiero usar las palabras ‘guerra civil’ –agregó–, pero esto es algo nuevo, esto es insoportable, esto es horrible y estoy muy preocupada.”
Los disturbios han llevado el conflicto palestino a la atención mundial después de varios años en que los intentos de resolverlo desaparecieron, tanto de la agenda global como de la nacional. Una vez que fue una pieza central de la diplomacia internacional, no ha habido conversaciones de paz serias desde la administración Obama.
El expresidente estadunidense Donald Trump dejó de lado el conflicto palestino y convenció a cuatro gobiernos árabes de normalizar las relaciones con Israel, rompiendo décadas de consenso árabe de que resolver el conflicto palestino y poner fin a la ocupación tenía que ser lo primero.
Tensiones étnicas
Durante semanas las tensiones étnicas han ido en aumento en Jerusalén, el centro del conflicto. En abril, judíos de extrema derecha marcharon por el centro de Jerusalén coreando “¡muerte a los árabes!” y multitudes de judíos y árabes chocaron.
La ira palestina aumentó cuando se acercó la fecha límite para expulsar a varias familias de sus hogares en Sheikh Jarrah, Jerusalén Oriental, un caso que rápidamente se convirtió en un sustituto de las expulsiones históricas de palestinos de la tierra en Israel.
La situación finalmente estalló el lunes 10 después de una redada policial en uno de los lugares más sagrados del Islam, la mezquita Al-Aqsa, que según la policía fue en respuesta al lanzamiento de piedras por parte de manifestantes palestinos.
Hamas lanzó cohetes de largo alcance en Jerusalén la noche del lunes 10, lo que llevó a Israel a responder con ataques aéreos. El conflicto militar también desató una ola de protestas y disturbios esa noche en áreas árabes de todo el territorio israelí.
En la medida en que la violencia se intensificaba, diplomáticos de todo el mundo pidieron a ambas partes que pusieran fin a los combates.
En declaraciones a la prensa, el presidente estadunidense Joe Biden dijo que había hablado “por un tiempo” con Netanyahu el miércoles 12 y añadió que su expectativa era que las tensiones “desaparecerían más temprano que tarde”. Agregó que “Israel tiene derecho a defenderse, cuando tiene miles de cohetes volando hacia tu territorio”.
Funcionarios de varios países árabes, incluidos algunos que habían normalizado las relaciones con Israel, criticaron sus acciones.
Arabia Saudita, que no ha normalizado las relaciones con Israel, condenó “en los términos más enérgicos los flagrantes ataques llevados a cabo por las fuerzas de ocupación israelíes contra la santidad de la mezquita de Al-Aqsa”.
En Kuwait y Estambul hubo protestas el martes 11 por la noche.
Si bien los desencadenantes inmediatos de los disturbios palestinos fueron la mezquita de Al-Aqsa, el caso de Sheikh Jarrah y el conflicto de Gaza, los disturbios también dieron rienda suelta a años de ira reprimida de la minoría árabe de Israel, que representa alrededor de 20% de la población.
Tienen plena ciudadanía y muchos se han convertido en legisladores, jueces y altos funcionarios públicos. Pero los defensores de los derechos humanos dicen que, sin embargo, son víctimas de docenas de leyes discriminatorias, entre ellas una reciente que degradó el estatus del idioma árabe y dijo que sólo los judíos tenían derecho a determinar la naturaleza del Estado israelí.
“La forma en que nos tratan es como si no deberíamos estar aquí”, dijo Diana Buttu, analista política palestina de Haifa, una ciudad del norte de Israel, y exasesora legal de la Organización para la Liberación de Palestina. “Somos las personas que por error no limpiaron étnicamente de este lugar”.
En la ciudad central de Lod el gobierno declaró el estado de emergencia la madrugada del miércoles 12, después de que una sinagoga, una escuela y varios vehículos fueran quemados por árabes el lunes 10 y el martes 11.
Un ciudadano palestino, Moussa Hassouna, fue asesinado a tiros por un judío durante los disturbios del lunes por la noche, y otra ola de disturbios siguió a su funeral 24 horas después. La policía israelí dijo que las turbas árabes estaban sacando a los judíos de sus hogares y tratando de matarlos.
“Siento que fue hace 100 años, y soy un judío indefenso en los pogromos”, dijo Shabtai Pessin, de 27 años, de pie en un salón de clases quemado en una escuela religiosa en Lod. “¿Cuál es nuestro pecado? ¿Querer un Estado judío después de 2 mil años de exilio?”.