Hoy viernes muy temprano estaremos recibiendo en la Bodega Electoral que el Instituto Estatal Electoral ha dispuesto para este proceso en las instalaciones del Casino de la Feria, las más de dos millones doscientas mil boletas que fueron impresas en los Talleres Gráficos del Estado, a efecto de sellarlas y contabilizarlas de tal manera que a cada casilla llegue el número exacto de papeletas, equivalente al número de potenciales votantes de cada demarcación.
El hecho de que las impriman la imprenta gubernamental no es una situación novedosa. De hecho, por virtud legal, el propio Código Electoral establece que sean los Talleres Gráficos del Estado quienes se encarguen de la manufactura de las boletas; esto es motivo de orgullo para las y los aguascalentenses puesto que, por un lado, son especialistas en la materia quienes se encargan de una de las partes primordiales en cuanto a la preparación de la jornada electoral, unos verdaderos maestros y maestras de los procesos de impresión, que van más allá de las rotativas: calibrando equipos, haciendo positivos, entintando, proveyendo papel, recortando, foliando, pegando, en fin.
Pero además representa un significativo ahorro a las arcas del Estado. El Instituto Estatal Electoral provee de insumos a la imprenta estatal quien, sin afán de lucro, trabaja por garantizar el número de boletas a la hora de acudir a las casillas. Por poner un ejemplo, si las boletas electorales fueran impresas fuera de los Talleres, el costo seguramente rondaría tres veces más.
A este punto, es importante señalar lo que ha sido una constante en los últimos años: ¿Cuánto cuesta un voto? Visto así, el costo del voto equivaldría a dividir entre el número de personas que ejercieron su derecho durante la Jornada Electoral, el monto total destinado para la impresión de las boletas. No obstante, esta operación aritmética no reflejaría el total del costo del voto, puesto que faltaría añadir una serie de conceptos que, dudo mucho, se pudieran cuantificar en esos términos.
Faltaría cuantificar las horas de cada persona trabajadora en el Instituto, y sobre todo las horas en las que, por extender las labores, se ha perdido de convivir con sus familias. El tiempo que se ha invertido para todas y cada una de las actividades que han realizado, por Consejeras, Consejeros, directivos, personal operativo, en las condiciones de contingencia sanitaria en la que nos encontramos inmersos, enfrentando disposiciones legales y operativas que se van actualizando de manera constante, muchas veces han privado al personal de esos momentos con la familia, festejos, cumpleaños, nacimientos y matrimonios.
No está en ese cálculo las horas que se invirtieron en el registro de las candidaturas o todo el tiempo y las consecuentes acciones para la sustitución de las personas que piden el voto. Tampoco se pueden contabilizar las horas que han invertido los partidos políticos, sus candidaturas y candidaturas independientes buscando el voto casa por casa, de cada calle, de cada fraccionamiento, colonias y localidades del Estado.
No se contabilizan las molestias que se causan a las y los ciudadanos que muy amablemente prestan sus domicilios particulares para que se ubiquen los centros de votación, el tiempo que dedican a limpiar cocheras, desempolvar accesos, higienizar espacios. Tampoco el tiempo en el que las y los conserjes de las escuelas hacen lo propio con los salones que servirán de casillas.
Dentro del costo de las elecciones muy rara vez se toma nota de lo que significa organizar una elección. Emitir credenciales, contratar un sistema informático que brinde certeza desde el mismo día de la Jornada. Más de mil capacitadoras y capacitadores, y supervisoras y supervisores electorales que estarán durante todo el domingo (y que llevan un rato trabajando) todo para que, el próximo seis de junio podamos acudir a las casillas y encontrar nuestra boleta y así poder emitir nuestra opinión.
¿Cuánto cuesta cada boleta? Les invito el próximo seis de junio a que, en la intimidad de la mampara, frente a la boleta, imaginen por un momento todas las voluntades que tuvieron que coincidir para que ese día, en ese momento, se garantice uno de nuestros más preciados derechos. El derecho a decidir.
Por cierto, ¿Qué tanto sería más caro el no tener elecciones?
/LanderosIEE | @LanderosIEE