APRO/Manuel Michelone
No cabe duda que la nota periodística más publicada todo el año 2020 fue la que tuvo que ver con la pandemia de covid-19, la cual trastocó mundialmente cómo los seres humanos interactuamos con el mundo.
El hecho de que este nuevo virus fuese tan mortal –al día de hoy han fallecido más de dos millones de personas– y el no tener medicinas efectivas para controlarlo, llevó al confinamiento, a cerrar tiendas, establecimientos comerciales, instituciones educativas, centros financieros, etcétera.
Hoy, a más de un año de la pandemia, se cuenta con una serie de vacunas que prometen acabar de alguna manera con la emergencia sanitaria ya tan prolongada. Es claro que el confinamiento puede ser una medida buena para contener al virus, pero no puede ser eterna. La gente tiene que vivir, salir a trabajar, ganarse el sustento, etcétera.
Por ello se prevé que con la vacunación el covid-19 comience a palidecer hasta que se convierta en una enfermedad –sino curable– al menos controlable en la mayoría de los casos. Una situación similar se vive con la influenza, la cual ocurre en cierta época del año y que en EU mató entre 24 mil y 62 mil personas el año pasado (2020) aunque, desde luego, menos grave.
Pero la epidemia de covid nos ha enseñado muchas cosas: primero, que la ciencia se ha ocupado notablemente del tema y probablemente se desarrollaron más investigaciones sobre este virus que sobre cualquier otro. Las vacunas se generaron en tiempo récord y además, todas las que se han creado, a través de nuevas técnicas como las de ARN mensajero, parecen ser muy efectivas. Sin embargo, para el colectivo popular, hay muchas dudas que finalmente, son consecuencia de la marejada de noticias e informes de medios cuya función es “vender la nota” y qué mejor que asustar para lograr este propósito.
Por ejemplo, no teníamos suficiente con el repunte de la pandemia (después de una primera ola), cuando ya se estaba hablando de que habría una tercera ola debida a los vacacionistas de Semana Santa. Eso no ocurrió, pero los agoreros de la desgracia estaban diciendo esto contínuamente. Pero esto es sólo un detalle contra las publicaciones seudocientíficas, en donde indican que después de la primera ola, hubo mutaciones del virus en el Reino Unido, las cuales eran mucho más contagiosas y peligrosas. ¿Quién afirmó esto? Un periodista sin escrúpulos, porque miren, para poder afirmar semejante cosa se requiere de estudios, de estadísticas, de análisis y no de especulaciones para atemorizar.
Vamos, ahora indican que la cepa del virus, proveniente de la India es terrible, y que ya en San Luis Potosí se han detectado casos de esa cepa. ¿Es cierto eso? ¿Saben los escritores de esas notas el proceso para investigar la cepa de un virus? Probablemente no. Pero de nuevo, asustemos al respetable y este nos comprará la información. Qué importa que sea falsa, mañana ni quien se acuerde.
Pero esto no es privativo de México. En una nota publicada en Internet, aparentemente de un periódico local de los Estados Unidos, se mencionaba que se había hallado el virus de covid en una ardilla que encontrron muerta en un bosque. Ajá. Resulta que un epidemiólogo pasó por un bosque. Vio el cadáver de una ardilla y decidió llevárselo para hacerle las pruebas de covid para ver si de eso habría muerto. Suena totalmente absurdo. La nota pretende abrir la puerta a la especulación de otros animales que podrían infectarse de covid, como perros y gatos y esto obligaría a muchos dueños de mascotas a deshacerse de ellos, ¿verdad? Pero todo esto es irresponsable.
De hecho, en las redes sociales, en muchos sitios en Internet, hay portales dedicados al virus que produce el covid, en donde hay información seria, veraz, científica, sobre lo que puede hacer o no esta enfermedad. Del cómo protegerse y qué medidas tomar para estar en menor riesgo. Desde luego, las medidas sanitarias, la sana distancia, el uso del cubrebocas, lavarse las manos constantemente, no tocarse la cara, etcétera, pueden colaborar a reducir el riesgo y aún vacunados, se sugiere no bajar la guardia. Y esta es la información a la que hay que hacer caso.
Los periodistas buenos, que hay muchos, están para informar en general. Y es bueno que señalen los errores de las autoridades, como por ejemplo, las especulaciones fuera de lugar de López Gatell en el sentido que 60 mil muertos sería un escenario catastrófico. Vamos, nos acercamos a cuatro veces esa cifra. Y es bueno tener una visión crítica, pero esta debe acompañarse de datos, de seriedad, de información científica relevante, la cual nos permita entender el fenómeno y así tomar decisiones.
La ciencia ha sido uno de los elementos claves para comprender al virus del covid-19 y del cómo tratar la dificultad. Tenemos la inteligencia para salir de este problema y aunque probablemente este virus se quede ya entre nosotros, la cuestión es que podamos manejarlo para poder así minimizar sus daños. Por esto la ciencia es importante y poderosa. Informémonos y no caigamos en esta “infodemia”, la cual muchas veces está llena de mentiras lamentables.