Estoy convencido que un acto vil es hacer leña del árbol caído, por eso no entiendo la insistencia de quienes se llaman opositores en festejar cuando algún tetratransformista reniega de haber votado por Andrés Manuel López Obrador, nadie gana nada con la celebración de ese acto, palo dado nadie lo quita.
Arrepentirse del sentido del voto es una muestra del poco entendimiento de nuestro sistema democrático, que nos brinda la oportunidad de contar con campañas, organizar debates obligatorios y bombardearnos con propaganda de los partidos políticos con el propósito de reflexionar nuestro voto, si el candidato ganador coincide con nuestra elección y no cumple, son otros los mecanismos que existen para revisar si aquello que nos prometieron lo cumplen ya en el cargo.
Además, cuando se esgrime como argumento la cantidad de arrepentidos por haber votado por López Obrador, lo único que se consigue es una réplica que exhibe lo endeble de la idea, a ese señalamiento, quienes siguen fielmente al presidente, oponen el porcentaje de aprobación que tiene, que no es una evaluación sobre la gestión de gobierno sino un concurso de popularidad, un indicador acerca de las simpatías que despierta el líder de la Cuarta Transformación y ahí, pésele a quien le pese, millones siguen esperanzados con el cambio que prometió en campaña, una fe ciega que ninguna realidad puede rebatir.
Abusando de esa percepción, los de Morena hacen campaña usando la popularidad del presidente para mentir abiertamente, sin vergüenza alguna y sin necesidad de aportar una sola prueba, en su propaganda señalan que las vacunas contra el covid-19 son resultado de la gestión de ese partido, que han aportado la mitad de su presupuesto para la compra de biológicos, se cobijan en la fe que millones tienen en López Obrador para exigir el voto a favor de candidatos impresentables, poco preparados, con la promesa de que ayudarán al presidente, incluso cuando sus promesas de campaña contradigan el “espíritu” de la Cuarta Transformación.
Nadie puede negar que Morena es un movimiento que le ha fallado al presidente, porque el papel de un partido no sólo consiste en impulsar en el Poder Legislativo las propuestas del titular del Poder Ejecutivo, hay tareas en las que ese PRI con nuevo disfraz se sigue desempeñando con los vicios del viejo régimen, ahí están los morenitas acusados de robo, de agresiones sexuales, los muchos que saben que su futuro político no depende de su aportación al cambio prometido sino de gritar en tribuna que es un honor estar con Obrador.
Vivir bajo la sombra de López Obrador ha permitido a los dirigentes de Morena despreciar a su militancia, no hay una sola entidad federativa donde no se manifiesten los verdaderos lopezobradoristas en contra de las decisiones de la cúpula morenita; no hay gobernante de ese partido que responda por sí mismo ante los errores, siempre acuden al escudo del presidente; no hay candidato que se permita desarrollar proyectos de gobierno propios y acordes con su territorio o la función que van a desempeñar, basta con señalar que se someterán a los deseos de López Obrador… farsantes y oportunistas que sólo buscan su interés personal y se aprovechan de la popularidad del presidente para alcanzar el poder.
De nada sirve festejar el arrepentimiento del voto, no pasa por ahí la evaluación de la gestión de gobierno, ni la de López Obrador ni la de ningún gobernante, de seguir con ese argumento, deberíamos pensar seriamente en concursos de popularidad antes que en elecciones.
Coda. “Al fin y al cabo, muchos, por estar profundamente hundidos en la infelicidad, son felices en el fondo”, escribió Thomas Bernhard y yo pienso en todos aquellos que se repiten a sí mismos que tomaron la mejor decisión porque el gobierno federal está poniendo a todos en condiciones de igualdad, cada vez somos más el número de jodidos.
@aldan