Víctor Hugo Salazar Ortiz y Sergio Reyes Ruiz
Movimiento Ambiental de Aguascalientes, A.C.
En la primera entrega comentamos la necesidad de aprender a valorar dos de los servicios básicos indispensables para muchas de nuestras actividades cotidianas hoy en día: el agua y la luz. Se comentó que el pago que hacemos de ellos no nos debería a autorizar y justificar su mal uso y peor aún, su despilfarro. Tenemos que aprender a valorar estos servicios en términos ambientales y no sólo económicos, pues son vitales en nuestras vidas, somos muy dependientes de ellos; podremos vivir sin luz, pero no sin agua. Si esta falta hay todo un desequilibrio en los hogares, y no sólo porque no puedas bañarte o asearte, eso es lo de menos, no se podría cocinar, lavar la ropa, limpiar la casa, o hacer una actividad que encanta a muchos hombres: lavar su coche. Todo esto aún podría ser soportable, pero ¿qué me dice del sanitario? Si alguna vez se ha quedado sin agua en su casa sabrá que no contar con ella para el baño, ese sí que es un gran problema. ¿Sabía que una persona puede producir casi 4 toneladas de excremento a lo largo de su vida? Defecar y orinar es vital en nuestras vidas y no podemos ni debemos ignorarlo, de hecho en algún momento de la historia se convirtió en un asunto de política y salud pública, ya que la gente solía tirar sus orines a la calle desde las ventanas, de ahí el origen de la frase “¡hay va el agua!”, en tanto que el excremento se disponía a cielo abierto en “la loma” o algún rincón del patio y en cuclillas (postura natural para defecar perfectamente y rápido, sin necesidad de aditamentos como se venden ahora en la actualidad para que adopte una postura similar en el sanitario y cuidar con ello un posible cáncer de colon), no había elegantes tazas de baño, éstas aparecieron por primera vez en el siglo XIX en Inglaterra por conducto Thomas Crapper quien inventó el sifón, “una tubería en forma de ‘s’ que conectaba el retrete con una toma de agua, para así limpiar los desechos y acabar con todo el rastro de olor. De ahí la palabra ‘inodoro’, sin olor” (1). Podemos pensar en una casa sin sala, sin recámaras, hasta sin cocina, pero no sin baño, ya que este es una necesidad, no un lujo. Pues, bien, el agua que se va por el retrete es un superlujo que no deberíamos de seguir despilfarrando (cada que una persona usa el baño se van por el retrete entre 5 o 10 litros de agua, si en una casa habitan 4 personas y va cada una de ellas por lo menos cuatro veces al día nos da un total de 120 lts. diarios; 3, 600 al mes y 43, 200 al año), deberíamos de pensar en otras alternativas más sustentables como son los baños ecológicos o secos. “Los Baños ecológicos o secos son una alternativa convincente, ya que no utilizan agua y, en consecuencia, no contaminan. Al no hacer uso de este líquido, los baños secos no generan aguas residuales lo que supone un beneficio por partida doble” (2). Estos pueden ser “baños por deshidratación” o “composteros”. Esta es una alternativa que podríamos comenzar a adoptar en nuestros hogares y debería comenzar a ser promovida y apoyada por los gobiernos, con lo que se comenzaría a ahorrar millones de litros de agua por día para el futuro. Esto puede convertirse en un ahorro hídrico inmediato; la otra opción es esperar a quedarnos sin agua y de todos modos tendremos que hacer algo así o comenzar a orinar y defecar en las calles. Si lo imagina no suena ni se ve nada bien.
El agua se está acabando, es real, y debemos ser muy conscientes de que no la fabrica una empresa, ni el gobierno, ni está almacenada en bóvedas bancarias, es un bien natural que hemos contaminado y que estamos agotando, por lo que es responsabilidad de todos hacer un mejor uso de él y creo que no es dejarla ir por el caño la manera más inteligente. Así que tenemos que ser muy proactivos, es decir, estar dispuestos a cambiar algunos de nuestros paradigmas y formas actuales de vida por estilos y formas que sean más sustentables. De nada va a servir en el futuro tener mucho dinero si no podrán adquirirse con ellos bienes básicos, como el agua. Debemos dejar de pensar ¡yo la pago! ¿a ti qué? Porque este es un asunto que debemos resolver entre todos, sobre todo cuando a los candidatos ya se les secó el cerebro y no dejan de ofrecer cosas absurdas e imposibles en sus áridas campañas.
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