De acuerdo con el Centro de Estudios Espinosa Yglesias CEEY más del 60% de la desigualdad se transmite de una generación a otra. En los últimos 25 años, el porcentaje de personas que viven en condiciones de pobreza no se ha reducido sustancialmente. De igual forma –y en términos de movilidad social– la cancelación de oportunidades de ascenso resulta pasmosa: la mitad de quienes nacen en los hogares más pobres permanecen en dicha condición, y únicamente una cuarta parte de ellos logra superar la línea de pobreza. De entre ellos, menos de tres de cada cien que nacen en los estratos más desaventajados logran alcanzar el extremo superior. Aunado a lo anterior, nacen en el extremo inferior de la escalera social permanecen ahí durante la edad adulta; además, la posibilidad de ascender hasta el extremo superior es de casi la mitad que en el resto del país. Las opciones de movilidad social son distintas entre las regiones del país. En el sur las cifras son desalentadoras: 65 de cada 100 que nacen en el extremo inferior de la escalera social permanecen ahí durante la edad adulta; además, la posibilidad de ascender hasta el extremo superior es de casi la mitad que en el resto del país. La baja movilidad social está íntimamente relacionada con la pobreza y la desigualdad.
El estudio del CEEY sostiene que: las diferencias regionales en opciones de ascenso social se relacionan con temas como la tasa de desempleo juvenil, oportunidades escolares, la infraestructura en la vivienda y, por supuesto, el crecimiento económico.
Los estados como Chihuahua, Nuevo León y Aguascalientes, presentan mayor crecimiento económico; menor hacinamiento, informalidad y empleo juvenil, estas variables propician un mayor índice de movilidad social ascendente absoluta. A diferencia de entidades como Chiapas, Guerrero y Tabasco donde, en forma contraria, el crecimiento económico es menor y con mayor presencia de informalidad, hacinamiento en las viviendas y de empleo juvenil.
La sociedad desea más movilidad social y menor desigualdad, es un hecho, “Pero sin pagar muchos más impuestos”. Lo anterior implica mejorar la comunicación con los ciudadanos. Resulta más que necesaria una comprensión de las características y composición de la base contributiva y la relación que esta guarda con la redistribución. Para lograrlo, se requiere adoptar medidas ambiciosas de transparencia fiscal: la población debe saber con claridad los impuestos e ingresos de diferentes grupos socioeconómicos en el país.
La distribución deseada grava con mayor porcentaje al decil de mayores rentas, hasta por tres veces más respecto al decil de menores rentas. Esta distribución mejora sustantivamente el índice de Gini que es un coeficiente que mide la desigualdad social de las naciones. A mayor desigualdad menor movilidad social y viceversa.
El 2020 concluyó con el anuncio de otro 15 % de aumento al salario mínimo para 2021, para el CEEY tendrá un impacto limitado en tanto no se recupere el crecimiento económico que dinamice el mercado laboral, crecimiento que ya se encontraba en terreno negativo desde antes de la pandemia.
Así, al término de 2020, 53.5 % de la población correspondiente al 20 % con menor ingreso (Quintil 1) se mantuvo en este grupo, mientras que esta cifra fue de 56.1 % en 2019. Además, la movilidad ascendente, desde el quintil más bajo de ingreso (Quintil 1) hacia el quintil más alto (Quintil 5), aumentó: pasó de 3.9 % en 2019 a 5.1 % en 2020. En el otro extremo de la escalera de ingreso laboral, 55.1 % de quienes iniciaron en el quintil más alto permanecía ahí al cuarto trimestre de 2020, mientras que este porcentaje fue de 56.3 % durante el mismo periodo de 2019. En lo que respecta a la movilidad descendente del quinto al primer quintil, el porcentaje pasó de 3.7 % en 2019 a 4.2 % en 2020.
La caída en los ingresos medios y el aumento en la desigualdad sugieren un considerable descenso en el nivel de vida de una parte importante de la población. Sin embargo, el cambio en las posiciones relativas de ingreso no necesariamente refleja los niveles de bienestar, por lo que también se requiere analizar los cambios en la población que aumentó, mantuvo o redujo su nivel de ingreso.
De lo observado en la dinámica de movilidad laboral se derivan necesidades de corto, mediano y largo plazo que costarían 1.08 % del PIB del 2019:
*Procurar un mayor crecimiento económico en el corto plazo requerirá impulsar la recuperación económica mediante la política fiscal.
*En el mediano plazo, se requiere establecer las bases para asegurar las ganancias de movilidad social ascendente en los ingresos laborales.
*En el largo plazo, se debe revertir la caída en la inversión privada y complementar con inversión pública en proyectos de alta rentabilidad social.
El primer paso, requiere reevaluar la pertinencia de la propuesta del CEEY en relación con los estímulos al empleo a las micro, pequeñas y medianas empresas, y las devoluciones extraordinarias de impuestos a los trabajadores por cuenta propia.
En México, cerca del 50% del PIB lo producen las Mipymes, quienes también generan alrededor del 75% del empleo. Por lo mismo, resulta fundamental para el Desarrollo Económico con movilidad social, el que éstas tengan acceso al crédito formal en condiciones competitivas. Sin embargo, en el país, el crédito a las Mipymes es limitado y relativamente caro. La totalidad del financiamiento interno al sector privado, de acuerdo con el Banco Mundial en México es del 35%, en tanto que, en Brasil y Chile, ya era de 62% y 117%, respectivamente.