“Había un lugar llamado ‘Tierra de ratones’, un lugar donde nacían, vivían y morían los ratoncitos. Vivían de la misma manera que tú y yo; incluso tenían un parlamento y cada cuatro años tenían elecciones. Los electores caminaban rumbo a las urnas y votaban. Algunos hasta obtenían algún estímulo que recibían cada cuatro años para ir a votar, incluso conseguían vehículos que los llevara a las urnas.
Cada día de elecciones, los ratoncitos acostumbraban a ir a votar y elegían un Gobierno. Un Gobierno formado por enormes y gordos gatos negros. Ahora bien, si piensas que es extraño el elegir gatos siendo ratones, sólo hace falta mirar la historia de Canadá en sus últimos 90 años. No estoy diciendo nada en contra de los gatos, ellos eran buenos compañeros, conducían el Gobierno dignamente, elaboraban buenas leyes, es decir, leyes buenas para los gatos. Y estas leyes que eran buenas para los gatos no eran muy favorables para los ratones.
Una de las leyes decía que la entrada a la ratonera debía ser tan grande para que un gato pudiera meter su pata en ella. Otra ley decía que los ratones sólo podían moverse a ciertas velocidades, para que el gato consiguiera desayuno sin realizar mucho esfuerzo físico.
Todas estas leyes eran buenas para los gatos, aunque para los ratones eran bastante duras. Y cuando los ratones lo tuvieron más y más difícil y se cansaron de aguantar, pensaron en hacer algo al respecto. Entonces fueron en masa a las urnas, votaron contra los gatos negro… y eligieron gatos blancos. Los gatos blancos lanzaron una campaña genial: ‘todo lo que necesitan es una visión de futuro’, ‘el problema son las entradas redondas de las ratoneras, pero si nos eligen, las construiremos cuadradas’. Y lo hicieron, las entradas cuadradas eran el doble de las redondas, y ahora el gato podía meter las dos patas, por lo que la vida para los ratones fue más complicada.
Cuando los ratones no pudieron soportarlo más, votaron contra los gatos blancos y pusieron a los negros de nuevo. Después regresaron a los blancos y de ahí a los negros otra vez. Incluso trataron con gatos mitad negro, mitad blanco y los llamaron coalición. En su desesperación, intentaron dar el Gobierno a gatos con manchas, eran gatos que intentaban verse como ratones, pero comían como gatos. El problema no estaba en el color de los gatos, el problema estaba en que eran gatos. Y como son gatos, naturalmente miraban por sus intereses de gato y no de ratones.
Una vez, desde lejos, llegó un ratoncito quien tuvo una idea. Siempre estén atentos a las palabras de un humilde compañero; el ratón dijo: ‘miren, compañeros, ¿por qué seguimos eligiendo un Gobierno hecho por gatos?, ¿por qué no elegimos un Gobierno de ratones?’. “‘Ohhh’, gritaron: ‘es un comunista’, así que lo metieron a la cárcel. Pero recuerden que pueden encerrar a un ratón o a un hombre, pero nunca podrán, será encerrar las ideas”. Tomas C. Douglas.
La sociedad ha sido dividida desde sus orígenes; la manera de debilitar y someter a una sociedad se da a través de divisiones políticas, culturales, étnicas o religiosas, para que la gente se entretenga en enfrentamientos, crisis y problemas, distraídos en atacarse, en destruir los lazos y las amistades, y evitar que se unan contra el verdadero enemigo común: el que divide; el cual, posteriormente luchará contra los opositores, haciendo creer que es para mantener el orden y garantizar la forma de pensar de una supuesta mayoría.
¿Legalizar la trampa es maximizar derechos? El engaño, la corrupción, la mentira, ¿se permite para ejercitar derechos político electorales? Deslegitimar la democracia con el pretexto de la libertad de expresión democrática, o con la amenaza de modificar todo lo que limite el poder de alguien, ¿es maximizar derechos? ¿generar una consciencia colectiva de que todos tienen la razón, y que a la vez nadie la tiene, es parte de la democracia? ¿Difundir informes cortos, contradictorios, que hablan de duda y más duda para que la ignorancia siga en pie, es comunicar? ¿Explotar la necesidad, los sentimientos, el miedo, la ignorancia, para dividir y mantener la división, es a favor del pueblo y para el pueblo?
Entre más distracción, más división y control, para cegarnos a cómo el poder se sigue traspasando entre unos pocos desde que se originó esta historia. En la película Bichos: una aventura en miniatura (Disney-Pixar, Estados Unidos, 1998), existe una escena en la cual las langostas (saltamontes) se encuentran en un sombrero que hace las veces de un bar, y Molt (“el mudo”, “súbdito”) le pregunta al líder Hopper (“tolva”, ley del embudo), para qué regresar a la isla de las hormigas, si ni siquiera le gusta el grano que se roban. Hopper reacciona molesto y se genera un diálogo interesante, en el que dice que una hormiga se atrevió a retarlo, y si bien una hormiga es poca cosa, si una se rebela, todas las demás lo harán pronto: “las hormigas nos superan en número de cien a uno, y si llegan a averiguarlo, ¡adiós a nuestro estilo de vida!”. Y concluye: “no es por la comida, es para mantenerlas alineadas…”.
Democracia: de demos (pueblo) kratos (gobierno) ia (cualidad): gobierno del pueblo. Gobernar: de gubernare (en sus orígenes pastorear a las reses; luego se dijo que venía de guiar o dirigir navíos). Pueblo: de pubes, populus (conjunto de jóvenes capaces de manejar las armas, pero no de gobernar). Entonces: democracia es gobernar al pueblo que es capaz de ser peón, pero nunca rey. Y así, seguiremos felices en nuestra tierra de ratones…