La etimología de la palabra pascua significa “paso”, y se celebra conforme al calendario solar-lunar, a partir de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera, regularmente entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
En culturas antiguas se celebraban festividades de varios días por el paso del invierno a la primavera. El huevo de pascua es un símbolo de esta época al representar la vida universal que renace en sí misma. El Conejo de Pascua tiene su origen en las celebraciones anglo-sajonas pre-cristianas, al ser un animal muy fértil, es símbolo terrenal de la diosa Eastre (de la primavera), a quien se le dedicaba el mes de abril (por ello en inglés a la Pascua se le denomina Easter). De aquí también proviene el nombre del Este como punto cardinal que tiene relación con el lugar donde se levanta el sol o se ve la aurora. Los egipcios representaban a través de una liebre con ojos abiertos, la iluminación mental o luz mística que se revelaba al neófito en la contemplación de la iniciación; inclusive, en hebreo, Arnabet significa liebre, que implica contemplar o mirar la luz, que es el simbolismo de la revelación de las verdades. Con ello podemos darnos cuenta porqué Alicia, persiguió con tantas ansias a la Liebre, pues lo que buscaba era la guía de la iluminación, del conocimiento y la verdad.
En las fiestas del “paso” del invierno a la primavera se comía pan sin levadura y se realizaban danzas “laberínticas”. Una de las festividades más importantes eran “los misterios de Eleusis”, ritos de iniciación anuales al culto a las diosas agrícolas Deméter y Perséfone que se celebraban en Eleusis, cerca de Atenas; así como las adoraciones y creencias del culto, eran guardados en secreto, y los ritos de iniciación unían al adorador con el dios, incluyendo promesas de poder divino y recompensas.
Los misterios se basaron en el mito de Deméter: su hija, Perséfone, fue secuestrada por Hades, el dios de la muerte y el inframundo. Deméter era la diosa de la vida, la agricultura y la fertilidad, y descuidó sus deberes mientras buscaba a su hija, por lo que la Tierra se heló y la gente pasó hambre: el primer invierno. Durante este tiempo Deméter enseñó los secretos de la agricultura a Triptólemo. Finalmente Deméter se reunió con su hija y la tierra volvió a la vida: la primera primavera. Desafortunadamente, Perséfone no podía permanecer indefinidamente en la tierra de los vivos, pues había comido unas pocas semillas de una granada que Hades le había dado, y aquellos que prueban la comida de los muertos ya no pueden regresar, por lo que “acordaron” que Perséfone permanecería con Hades durante un tercio del año (el invierno, puesto que los griegos sólo tenían tres estaciones, omitiendo el otoño) y con su madre los restantes ocho meses. El regreso de Perséfone es un símbolo del renacimiento de toda la vida vegetal durante la primavera y, por extensión, de toda la vida sobre la tierra.
Había dos clases de misterios eleusinos: los mayores y los menores. Los misterios menores se celebraban en el mes de anthesterion (sobre marzo), si bien la fecha exacta no siempre era fija y cambiaba ocasionalmente, a diferencia de la de los mayores. Los sacerdotes purificaban a los candidatos para la myesis de iniciación. Sacrificaban un cerdo a Deméter y entonces se purificaban a sí mismos. Los misterios mayores tenían lugar en boedromion (el primer mes del calendario ático) y duraban nueve días. El primer acto de los misterios mayores (14 de boedromion) era el traslado de los objetos sagrados desde Eleusis hasta el Eleusinion, un templo en la base de la Acrópolis de Atenas. El 15 de boedromion, los hierofantes (sacerdotes) declaraban el prorrhesis, el comienzo de los ritos. Las ceremonias comenzaban en Atenas el 16 de boedromion con los celebrantes lavándose a sí mismos en el mar en Falero y sacrificando un cerdo joven en el Eleusinion el 17 de boedromion.
La procesión comenzaba en el Cerámico (el cementerio ateniense) el 19 de boedromion y la gente caminaba hasta Eleusis, siguiendo la llamada “Vía Sagrada”, balanceando ramas llamadas bakchoi por el camino. En un determinado punto de este, gritaban obscenidades en conmemoración de Yambe (o Baubo, una vieja que –contando chistes impúdicos– había hecho sonreír a Deméter cuando ésta lloraba la pérdida de su hija). La procesión también gritaba “¡Iakch” o “Iakche!”, refiriéndose a Yaco, posiblemente un epíteto de Dioniso, o una deidad independiente, hijo de Perséfone o Deméter.
Tras llegar a Eleusis había un día de ayuno en conmemoración al que guardó Deméter mientras buscaba a Perséfone. El ayuno se rompía para tomar una bebida especial de cebada y poleo llamada ciceón (kykeon). En los días 20 y 21 de boedromion, los iniciantes entraban en una gran sala llamada Telesterion donde les eran mostradas las sagradas reliquias de Deméter. Esta era la parte más reservada de los misterios y aquellos que eran iniciados tenían prohibido hablar jamás de los sucesos que tenían lugar en el Telesterion. Algunos sostienen que los sacerdotes eran los que revelaban las visiones de la sagrada noche, consistentes en un fuego que representaba la posibilidad de la vida tras la muerte, y varios objetos sagrados.
La siguiente a esta sección de los misterios era el pannychis, un festín que duraba toda la noche y era acompañado por bailes y diversiones. Las danzas tenían lugar en el Campo Rhario, del que se decía que era el primer punto en el que creció el grano. También se sacrificaba un toro bastante tarde durante la noche o temprano la siguiente mañana. Ese día (22 de boedromion), los iniciados honraban a los muertos vertiendo libaciones de vasijas especiales. Los misterios terminaban el 23 de boedromion y todos volvían a sus casas.
Un detalle a destacar es el de que en éstas festividades se realizaba una ceremonia del pan –dedicado a Ceres– y del vino. Debido a los efectos que producía el pan kykeón, actualmente se piensa que estaba contaminado con algún agente alucinógeno visionario, por ejemplo con cornezuelo de cebada, que hoy sigue creciendo en la llanura rariana –donde está asentada Eleusis, a 30 km al noroeste de Atenas–, donde se celebraban los ritos eleusinos. El de la cebada es un cornezuelo mucho menos tóxico que el de otras regiones europeas, aunque muy psicoactivo; para obtener sus efectos basta pasar por agua las gavillas de cereal y luego tirarlas, pues la amida del ácido lisérgico es hidrosoluble. Considerando que esa agua fue el vehículo utilizado por los administradores del santuario es fácil comprender el hondo e infalible efecto del sacramento teofágico (del griego zeos: ‘dios’ y fagos: ‘comer’).
La religión eleusina empleaba este acto anual para producir una experiencia extática de muerte y resurrección. La misma adaptación quedó registrada en toda la cuenca mediterránea. Más o menos por la misma época (o posterior) se conocen misterios del pan y danzas de pascua dedicados al dios Sabacio (en Samotracia) y otros dedicados a Dioniso (el dios griego del vino), Baco (el dios latino equivalente a Dionisos), Mitra (en Persia) y Attis.
Así que, quien quiera ver que vea…