Eufemismo ambiental mortal - LJA Aguascalientes
16/11/2024

El término eufemismo hace referencia al uso de palabras o expresiones que vuelven más suave o decorosa una idea que, dicha directa y francamente, puede resultar ofensiva. Ejemplos de este dispositivo lingüístico abundan en nuestras expresiones cotidianas gracias al empleo del diminutivo, pues lo usamos recurrentemente para opacar nuestro desagrado por algo, por ejemplo decimos “esa muñequita está feita”, o cuando alguien ofrece una opinión “esa ropa no te queda, te hace ver un poquito mal”; incluso para indicar que sí se hará una actividad, pero sin especificar cuando “ahorita lo hago”; también se puede hacer uso del diminutivo con un desdén oculto “calladita se ve más bonita”. 

Ahora vamos a trasladar expresiones de este tipo al ámbito ambiental: “para la construcción de la obra solo se van a tumbar poquitos árboles”; “el agua contaminada con el derrame de petróleo afectó pocos arrecifes”; “nos queda tiempo suficiente para salvar el planeta”; “el beneficio de la derrama económica es mayor que el daño ambiental”, etc.

Sabemos que en este momento histórico, denominado antropoceno, nos encontramos en una encrucijada: salvar el planeta o acabar con él. Lamentablemente, al respecto, las noticias no son halagadoras, pues de manera casi cotidiana se informa de algún ecocidio o de alguna catástrofe ambiental. Aunado a esto comienzan a establecerse fechas de caducidad o límite para el agotamiento de recursos vitales. En el caso de nuestra entidad se habla de que estamos a una década para quedarnos sin agua, a pesar de ello se sigue invirtiendo en la construcción de puentes inútiles (como el que acaba de inaugurarse en Parras) que en proyectos realmente serios como es el del agua para nuestra entidad.

En el rubro de la calidad del aire, éste cada vez empeora más, no obstante, se sigue autorizando a empresas inmobiliarias y de producción de energías “sustentables” (paneles solares principalmente) el derribo masivo de importantes masas vegetales y forestales en el estado, a cambio de ello se celebra la creación de pequeñas áreas naturales “protegidas” que se llenan de árboles bebés sin un proyecto claro para su seguimiento y mantenimiento, lo que no garantiza su supervivencia, además se presume la construcción de bosques urbanos, mismos que están repletos de plantas y árboles exóticos que no generan una simbiosis ecológica real ni la promoción de valores ecosistémicos, antes bien contribuyen al deterioro de estos.

Otro problema de acabar con las masas forestales originales en la región es que el agua de lluvia se deslice sin control y a mayor velocidad debido a que los cerros, cubiertos antes de masa vegetal y arbórea original que retenía el agua y la filtraba al subsuelo, están ahora llenos de fraccionamientos y avenidas de concreto, lo que provoca en temporadas de lluvia inundaciones en las partes bajas colindantes a estos sitios e incluso más alejadas, como el caso de avenidas en el centro de la ciudad, mismas que en algún momento fueron cauces naturales de agua, así que a nadie debe sorprenderle lo que ocurre todos los años en temporada de lluvia cuando los contenedores se convierten en navíos que navegan libremente por las calles principales del centro de Aguascalientes.

La destrucción de la naturaleza es encubierta eufemísticamente con expresiones tales como: “se derrumbarán algunos árboles, pero se crearán miles de fuentes laborales directas”, “en esa zona natural se construirán empresas que dejarán una importante derrama económica para nuestro estado”, “No destruimos la naturaleza, estamos fincando tu patrimonio mediante la constucción de nuevos fraccionamientos con casas a tu medida” y esto es casi literal, de 1.80 mts. de frente por 3 mts. de fondo ¿eso es fincar un patrimonio? ¡Por supuesto que no! Eso es hacinar a la gente en minicorrales que además terminarán de pagar en 30 años. A eso hay que agregar que muchas de las casas de “interés social”, lo que menos tienen es un interés social, es decir una preocupación por las personas que las habitarán, pues se construyen sobre fallas geológicas (abundantes en nuestra ciudad) o sin proyectos de abastecimiento de agua, sólo cuentan con el servicio de este líquido vital durante el periodo de la venta, una vez que venden todas las casas, comienzan a surgir todos los problemas (casas cuarteadas, hundidas, sin agua, sin servicios públicos) y las inmobiliarias no se hacen responsables de ninguno de ellos, pues ya están devastando alguna otra zona con un “loable interés social”. El aumento de estas manchas urbanas propicia enormes islas de calor que contribuyen al cambio climático global.

Tenemos que entender que las expresiones eufemísticas, empleadas por políticos y empresarios, no buscan un bien social y ambiental, sino que han servido y sirven para justificar los múltiples y flagrantes ecocidios que se han cometido y se seguirán cometiendo si seguimos creyendo en sus frases y aprobando las negras intenciones que ocultan detrás de ellas. 

Si quitamos el eufemismo a la problemática ambiental las preguntas serían: ¿cómo quiere usted morir? ¿ahogado en una inundación, sediento por falta de agua, de inanición por falta de alimento, asfixiado por falta de oxígeno, deshidratado por calor excesivo? Estas son preguntas directas, sin eufemismo político ni empresarial, que debemos empezar a considerar dados los pronósticos futuros. Si no queremos esto debemos trabajar en nuestro metro cuadrado para que no suceda y exigir a los tomadores de decisiones a que los enfrenten, ahora que todavía es posible hacerlo, porque cuando “el destino nos alcance”, poco o nada será lo que pueda hacerse.

 


Moviemiento [email protected]


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