Para nuestra conversación de hoy, me voy a referir a dos episodios de comunicación social, emitidos por sendos actores políticos, que ejemplifican muy bien dos tendencias discursivas públicas –de plena actualidad– cuyos mensajes contienen, cada uno en su modalidad, argumentos sofísticos o de plano cínicos, que pretenden dar cuenta de eventos y/o referentes históricos harto contradictorios de lo que se afirma en sus respectivas cadenas lingüísticas.
- El primer episodio tiene como emisor al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y se ubica en el contexto de lo que llama Informe de los primeros 100 días de su Tercer Año de Gobierno, cuyo texto seleccionado para este comentario analítico, versa así: – Animal Político@Pajaropolitico publica en un Twitter, el 30 de marzo 2021: – //@lopezobrador_ afirma que antes los feminicidios se consideraban homicidios, “esta clasificación comienza prácticamente con nosotros”, a esto le atribuye el aumento de feminicidios//. Latinus amplía el tema refiriendo que AMLO reconoce que el feminicidio aumentó 8.5% pero insiste que es porque antes no se clasificaba. Declaración que el analista Héctor de Mauleón (@hdemauleon) comenta: –No me imagino qué se sentirá haber votado por esto. A lo que yo respondí a bote pronto: – Ahora distingo mejor la diferencia de Logocéntrico –pura palabra–, y hecho o fenómeno social acreditado.
Dicho lo cual, adentrémonos en el desglose de sus elementos constructivos, paso que implica precisamente la de-construcción de su cadena lingüística. Para ello, partimos de un supuesto teórico, según el cual la acción política es vital para la exigibilidad de la rendición de cuentas ante los ciudadanos. Puesto que omitir esta obligatoriedad, ha sumido en el marasmo de una actitud de los políticos, de actuar sin compromiso y sin responsabilidad. Interpretación que me llama a emular una célebre sentencia sobre Jesús de Nazareth, el asunto de Jesús continúa; por: “el asunto de la Ética Política continúa”.
Pero, antes de saltar al tema de la ética, observemos esa arquitectura centrada en la palabra. En efecto, el argumento central de López Obrador, él mismo lo radica en la distinción de dos palabras: “homicidio” y “feminicidio”; asumiendo que ‘antes de nosotros’ el referente común que designaba el asesinato de una mujer era el genérico de homicidio –crudo y simple, dar muerte a un hombre, en genérico–; pero que, “con nosotros” –es decir, nuestro discurso– ahora consiste en la especie concreta de llamarse bajo su distinción de género: “femini-cidio” (acción de matar a una mujer). Su inferencia parece lógica, antes se contabilizaban simplemente homicidios, ahora se enumeran en lista diferente los que implican a una mujer… Y, por ello, se ha incrementado esa sumatoria, que antes era de Suma 0. Diferente modo de agregar dicho fenómeno o hecho social que, además, quedó innovado por nosotros, –en el supuesto de la reforma legislativa del Poder Judicial, con foco en el Sistema Penal–.
Hecho político-jurídico que, como ya hemos comentado en anterior entrega (Lja.mx Destreza en las tempestades. Viernes 12 de Marzo, 2021), contradice flagrantemente el dicho de López Obrador, tanto por el tiempo en que fue emitido, como en la construcción de su idea-contenido, y finalmente por la autoría misma. Sea. Feminicidio. Concepto que comprende el conjunto de delitos de lesa humanidad que reúnen crímenes, secuestros, desapariciones de mujeres y niñas ante un colapso institucional. Se da una fractura en el Estado de Derecho que favorece una impunidad ante estos delitos. Conferencia en el Paraninfo de la Universitat de Valencia, 5 de mayo, 2014, impartida por María Marcela Legarde y de los Ríos, antropóloga que sentó las bases y creó conceptos jurídicos inéditos aunados al vocabulario feminista. Galardonada con la medalla Sor Juana Inés de la Cruz, este 8 de marzo, y le fue entregada por la Cámara de Diputados. Falacia manifiesta. En donde el logocentrismo, ideas expresadas en palabras, queda desmentido inequívocamente por los hechos y datos duros reportados por la Historia, la realidad social.
Por lo que toca al aspecto ético, contamos con un antecedente que me parece de lo más oportuno y pertinente, sobre todo por el emisor de origen. Antecedente. Referido con anterioridad, (Lja.aguascalientes. La Ética inevitable. Sábado 23 de Octubre, 2010), enunciación: -Hoy, con la vigente actualidad de la Ética y más aún, hablando de su vertiente Política. Ayer, el investigador de la UNAM, Lorenzo Córdova Vianello, articulista de opinión para El Universal, refería la distinción ética realizada por un importante padre de la sociología que fue Max Weber (1919) en estos términos: “hay una diferencia abismal entre obrar según la máxima de una ética de la convicción, tal como la que ordena (religiosamente hablando) ‘el cristiano obra bien y deja el resultado en manos de Dios’, o según la ética de la responsabilidad, como la que ordena tener en cuenta las consecuencias previsibles de la propia acción” (El político y el científico, 1998, p. 165). Principio del que se desprende la obligatoriedad moral de la responsabilidad que aplica para los políticos, y se concreta en el término imputabilidad. Es decir, la relación inseparable de una decisión política a quien la emite, siendo por ello plenamente responsable. En esto, no, no existen otros datos.
- El segundo episodio se consigna en un comunicado que se articula con un lenguaje tan folklórico como lamentable. Latinus @latinus_us 16h/martes 30, marzo; cita: “abres las piernas o las cierras”: alcaldesa de Hermosillo critica a feministas que defienden el aborto #Latinus #InformaciónParaTi. Nota en la que se abunda diciendo: – Célida López Cárdenas, alcaldesa de Hermosillo, Sonora, fue criticada este martes luego de que criticó a las mujeres que defienden el aborto legal. Un video que circula en redes muestra a la presidenta municipal, y precandidata de Morena para reelegirse al cargo, llamando “taradas” a las mujeres a favor de la interrupción del embarazo, e instándolas a “tomar control” de sus cuerpos. Y agrega que: “es parte de la crisis que estamos viviendo”.
Ella se autocalifica de “feminista”, pero que “siempre ha trabajado defendiendo a las mujeres de igual”. También se registra que el año pasado, aseguró estar en contra del paro nacional de mujeres del 9 de marzo, diciendo que “nadie debe evadir responsabilidad”. Su publicación de febrero 21 de 2020, Célida López @CelidaLopezc: Nadie debe evadir su responsabilidad. No es momento de pararnos, es momento de redoblar esfuerzos. Todas y todos debemos afrontar esta enorme descomposición social. Yo me uno a seguir luchando todos los días y a trabajar el 9 con mucho amor por mi ciudad y sus familias. #NoAlParoNacional.
El antagonismo social en que se han enfrascado grupos “anti-aborto” y grupos “pro-aborto” tiene como eje de referencia el fenómeno social complejo generado por la confrontación entre colectivos principalmente feministas muy activos, dispersos a todo lo largo y ancho del país, y colectivos o grupos militantes conservadores también inclusivos de mujeres; en que los primeros impulsan y propugnan por legislación positiva mexicana que despenalice el aborto como acto criminal esencialmente de las mujeres que lo inducen, con el objeto de evitar ser re-victimizadas, en segunda instancia, con la pena corporal judicial, amén del acto original gineco-obstétricamente fecundo no querido ni consentido, mediante el cual fueran embarazadas, en primer término.
Los colectivos contrarios, en cambio, argumentan la responsabilidad plena de la mujer que resulta embarazada, por el acto simple y llano en que: “abres las piernas o las cierras” (sic dixit). Expresión que aparte de vulgar y soez, más aún, proviniendo de una mujer, implica un juicio reduccionista del acto heterosexual que está involucrado. En efecto, el hecho humano del coito, no se circunscribe al mero acto mecánico sexo-genital en que concluye. Sabemos que el intercambio sexual, entre un hombre y una mujer, tiene fundamento en ideas, anhelos, expectativas, motivaciones, emociones, pasiones, deseos explícitos; aunados todos ellos a circunstancias muy específicas de lugar, tiempo y condiciones físicas, bioquímicas y anímicas perfectamente bien demarcadas. Cuyo supuesto fundamental, podemos decirlo con vuelo filosófico, es por esencia convivencial; es decir, con objeto de convivir, compartir ese encuentro existencial en una mutua entrega personal; misma que perfecciona su recíproca oblación-recepción de amor.
También, el coito humano puede lamentablemente ocurrir como un acto de dominio, de poder desigual, asimétrico entre hombre-mujer, al final un acto intrínsecamente egoísta, narcisista con exclusión del otro como otro; por ello bajo la nota des-personalizadora de sometimiento, violencia, victimización y, al final, envilecimiento del acto genital mismo. A esto precisamente nos referimos por impugnación a esa expresión reduccionista de: “abres las piernas o las cierras”. Cuyo implacable supuesto resulta en “hacerse responsable del producto de la concepción” –bio/química/gineco/obstétrica, así resultante. Obviamente, en abierta acción jurídico nugatoria de la opción a elegir por dejar ser, o bien, interrumpir dicho proceso ginecológico-obstétrico, a voluntad y conocimiento de la interesada.
En lo personal, esa radical forma reduccionista de plantear el dilema de un embarazo –sea querido, consentido o no–, aparte de revulsiva, me resulta denigrante de la dignidad de la persona humana. Mucho podemos discutir sobre la ideología o filosofía fundante de cada opción personal, cuya base radica precisamente en su propia e íntima visión del mundo o “cosmovisión”, en la que quizá fue educado o inspira su existencial humano.
En este punto, podemos encontrar diferencias y diversidad de enfoques; pero, probablemente estaremos de acuerdo en que ese denominador común que es nuestra naturaleza humana, sí conforma aquello que los bio-eticistas invocan como un referente universal, para decirlo en concreto, una ética de horizonte en que todos comulgamos principios verdaderamente primeros que nos atañen universalmente: somos seres inteligentes, racionales, capaces de afectos y sentimientos comunes, con el poder decisorio en libertad, con conocimiento y a voluntad, y, quizá lo más importante, capaces de apertura al encuentro existencial con los otros, sean del género que sean. Simplemente humanos.
Es evidente que la fase histórica y civilizatoria por la que atravesamos como humanidad en la Tierra, está muy coloreada por el egoísmo, el narcisismo cuyo ego es excluyente del otro por definición, por el pragmatismo como forma de resolución de los problemas; por una actitud intolerante ante la menor provocación; por un consumismo mercantilista exacerbado; y por una extensa gama de odios ancestrales o recién inventados. Todo lo cual tira hacia la diversidad, sí, pero también hacia la desunión; en esencia, hacia una destructiva polarización. Hacia allí es a donde apuntan estos discursos dominantes.