En los últimos días he leído algunos comentarios donde acusan al expresidente Zedillo por la puesta en práctica del horario de verano, pero la verdad, es que él no lo inventó y en algún momento se aplicaría como más tarde que temprano ocurrió.
El horario de verano, lo crea usted o no, se estableció para ahorrar energía, sí, así como lo lee y no ve en su recibo de luz. Sus orígenes se remontan a la Primera Guerra Mundial donde se modificaron sus horarios para aprovechar la luz y ahorrar carbón. Finalmente, algunas décadas posteriores se estableció todo un sistema que subsiste hasta nuestros días.
Decíamos entonces que en nuestros recibos de luz no vemos el ahorro de energía, sin embargo, a nivel federal existe, pues según los resultados que el Fideicomiso para el ahorro de la energía eléctrica muestra en su sitio dicho beneficios es por más de mil millones de pesos.
Naturalmente que si las energías renovables se aplicaran en todo el país veríamos un mayor ahorro, pero ese es otro tema.
Así que mientras Benjamín Franklin en 1784 comenzó a recomendarlo y los europeos a aplicarlo por ahí del 1907, fue hasta 1996 que se estableció oficialmente en México.
Para quienes nacimos solo con un horario el cambio fue (y continúa siendo) atroz, de un día al otro nos tuvimos que levantar más temprano y nuestro reloj biológico cambió rotundamente sin que observemos, en nosotros, un cambio positivo.
Así que desde 1996 muchos nos quejamos cada año por el cambio de horario, y vivimos una semana pesadísima mientras “nos acostumbramos” a acostarnos más tarde y levantarnos temprano, desde mi perspectiva.
Reconozcamos que en múltiples ocasiones pasamos más de una semana en recobrar la energía para sentirnos bien con el cambio pero a veces, con la llegada del verano y el calor eso no sucede hasta que llega el cambio de horario y el invierno se vuelve acogedor y relajante.
En Alemania el fenómeno del malestar del horario de verano puede alargarse hasta junio y está muy bien definido, de hecho, lo llaman “la fatiga de primavera”.
Entre el 60 y el 70% de los alemanes sufren esta patología con una o más síntomas: ganas de dormir, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, irritabilidad y falta de motivación. Si usted manifiesta uno o más síntomas cuando inicia el horario de invierno entonces, usted tiene “la fatiga de primavera”.
No sé si le ocurre, pero, al conocer esta información me sentí más relajada, es decir, fue como haberme encontrado en un grupo de apoyo donde todos padecemos lo mismo y nos comprendemos.
De alguna manera, fingimos que en una semana se nos pasa el efecto del cambio, pero no es así e inclusive puede ser algo más severo. Mientras menos sueño reparador tengamos nuestro sistema inmunológico es más bajo, también estamos a expensas de los antojos pues nuestro cerebro trata de “recompensar” la energía que nos falta. Diríamos entonces que el problema con la dieta en realidad no es el invierno sino el inicio de la primavera con el cambio de horario, que puede ser más peligroso que el tan temido maratón “Guadalupe-Reyes”.
¿Qué hace usted cuando manifiesta un síntoma de “la fatiga de primavera”? toma siestas, se vitamina, va a terapia. Finalmente, ante las manifestaciones de esta patología no existe algún tratamiento o remedio que funcione e irremediablemente cada año sucede.
Al principio de esta semana pensé que el teletrabajo me tenía distraída y un poco deprimida, ahora me doy cuenta que si bien el trabajo en casa puede afectarme de manera “normal” el resto de los síntomas que presenté lunes y martes pasados son mera consecuencia del horario de verano.
Y es que, aunque tratemos de dormir más temprano la noche que cambia el horario es imposible que funcione esa táctica al cien por ciento.
Al menos durante dos días intentamos meditar antes de dormir a fin de despertar menos cansados y más motivados, pero ahora sabemos, que solo es nuestro reloj biológico que está encendido tratando de equilibrar lo que sucede en este momento, tiene que regular su hora de sueño.
Así que olvidemos las bebidas con cafeína y también las hidratantes, es mejor escuchar a nuestro cuerpo y dormir, quizá, un poco más de lo normal.
Ya que no veremos, como ciudadanos, un cambio verdadero en los recibos de luz por lo menos podemos administrar el uso de gadgets para evitar que la sobre exposición a la luz azul nos mantenga híper alertas y que combinado con “la fatiga de primavera” empeore nuestro estado de alerta.
Con las esperanzas perdidas cada año tenemos que soportar el horario de verano, pero ahora estamos más informados, aunque nunca estaremos ciento por ciento preparados para él.
Ya que no hay remedio que lo cure ni gobierno que lo elimine por lo menos ahora sabemos que no estamos enfermos y que con el paso de los días los síntomas se irán sin que tengamos que culpar a la covid u otra cosa.
Lo importante es que ni las campañas electorales ni el horario de verano provoquen una falta de motivación en nosotros, así que a disfrutar el sol y el calorcito que la verdad ya hace falta sobre todo porque el confinamiento continua, pero al menos lo disfrutamos haciendo Acapulco en la azotea.
Felices siestas y recuerde, no se suba a la tercera ola.
Laus Deo
@paulanajber