- Teorías de conspiración, posibles secuelas y falta de confianza en las autoridades son motivos para no vacunarse. “No soy conejillo de indias”, dice Carmelita, de 68 años. Las encuestas señalan que uno de cada 10 mexicanos no se dejará inyectar.
EMEEQUIS/Alejandra Crail y Óscar Balderas
Felipe Cardoso no se va a vacunar contra la Covid-19. Como él, uno de cada 10 mexicanos no confía en las inyecciones para lograr inmunidad frente al Sars-Cov-2. Basan sus argumentos en teorías de conspiración, posibles secuelas o falta de confianza en las autoridades.
La negativa de este hombre de 37 años, habitante de Ecatepec, Estado de México, tiene explicación en una historia personal, situada en 2009, cuando el virus de la influenza A H1N1 surgió en México, provocando que la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmara una pandemia.
Su tía, cuenta en entrevista telefónica, acudió a una revisión en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), meses después de que la vacuna comenzara a ser distribuida en México y fue “obligada” a vacunarse.
Los registros de Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México, S.A. de C.V. (Birmex) señalan que las vacunas llegaron en noviembre de 2009, apenas ocho meses después de que surgiera el virus.
“Cuatro días después de la vacunación, mi tía, que en ese entonces tenía 49 años, sin ninguna enfermedad crónica –apenas obesidad–, se puso muy mal, le dio una gripe muy, muy severa, tuvo una fuerte reacción secundaria, por eso nadie de mi familia se quiere vacunar”.
De querer vacunarse, Felipe estaría en el último grupo de vacunación estipulado por el gobierno mexicano, sería miembro de la etapa 5, considerada de junio de 2021 a marzo de 2022 y que contempla a toda la población menor de 40 años y que son poco más de 49 millones de personas.
Él, supervisor de transporte que hace hora y media de camino para llegar a su centro de trabajo, que utiliza el Metro todos los días armado con careta y cubrebocas, cuenta que en su familia han tenido contagios y que entre sus compañeros de trabajo ha habido fallecimientos. El más reciente, un colega que murió a sus 33 años contagiado de Covid. Pese a ello, dice: “Tenemos a la vacuna completamente descartada, pero nos seguiremos cuidando”.
Él cree en el virus, de hecho lo considera mucho más fuerte que aquel de 2009 y eso, dice, le hace temer más a la vacuna, sobre todo por la información que ha podido consultar en redes sociales, donde se han difundido algunos casos –mínimos– alrededor del mundo de personas que han presentado reacciones alérgicas: “No está debidamente aprobada. Creo que todavía está en una fase experimental”.
Su argumento es uno de los más recurrentes en México y en el mundo para rechazar la aplicación de la vacuna. En el país tenemos convenios con cinco diferentes: Pfizer-BioNTech, AstraZeneca, Cansino Biologic, Sputnik V y Covax, el mecanismo de producción encabezado por la OMS.
De hecho, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha difundido datos en pro de cesar la información antivacuna. Explicó que cada vacuna tiene tres fases de estudio que deben pasar antes de ser aprobadas para el uso en la población, con la misión de “garantizar la seguridad y la capacidad de la vacuna para proteger contra la enfermedad (eficacia)”.
El organismo internacional reconoce que es cierto que las vacunas contra Covid se han desarrollado más rápido que cualquier otra, pero asegura que esto se ha debido a que “ha habido una colaboración global y un incremento en el financiamiento público sin precedentes”. Además de que el SARS-CoV-2 no es el primer coronavirus que causa una pandemia: antes estuvieron las epidemias de SARS y MERS, por lo que ya había trabajo avanzado.
Pese a ello, los datos recabados por Data for Good de Facebook, muestran que, aunque México es uno de los países con índices altos en la aceptación de la nueva vacuna (88.8% de la población asegura que se la aplicará), todavía hay quienes rechazan esta posibilidad.
¿Efectos adversos?
Alan Saldívar, de 36 años, no va a vacunarse… por ahora. Mientras los mexicanos no puedan elegir la vacuna que les pondrá el personal médico, este hombre que vive en la Ciudad de México no se presentará a las campañas de salud.
“No estoy en contra de vacunarme, pero lo haré sólo con las vacunas autorizadas por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) en México o cuando se pueda ir a hacer turismo médico a Estados Unidos o Canadá”.
Hasta el momento, sólo tres vacunas cuentan con la aprobación de la FDA: las de Pfizer-BioNTech, Moderna y Jhonson & Jhonson. Otras, como la rusa Sputnik V y la china Sinovac, no tienen ese aval de Estados Unidos, pero sí de las autoridades sanitarias mexicanas, que han insistido que se trata de fórmulas seguras y eficaces.
“La Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) es un chiste y la FDA es una agencia seria. Si en Estados Unidos sucede una muerte por vacuna, se investiga, se resuelve y hay un proceso judicial”, asegura Alan Saldívar, quien ha llevado su escepticismo a Twitter a través de su perfil @Allanzam.
El temor a tener efectos adversos tras la aplicación de vacunas, por la falta de confianza en las autoridades mexicanas, es también uno de los obstáculos más grandes en el proceso de salir de la crisis sanitaria.
Sin embargo, organismos como el Departamento de Salud de Estados Unidos y la misma OMS han detallado que la gran mayoría de personas no sufre efectos secundarios graves por las vacunas, por el proceso de seguridad al que son sometidas, a través de ensayos clínicos, antes de suministrarse a la población. Estos organismos han reconocido que, de cada millón de dosis de una vacuna, una o dos personas pueden tener una reacción alérgica grave, la cual es inmediatamente investigada para encontrar las causas y perfeccionarla.
Adultos mayores, la urgencia
Osvaldo, habitante de Iztapalapa, tiene 42 años y ninguna vacuna puesta. Cree en las vacunas, en su eficacia, pero sus padres optaron por no vacunarlo. Tuvo todas las enfermedades prevenibles: sarampión, viruela, paperas y, dice con orgullo, sobrevivió.
Le parece que la vacuna es una buena salida a esto y asegura que la industria de las vacunas ha logrado perfeccionar sus técnicas, lo que hace posible el desarrollo a corto plazo. No rechaza la posibilidad de vacunarse, pero sí quiere privilegiar a quienes más lo necesitan. Su padre sí se registró para recibir las dosis y estar protegido, pero ni su mamá ni su abuela darán el paso, una por una cuestión política de rechazo a las vacunas en general y la segunda porque, dice, ya sobrevivió a la escarlatina, la viruela, la influenza. Tiene 94 años, así que no le teme al Covid.
“No soy conejillo de indias”, dice Carmelita, de 68 años, habitante de Tlalpan, Ciudad de México. Ella es la hermana mayor de tres mujeres que rebasan los 60 años y que están en la lista prioritaria del gobierno mexicano en la campaña de vacunación, pero es, sobre todo, la única que rechaza la vacuna.
No importa que su hermana menor, química de profesión, le haya pedido que confíe en la aplicación, que le haya explicado que no le va a causar secuelas y que le haya dicho: “No importaría, incluso, si su eficacia es sólo del 10%, porque ese 10% te va a ayudar a luchar contra el virus en caso de contraerlo”.
Ella rechaza la vacuna porque está segura de que la están probando en vivo y en directo en la población para conocer sus efectos adversos, le preocupa más que las “estén probando” en personas mayores. “Ya no somos productivos, por eso pueden probarlas en nosotros”, recalca.
Su opinión no es exclusiva: cientos de adultos mayores rechazan la vacuna como ella por argumentos similares.
Antes de arrancar con la vacunación para adultos mayores, el gobierno mexicano llamó a miles de hogares de personas adultas mayores para preguntar si se interesaban en vacunarse contra el Covid-19.
La tendencia fue similar a lo que detectó Facebook. En Jalisco, por ejemplo, la delegación de la Secretaría de Bienestar determinó que el 10% rechazó recibir el biológico. En este sentido, el escenario que prevé el gobierno federal, conseguir la inmunidad de rebaño (la vacunación de, al menos 70% de la población) es viable, salvo que el 30% de la población o más rechace ser inoculada. Deberán crear una estrategia específica para acercar más información e impulsar la vacunación, dijo Ricardo Cortés Alcalá, director general de Promoción de la Salud, el 30 de enero.
Para Raúl Guzmán, abogado corporativo en Tamaulipas, la temporada de vacunación ha traído más tensión que alivio a su familia.
Su madre, una mujer de 68 años, decidió dejar pasar la campaña que se instaló hace una semana en el municipio de Altamira –donde está la casa familiar–, porque cree que la inyección es parte de un plan malévolo para instaurar un “nuevo orden mundial”.
“Mi madre es fanática de las redes sociales y de la información. Constantemente está viendo noticias y videos de diferentes medios… pero también le llegó otro tipo de información… que se implementó el Covid para asentar un nuevo orden mundial, que todo será mediante la vacuna para depurar a la población”, cuenta Raúl Guzmán.
El 26 de febrero, el tamaulipeco expresó así su frustración desde su cuenta en Twitter @changochanguito: “Me lleva la ch*ng*da! Mi mamá dice que no se va a vacunar por miedo a las vacunas. En qué momento empezó a prestarle atención a los estúpidos conspiranoicos?¡?¡?”.
Un segundo factor se ha sumado para que la mamá de Raúl Guzmán no quiera vacunarse: para ella, el mal manejo que ha hecho el gobierno federal de la pandemia hace que la información proveniente de fuentes oficiales sea poco fiable.
“Ella es una persona muy tierna, trabajadora y amorosa, así que yo no puedo ponerme grosero o dramático. Sólo me queda rogarle, pedirle que se ponga en mi lugar”, dice Raúl. “Pero de plano dijo que no iría y que hagamos lo que queramos”.
@AleCrail
@oscarbalmen