México rebasó desde hace mucho tiempo los 200 mil muertos a causa del covid-19, si a las cifras sobre la pandemia que diariamente intenta minimizar la Secretaría de Salud se agregan los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), no fue ayer cuando se rebasó esa cantidad de víctimas del covid-19; por eso es todavía más vergonzante la repartición de culpas que hiciera el subsecretario Hugo López-Gatell.
A principios del 2021, el Inegi dio a conocer un estudio realizado a partir de las actas de defunción, que indicaba que en los primeros siete meses de la pandemia fallecieron 108,658 personas, 44.8% más muertes que las reportadas en su momento por la Secretaría de Salud, y que no aparecían en los registros oficiales (75,017) porque no necesariamente todas las víctimas de la enfermedad morían en un hospital.
En la conferencia diaria de la Secretaría de Salud no se agrega ese número y se sigue difundiendo una cuenta incompleta, ayer López-Gatell anunció que México rebasó la cifra de 200 mil muertos a causa de covid-19, antes que asumir responsabilidad alguna por ser él a quien designó el presidente para hacer frente a esta contingencia sanitaria, decidió centrar su atención en repartir culpas, antes que mencionar a las víctimas, que condolerse con los deudos, eligió reprochar a los medios de comunicación que den a conocer “el lado más triste de la epidemia”, los acusó por su afición a los números redondos. El subsecretario fustigó a la prensa explicando que si difunden la cifra de muertos es porque pueden obtener “más ganancias, aumentar la rentabilidad de los periódicos, que suban las acciones, en fin, el aspecto comercial”, y que se abrogan la representación de las víctimas de manera equívoca, sólo para atacar al presidente, porque “están en contra de los cambios que están ocurriendo en esta etapa del gobierno”.
Tras la administración de quimioterapia a un paciente, no sólo se afecta a las células cancerosas, en especial a las células sanguíneas, por esa causa, algunas de ellas llegan al final de su periodo de vida; en los recuentos sanguíneos, particularmente los recuentos de leucocitos y plaquetas, cuando el suministro circulante se agota se le dice al paciente que se encuentra en un “punto bajo”, en el nadir.
En ese punto bajo se encuentra la reputación de Hugo López-Gatell, su irresponsabilidad en el manejo de la pandemia lo hace prescindible, su afecto a la atención lo convierte en despreciable, la soberbia lo hace irrelevante. El zar del covid-19 en México desperdició la oportunidad de cumplir con un servicio al país día con día, al sobajar la inteligencia de los demás, sordo a las opiniones ajenas y únicamente interesado en enaltecer la figura y opiniones de su patrón.
Quien se ufanó de aparecer en las portadas de las revistillas de moda y chismes, a ese a quien un grupo de seguidoras lo elevara exactamente igual que a un artista, al que defienden los tetratransformistas porque no les da pena ser tratados como imbéciles, hoy les ha fallado a todos y sólo busca a quien culpar de sus errores, incluso los personales, como cuando a sabiendas de estar contagiado se paseaba en público sin cubrebocas.
En el nadir de su carrera, sólo la lambisconería mantiene a Hugo López-Gatell en el cargo, no como responsable, en el puesto nomás.
Coda. De Emile Cioran, en su Breviario de los vencidos:
–¿Qué nación es ésta? –pregunta febril la razón–. No se la oye caminar en el mundo.
–Se la oye en mi desesperación.
¿Quién enderezará su destino encorvado? El cielo hace un gesto como de asco ante el marasmo del valaco y, desde las alturas, le arroja con desprecio la dádiva que anhelaba: exonerarla de toda misión.
Mires a donde mires, ¿de quién te vas a enorgullecer?
@aldan