Martín Orozco Sandoval despidió a Claudia Santa Ana Zaldívar de la dirección del Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA) en respuesta a la presión de los diversos grupos conservadores con los que está en deuda el gobernador. No hay otra explicación, sobre todo porque nada explica que un gobierno se deshaga de una de las pocas funcionarias que sí estaban dando resultados y que, durante la pandemia, se esforzó por reformular los trabajos que el Instituto realizaba con el propósito de defender los derechos culturales de los aguascalentenses.
Como gobernador, Orozco Sandoval está en todo su derecho de remover funcionarios de su gabinete, sin embargo, eso no justifica que desmantele el trabajo colectivo que al interior del ICA se venía realizando con resultados positivos, cuantificables. Basta leer el capítulo dedicado a Cultura en el Cuarto Informe de la administración orozquista, en el que se aseguró que “Es en este año que se integra, por primera vez en el Estado, el Plan Sectorial para el Desarrollo Cultural –documento rector de rol estratégico– en el cual se establecen las políticas culturales consistentes con el Plan Estatal de Desarrollo. Se integran siete ejes de políticas públicas, así como los programas y proyectos que dan continuidad al Estado como referente nacional en materia cultural. Proyectos innovadores para el impulso en áreas de oportunidad que requieren de acciones a partir de marcos normativos y de trabajo actualizados. Las acciones anteriores se articulan con parámetros y recomendaciones internacionales tales como la Agenda 2030 de Cultura y los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los cuales los derechos culturales, la creatividad y la diversidad son componentes compartidos, acciones caracterizadas por una visión de futuro orientada a modernizar un ecosistema creativo que precise las bases estatales de participación y colaboración hacia el Plan Aguascalientes 2045”.
El gobernador informó sobre los logros en impulso a la enseñanza artística, así como que por parte del ICA hubo un esfuerzo continuo por “garantizar los derechos culturales de la población del Estado”, la recuperación del espacio público para la comunidad aguascalentense, la proyección de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, la recuperación de la infraestructura cultural, cómo se “revitalizó” la Feria del Libro y la promoción a la lectura; antes de la pandemia, el ICA estaba a punto de recuperar las temporadas de ópera con la producción de El Barbero de Sevilla; pero nada de eso vale ante el capricho misógino, conservador y retrógrado del Consejo de Laicos, que encontró en la difusión de un grabado de Helguera que mostraba a la virgen de Guadalupe con el rostro de la Catrina y a Posada cargándola, el pretexto para sentirse ofendido.
Reitero, el gobernador está en su derecho al integrar su equipo de trabajo con quien quiera, así lo ha hecho al momento de dar permiso a varios de sus peones para que vayan a disputar un cargo público, personajes a los que se les puede cuestionar por el cumplimiento de sus funciones en el gobierno, quienes, a pesar de los mediocres resultados, reciben la venia para ir a buscar una diputación. Con el pretexto de la difusión de ese grabado, el Consejo de Laicos amenazó a una mujer del equipo de Martín Orozco, y la respuesta oficial fue ofrecer su cabeza, ese es el mensaje que deja el gobernador, con una falta total hacia la rendición de cuentas.
A la destitución inexplicada de Claudia Santa Ana, por el silencio del gobierno, sólo se le pueden achacar motivos oscuros, sospechas de que la administración cede a la presión de los conservadores no sólo por una afinidad ideológica que va en contra de la pluralidad que conforma Aguascalientes, no nada más por la incapacidad de reconocer las posibilidades de convivencia de una sociedad diversa, sobre todo movida por el interés económico, el dinero que mueve las campañas electorales.
Supeditar los derechos culturales de los aguascalentenses a los favores políticos, es simplemente repugnante, y no se puede quedar en el silencio, porque no se trata de personas, el punto son los proyectos que se ponen en riesgo.
Coda. Decía Jesús Reyes Heroles que se tenía que ser inflexible en la defensa de las ideas “pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”, lo que dicen las formas del gobernador es la sumisión de los derechos culturales de todas y todos a la visión estrecha de unos cuantos, habla de la grosería e ingratitud para alguien que cumplió con la tarea encomendada.
- Considero a Carlos Reyes Sahagún una pieza fundamental de la cultura en Aguascalientes, lo pienso como un amigo y no tengo para él más que los mejores deseos en los proyectos que emprenda, ahora Carlos Reyes es el titular del Instituto Cultural de Aguascalientes, espero que el gobernador no se porte con él como lo hizo con Claudia Santa Ana.
@aldan