Extranjería, ¿quiénes somos cuando viajamos, quiénes cuando regresamos? - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Entrevista a Mercedes Alvarado, acerca de Días de luz larga

La experiencia del viaje nos transforma, sin duda, nos convierte en otro. Pero el mundo al que regresamos después de viajar también se ha transformado, ha cambiado. Un viaje es un descubrimiento, pero al mismo tiempo es la posibilidad de observarnos, de observar tu reflejo en la mirada de otras personas, de otros espacios. ¿Quiénes somos cuándo viajamos? ¿Quiénes somos cuándo regresamos? Podría ser las preguntas que conducen el nuevo libro de la poeta mexicana Mercedes Alvarado (Cd. de México) Días de luz larga, publicado por Elefanta Editorial, que cuenta además con las ilustraciones de Jorge Brozon Vallejo. 

Días de luz larga aborda, desde la poesía, desde el verso, los temas del viaje, pero sobre todo de la extranjería, de la migración. Porque al final en el viaje siempre hay un punto de retorno. Porque en la migración hay un desprendimiento, un desgarramiento interno basado en lo que se deja atrás, pero también en la incertidumbre sobre lo que se encontrará en el futuro y en la incapacidad de saber si se regresará al hogar, al punto de inicio.

En los versos, en los poemas de Alvarado nos encontramos con calles de ciudades como Copenhague, París, Cd. de México, París, Lisboa, pero, sobre todo, Oslo. Ciudades, calles, que son recorridas con mirada atenta, con mirada curiosa, con la necesidad de reconocerlas, de aprehenderlas. Recorridos en donde la voz de la poeta busca entender los símbolos de esas calles nuevas, distintas, pero al mismo tiempo, trata de entender los ritmos secretos de esos rincones nuevos, distintos, pero que, al mismo tiempo, se están convirtiendo en un nuevo espacio personal, un nuevo espacio querido, un nuevo espacio para conocer y reconocer.

Conversamos con la poeta Mercedes Alvarado, cuya obra se ha publicado en Noruega y en Portugal, y además ha producido dos cortometrajes de poesía animada y escribió y fue productora del proyecto de poesía Y hasta la muerte amar. Además es autora del libro Apuntes de mí publicado en 2013, quien nos comentó que Días de luz larga “es un libro que nace del ir viajando, pues lo escribí a partir de varios viajes, y lo que pensaba sobre el proceso de migración, que es un proceso muy social y muy global, pero yo quería hablar de la migración desde lo individual, de ese sentirnos extraños, de ese ir buscando nuestro lugar, del aislamiento en el que uno vive, el aislamiento del lenguaje, el aislamiento social, y, sobre todo, del reaprender todo lo que significa la migración, el idioma, las costumbres. 

Javier Moro Hernández (JMH): ¿Cómo es habitar a través de la poesía los paisajes que se encuentran en tu libro?

Mercedes Alvarado (MA): Hay una parte que uno va descubriendo, como la sorpresa, el descubrimiento cuando te encuentras en otras latitudes, en otros paisajes, pero creo que también hay una parte de descubrir hacia dentro, que es una de las líneas conductoras del libro, que parte de la pregunta sobre qué parte de mí cambia cuando yo me estoy moviendo físicamente, y qué parte de mi permanece. Incluso creo que hay un proceso de exploración, en el libro, que tiene que ver con redescubrir mi mexicanidad.

JMH: El tema migración es ponerte frente al espejo, de alguna manera.


MA: Totalmente, porque hay cosas de ti que no puedes dejar de ver, pero también pasa que cuando uno llega a una ciudad, sobre la cual uno tiene una idea sobre ella, una idea preconcebida, y entonces puedes descubrir que no era cómo te lo habían contado, o cómo te lo habías imaginado. De eso también trata el viaje, de romper el prejuicio, la preconcepción que tenemos sobre los lugares, sobre las cosas, sobre las personas. Entonces hay que resignificarlos, pero al mismo tiempo, se trata de romper la preconcepción que tenemos sobre nosotros mismos:” Yo no puedo hacer esto o no me gusta tal cosa” son frases que nos decimos mucho a nosotros mismos, y tal tiene que ver con que no le habíamos puesto atención o que el viaje te da la oportunidad de verte a ti misma desde otro lugar.

JMH: Existe una frase, una idea, que es que uno viaja con todo lo que es: Sus ideas preconcebidas, sus prejuicios, que son elementos que nos conforman, nos dan identidad, en el viaje te llevas todo, pero los puedes cuestionar, resignificar como bien dices.

MA: Hay un choque con uno mismo, cambias, te das cuenta de que puedes hacer cosas que considerabas imposible, pero también hay una relación de ida y vuelta con las ciudades, con los espacios. Es decir, la ciudad, el país o la calle es la historia que sucedió ahí, y el libro aborda algunos hechos históricos, por ejemplo, saber que Noruega fue ocupada por los Nazis, o hay un poema que habla de París cuando se acababan de dar los atentados del Bataclán en 2015. En ese momento la ciudad era un hervidero de sentimientos, la gente estaba súper conmovida. Ese hecho hace que la ciudad sea lo que es. París o cualquier otra ciudad. Pero también lo que nosotros estamos viviendo desde lo individual, desde lo más privado y cotidiano construye a la ciudad. Hay un ejercicio, hay una relación muy simbiótica, muy de ida y vuelta. ¿La ciudad me está habitando a mí o yo estoy habitando a la ciudad?

JMH: En tus poemas logramos ver que hay una armonía, una relación entre lo personal y la cotidianidad que se vive en la ciudad.

MA: Quería hacer un mapa emocional, pensando que al final uno puede coleccionar postales o fotografías del lugar que uno vista, pero lo más importante que coleccionas después de los viajes, es el sentimiento que tuviste en cada uno de esos lugares, o la vida que te sucedió ahí. Si pensaba que los poemas podrían funcionar como un mapa, pero emocional.

JMH: Nos hablas desde la cotidianidad de las ciudades, de las calles, pero estas cotidianidades son distintas. Al entrar en estas ciudades a través de tus versos, entramos a través de tu visión, de tu mirada. Tu observación sobre sus distintos ritmos. 

MA: El punto de partida ahí fue el silencio, nací y viví en la Ciudad de México, y cómo bien sabes, no existe el silencio, siempre hay un ruido o ruidos alrededor. De pronto un día me encontré en un lugar en donde lo único que se escuchaba eran mis pasos sobre la nieve. El silencio adquiere otra dimensión, y a partir de ahí viene esta idea de los ritmos, de la musicalidad que tiene cada ciudad, porque además no solo tiene que ver con que haya ruido, porque el ruido construye una musicalidad, y la ciudad está vibrando en esa música. Lo que pasa es que cómo lo aprendes mientras vas creciendo, ya no te das cuenta del ruido que te rodea, pasa lo mismo que con el lenguaje, no te das cuenta de cuál es la construcción gramatical y no te das cuenta del ritmo de esa ciudad, porque siempre ha estado ahí. Salvo que salgas y regreses o hagas una pausa para aprender a verla desde otra perspectiva.

JMH: Tus versos tienen una musicalidad, un ritmo. Pero aquí podemos ver un trabajo de entretejer las palabras nórdicas y el español. Tratar de aprender, pero aprehender en toda su variedad, en todo su simbolismo.

MA: Con la migración pasa que uno tiene que despegarse, incluso si no quieres. Pero en el momento en que uno se desapega de lo físico, de lo emocional, se hace espacio para que uno pueda aprehender esas otras maneras de mirar al mundo. Aprender un lenguaje tiene que ver con ver, con entender, cómo es que se piensa en otra cultura, cómo es que se siente en esa cultura. A partir de ahí si puedes aprender el lenguaje y la cultura, porque de otra manera nada más está uno jugando con los símbolos de la lengua.

JMH: En el poema Maridalsveien, nos encontramos un Volkswagen que está subiendo por la pendiente. Eso me llevó a pensar cómo sonaría ese motor, que tantas veces hemos escuchado en las calles de México, en otro escenario, completamente vacío, helado, silencioso.

MA: Ahí está el tema de la ocupación Nazi a Noruega que platicábamos, pero también eso sirve para darte cuenta de que lo que nos enseñaron del mundo es muy cortito, siempre es muy cortito, porque al final siempre hay un montón de cosas que no vimos, no vivimos, y acercarte de esta otra manera a la realidad y darte cuenta de que en ese lugar pasaron un montón de cosas de las que yo tengo muy poca idea.

JMH: ¿Quería preguntarte qué significó tu estancia en Noruega?

MA: Viví dos inviernos y medio en Oslo, porque en Escandinavia la vida se mide por los inviernos y por los ciclos de luz. De ahí viene justo el título del libro, de ahí pues tienes dos estaciones, que son, cuando llueve mucho y cuando llueve menos. Pero hay una continuidad de la vida natural, siempre se pueden ver tonos de verde, pero todo eso que nuestra concepción de la vida sea otra, porque si tienes las cuatro estaciones muy marcadas, y tienes este fenómeno de las noches haciéndose largas, muy largas, y cuando logras salir de esa oscuridad, los días comienzan a tener una luz larga, larga. Cada vez un poquito más. Es un ciclo que me hacía pensar que a todo le llega el invierno, todo muere, pero también a todo le llega la primavera. Eso es de las cosas más importantes que aprendí del choque cultural que tuve con Noruega, y cómo ese proceso de todo se va apagando y después todo va renaciendo tiene que ver mucho con la resiliencia que tienen y con la habilidad que tienen para muchas cosas.

JMH: La luz como un elemento de vida, pero al mismo tiempo, como una parte del invierno y cómo esto afecta el movimiento, la comprensión del entorno.

MA: Creo que el concepto importante es el claroscuro, porque no todo lo que te pasa va a ser luminoso. O al menos puedes no percibirlo como luminoso en un primer momento. Y luego te das cuenta de que había una gran luz en ese objeto, que, si no pudiste agarrar en su momento, te alumbra más tarde. Y de hecho el libro habla de un proceso de caída y de levantamiento en términos emocionales. Y dentro de la caída hay luz. Así que justo creo que es el claroscuro que tiene que ver con desde dónde miramos las cosas. O desde dónde queremos mirar las cosas. 

JMH: El trabajo de las ilustraciones que acompañan al libro se contrapone muy bien con la poesía, porque nos habla justo de este elemento de oscuridad y de caída, que mencionaste anteriormente. Quería preguntarte cómo se dio el trabajo.

MA: Lo fuimos trabajando de la mano, de manera paralela, platicando, porque al final el libro propone una resignificación, un redibujar los espacios, a partir de todos los elementos de los que hemos platicado, y yo pensaba que la ilustración venía muy bien porque es la parte tangible o visual de ese proceso, de redibujar el mundo y de resignificar, el retomar la geografía y los lugares y los espacios físicos también están definidos por nosotros, entonces esta es mi manera de verlo, que siempre es diferente, porque además cada quien lo ve de una manera diferente.

JMH: En este libro en particular, la poesía nos puede llevar a otros lugares, pero nos permite, al mismo tiempo, adentrarnos en los cambios emocionales del autor. Hay momentos en donde el lector puede sentir la sensación de encontrarse ante un espacio distinto, de estar solitaria ante ese espacio.

MA: Hay una parte del libro que habla de la soledad, pero creo que el sentimiento que más prevalece es el de la extranjería, de no saber bien si ese es tu sitio o no, entonces también hay acercamiento al concepto el hogar, aunque esa es una palabra que casi no se menciona en el libro; el hogar entendido como ese espacio interno.

JMH: La extranjería entendida cómo ese espacio en el que se ven las cosas como desde un ángulo distinto.

MA: Estar un poco fuera, aunque te encuentres dentro. Pero justamente eso es lo que te permite que puedas abrirte después del desapego para ese aprehender de otras culturas y de otras maneras. Aunque también creo que es un libro en el que yo habló de distintas mujeres, o de cómo se hace la vida en distintas latitudes. Esto tiene que ver, por supuesto, con la cultura y con las costumbres, pero hay una observación ahí de toda la diversidad de cómo las mujeres estamos haciendo vida en distintos lugares.

JMH: El tema de la resistencia es otro de los elementos del libro. Por ejemplo, en el poema de Rue Montorgueil que termina, con “Vive la résistance!”

MA: Hay una resistencia que surge desde la supervivencia, hasta la supervivencia emocional, entonces, la pregunta sería desde dónde estamos agarrando esa resistencia, es decir, yo estoy parada en el mundo y estoy resistiendo todo lo que eso implica, y ahora estamos resistiendo todos.


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