- Existen varias propuestas metodológicas para determinar el delito de feminicidio
- Preocupante que no se considere el fenómeno del feminicidio con base a conflictos armados
En conferencia organizada por CIDE-Fem en colaboración con CIDE Región Centro en el contexto del Día Internacional de la Mujer, la estudiante de la Maestría en Métodos para el Análisis en Políticas Públicas (METPOL), Dafne Viramontes, compartió algunos de los resultados de su trabajo de investigación sobre feminicidios en México, para el cual se basó en tres principales fuentes de información sobre muertes violentas de mujeres: las estadísticas de mortalidad el Inegi, las estadísticas de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y el Censo Nacional de Procuración de Justicia, también del Inegi.
Detalló que de las tres fuentes las estadísticas de mortalidad del Inegi es la más confiable, dado que se basan en registros administrativos del Registro Civil, el Servicios Médico Forense y las agencias del Ministerio Público y recoge información del lugar del presunto delito y algunas características socioeconómicas de la víctima, lo que permite indagar otros aspectos, aunque no cuenta con un apartado sobre feminicidios y solo señala homicidios de mujeres.
Las estadísticas de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo registran las averiguaciones previas y carpetas de investigación, además de incluir desde el 2015 los registros de feminicidios, aunque tiene deficiencias como el que sean las fiscalías las que hacen el reporte con base a lo consideran feminicidio, al no tener una metodología, lo que puede provocar una subtipificación de este delito.
El Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal cuyo objetivo es conocer el funcionamiento de las fiscalías y las procuradurías locales, representa una fuente distinta respecto al feminicidio.
Explicó que existen varias propuestas metodológicas, las cuales se basan en distintas variables para determinar el delito de feminicidio, como si fueron víctimas de violencia sexual, si se infringieron lesiones y mutilaciones, expresiones degradantes previos a la privación de la vida, antecedentes de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, escolar o laboral, que tuvo una relación sentimental o de confianza con el agresor, que hubieron amenazas, si la victima fue incomunicado y si el cuerpo de la victima fue expuesto en un lugar público. Esta clasificación es posible realizar un cruce de información de las fuentes disponibles, aunque muchas veces es difícil lograr obtener datos respecto a cada una de las variables.
Apuntó que en el país, con base al incremento de la violencia, es preocupante que no se considere el análisis del fenómeno del feminicidio con base al conflicto armado, ya que las víctimas de esta situación también deberían ser consideradas feminicidios.
Destacó que, según datos de las tres fuentes consideradas, se aprecia que no hay concordancias entre sí respeto a los datos que arrojan, pues, aunque, por ejemplo, en el caso de Aguascalientes, las tasas siempre son bajas, no existen similitudes entre una estadística con las otras.
Como parte de las propuestas que presentó la economista, consideró necesario que para entender el fenómeno del feminicidio es necesaria una variable que permita conocer si la víctima sufrió o no violencia sexual, reducir los datos faltantes a través de mejoras a los datos administrativos, además de la necesidad de identificarse, de incluir información complementaria, en el caso de feminicidios en carreteras o calles, del espacio público.