Aprender a mirar/ Bajo presión  - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Leer es aprender a mirar, descubrir al otro. Leer es la disposición a escuchar y a ser escuchado, un aprendizaje de vida, de convivencia. Es un acto de fe, creer que los libros son la puerta que nos permitirá recuperar la conversación. Cada libro que se abre contiene, invariablemente, la oportunidad de hallarse con el otro.

Una obviedad, a los libros se llega por distintas vías, la recomendación del amigo, siguiendo la crítica del que sabe, por la huella que imprime en la punta de los dedos o el aroma de sus hojas mientras se sopesa cerca del rostro, pero la mayoría de las ocasiones el encuentro con el libro preciso ocurre gracias al amor que entra por los ojos, siempre es amor a primera vista, incluso antes de leer el nombre del autor o el título del volumen. Mi biblioteca personal está repleta de esos tomos que tomé del estante por la simple promesa que sorbí a través de la mirada.

Un comprador compulsivo de libros como yo aprende a mirar de manera distraída en las librerías, mientras enfoca su atención en los autores que ya conoce y de los que necesita su obra, así, necesita, deja que la mirada se resbale por las portadas para, en una de esas, hallarse un guiño, una promesa a partir del diseño del libro.

Vicente Rojo es uno de los artistas que me enseñó a mirar, a enamorarme de un libro a partir de la vista antes que cualquier otro sentido. Vicente Rojo falleció ayer a los 89 años de edad, pintor, escultor, editor, diseñador gráfico, para mí, esencialmente, el artista con el que estoy agradecido por acercarme a los muchos libros que hoy forman parte de mi formación como persona.

Vicente Rojo, el trabajador por la cultura, quien se describió así: “En relación al tema de qué clase de trabajador soy yo, escojo una respuesta más sencilla o quizá más complicada: trabajar por la cultura es trabajar por la vida. Pero siempre y cuando la cultura no sea la visión superficial de quienes se creen poseedores de la verdad y hacen de ello un privilegio, sino que signifique la práctica permanente de la civilidad, donde lo personal y lo colectivo encuentren su equilibrio, donde la convivencia de las ideas permita que las más extrañas e insólitas de las individualidades no sólo sean respetadas sino alentadas, una práctica cultural que haga posible que nazcan utopías y se desarrollen los sueños propios y los compartidos, que no esté falsamente dividida ni fragmentada: en la que la llamada alta cultura y la conocida como cultura popular sean dos extremos que se sumen para darle a la vida imaginación y hondura. Yo me hago la ilusión de haber contribuido como pintor, escultor y diseñador gráfico a la difusión de esa cultura, donde lo esencial le gane terreno a la banalidad que por medio de la comercialización impone lo secundario, lo irrelevante, el éxito fácil y rápido; una vida cultural en la que incluso el espectáculo y la necesaria diversión puedan, al mismo tiempo, emocionar y perturbar. Me sentiría feliz si hubiera aportado a este proyecto un grano de arena, o quizás algo mejor, una piedrita en algún zapato”.

La nota necrológica de Vicente Rojo destaca que fue miembro de la Generación de la Ruptura y que su obra plástica lo coloca como uno de los artistas más importantes del abstraccionismo; lo que yo puedo decir es que he pasado horas contemplando su serie México bajo la lluvia mientras escucho atento al mensaje de los lienzos; lo mismo me ocurre ante sus esculturas, los Volcanes, las estructuras misteriosísimas que invitan a tocarlas, a descubrir la vida que en ellas late a pesar de su geométrica armonía.

Vicente Rojo, artista, el editor de ERA, quien diseñó Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco; La Feria de Juan José Arreola, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez; varios títulos de la serie del Volador de Joaquín Mortiz o la colección popular del Fondo de Cultura Económica.

Falleció Vicente Rojo, gracias por tanto, gracias por enseñar a mirar.

Coda. “Me resisto a ver nostálgicamente aquellos tiempos y a escribir ‘memorias’ de un proceso que aún no ha terminado. Porque si algo me enseñaron Vicente Rojo y el periodismo es que el trabajo de ayer no importa y es preciso recomenzarlo y reinventarlo todos los días. Sólo quiero recordar que, democráticamente aplicada al libro, la revista, el cartel, el folleto y aun la invitación, la maestría del pintor Vicente Rojo ha cambiado nuestras relaciones con las artes gráficas y aun nuestra manera de mirar”, en Vicente Rojo visto por José Emilio Pacheco.


 

@aldan


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Edilberto Aldán

Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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