Otra vuelta al reloj. Ahora un año después, el presidente López, fiel a su estilo, coincidiendo con la misma fecha y con un entorno aún más enrarecido, en lo económico, en lo sanitario, en lo político, en lo social, vuelve a disparar la misma perorata con respecto a los señalamientos de diversos grupos feministas nacionales en el sentido de subrayar el desdén y animadversión de su administración respecto a la precariedad con que las mujeres mexicanas deben afrontar su día a día, ante una realidad por demás difícil y agresiva a su mera condición de mujeres.
Salvador García Soto, columnista de El Universal, publica en su cuenta de Twitter con respecto a las imágenes difundidas el viernes 5 pasado del amurallamiento de Palacio Nacional por parte del gobierno “más feminista de la historia”, como única respuesta a un desafiante movimiento de mujeres, del que Andrés Manuel López Obrador optó, en la coyuntura del momento, distanciarse y, de plano, confrontar las demandas y reclamos de las mexicanas contra la violencia, el feminicidio, la falta de seguridad y justicia, que, en otro año acumulado, definen la realidad del país.
A esta situación de abandono y apatía a las causas de las mexicanas por la administración morenista y su única cabeza visible, el régimen de la 4T, le agregó el ingrediente surgido de la temporada electoral, específicamente por la designación del senador Félix Salgado Macedonio como candidato del partido oficial a la gubernatura del sureño estado de Guerrero, quien enfrenta por lo menos tres denuncias judiciales que lo señalan como responsable de agresiones y abusos por el político morenista guerrerense. Conforme se fue acercando la fecha de la formalización de la candidatura, la presión de diversos grupos y colectivos feministas, de legisladoras, académicas, periodistas, fue subiendo de tono al respecto, llamó la atención que entre las voces que se alzaban, estaban figuras de los grupos parlamentarios del propio partido del presidente, Morena, exigiendo la reconsideración de la postulación del senador con licencia. Y por supuesto, la respuesta del presidente se dejó escuchar a través del oráculo presidencial mañanero.
Según el rey López, los señalamientos de las mujeres no obedecían a otra intención que no fuera el hacer, mera “politiquería”, que eran parte, en el imaginario presidencial, de un perverso plan de linchamiento contra su entrañable amigo y compañero en la transformadora lucha por México, del casi prócer, Salgado Macedonio. En su descalificación, desde mediados de febrero, y su descuidado discurso y argumentación, López tundió con su ya famoso “ya chole”, cuando por todas partes surgían exigencias a “romper el pacto patriarcal”, pacto que, en principio, no tenía claro bien a bien qué significaba, aunque lo ejerce a plenitud. Para rematar, el jefe del Estado Mexicano, señaló que el movimiento feminista era sólo una respuesta a una moda extranjera, que no correspondía a nuestra sociedad, que no tenía razón de ser y menos contra el gobierno feminista que él encabezaba. Así de mal el presidente.
Los hechos y las cifras son contundentes en el reclamo del movimiento feminista mexicano, en el Instrumento para el Registro, Clasificación y Reporte de Delitos y las Víctimas CNSP/3815 elaborado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, registró en el último año 969 víctimas de feminicidio. Cifras oficiales. Ya en el 2020, también se observaba la existencia de feminicidios que son registrados al inicio de las investigaciones como homicidios dolosos de mujeres, de los cuales se registraron 2,783, que, si los sumamos a los últimos 940 feminicidios registrados por SESNSP de ese año, resulta un total de 3,723 mujeres asesinadas con violencia.
Los programas y recursos para apoyar y proteger a las mujeres se han reducido de manera inversamente proporcional al aumento de los multimillonarios recursos de los proyectos insignia del régimen: el Tren Maya, con todo y los amparos a su ejecución; el aeropuerto “Felipe Ángeles”, y sus deficientes sustentos técnicos; la refinería de Dos Bocas, que bien a bien nadie sabe si algún día funcionará. Ya casi nadie se acuerda de las estancias infantiles, de los refugios para las mujeres violentadas y sus hijos, los programas de escuelas de tiempo completo, aquí la pandemia tiene su injerencia; los programas de salud para la mujer, tratamientos del cáncer de mama y cérvico uterino, y podemos continuar agregando datos a la indolencia de la 4T al tema de las mujeres en nuestro país.
En materia de empleo, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi, publicada en enero de este año, la participación de las mujeres en la tasa de ocupación a diciembre del 2020, fue de el 41.4% frente al 73.2% de los hombres de un total del 56.4% (100%) de participación económica, y no existe una política clara en materia de impulsar o nivelar las oportunidades de ocupación o empleo para las mujeres, salvo los programas clientelares no estructurales de apoyos económicos irregulares y claramente electorales del “Bienestar”.
Sin pretender abundar sobre el particular, son por demás claros los propósitos del movimiento de las mujeres de México este 8 de marzo del 2021, dejarle claro a la 4T, a su gobierno, al presidente López, que se expresará con firmeza y fuerza para ser escuchado por ellos, y por todos los mexicanos en la marcha que conmemora el Día Internacional de la Mujer, de manera horizontal, y con alcance nacional. El atrincheramiento del presidente (¿rey chiquito?) en Palacio Nacional, aunque se presume “pacifista” y protector del patrimonio público, no deja de ser una expresión de su desprecio y alejamiento de las causas de las mujeres que dice representar; y, subjetivamente, de su miedo a confrontar la singular, representativa y legítima causa que enarbolan.
El discurso del rey López va en contrasentido del discurso de las mujeres, de los hombres, de los mexicanos todos, quienes deben seguir el camino solos, sin el acompañamiento necesario de su gobierno, el cual nunca ha demostrado estar a la altura del pueblo que dice conducir.