“El problema Andrés Manuel, no es tu edad en lo absoluto, el problema es que tus ideas son muy viejas”. Quien no recuerda esa frase que lanzó Ricardo Anaya a López Obrador en el segundo debate presidencial que tuvo lugar en mayo de 2018. Pues hoy, a casi 3 años de aquel momento, las decisiones que ha tomado el Gobierno Federal de Morena confirman que, efectivamente, Andrés Manuel vive en el pasado.
La iniciativa de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, por ejemplo, es un retroceso en todo el sentido de la palabra. Aunque la reforma energética de 2013 ha permitido la captación de numerosas inversiones extranjeras, incluido el sector de las energías renovables, la 4T apuesta al retorno del monopolio administrado por el Estado.
La falta de oficio para administrar los recursos de la Nación está más que comprobada. Pemex y la CFE son muestra de ello. En 2 años, Petróleos Mexicanos ha perdido cerca de un billón de pesos; mientras que la Comisión Federal de Electricidad acumula un déficit de 120 mil millones de pesos por concepto de deuda. Pese a ello, al presidente López Obrador le resulta poca cosa condonar la deuda histórica de los tabasqueños, que desde 1995 dejaron de pagar por el servicio de luz, motivados precisamente por los actos de resistencia civil que encabezó el hoy inquilino de Palacio Nacional.
Bueno, pues con la reforma que impulsa su gobierno de Morena para terminar con el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM), lo único seguro es que seremos todos los usuarios de energía eléctrica quienes pagaremos los platos rojos, pues se anticipa un incremento en las tarifas de luz derivado de la falta de competencia.
Los complejos de este gobierno han resultado muy caros para el país. Ahí está el error de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de México por la supuesta corrupción que había detrás del proyecto. A la fecha no se ha presentado ningún responsable de esos señalamientos, pero el “chistecito” nos costó 270 mil millones de pesos, que pagaremos todos los mexicanos durante los próximos años con nuestros impuestos.
A López Obrador le incomoda la modernidad, es un hecho. Efectivamente, como también dijo Anaya en ese debate, el hoy presidente no entiende el mundo en el que hoy vivimos y camina como los cangrejos. Mientras el planeta entero avanza hacia las energías limpias, partiendo de uno de los fenómenos más complejos que hoy enfrenta la humanidad, es decir el cambio climático, su gobierno apuesta a la refinación de petróleo como el principal eje de la política energética.
Un ejemplo de las bondades de estas energías puede apreciarse claramente en Tamaulipas, que hoy cuenta con doce parques eólicos que le permiten producir el 12% de toda la energía eléctrica que consume el país, más de 1572 megawatts, que equivalen al consumo eléctrico de casi 3 millones de viviendas. Además, la política energética que impulsa el gobierno de Cabeza de Vaca, ha permitido la captación de 5 mil 300 millones de dólares en tan sólo 4 años.
Pero a nivel nacional, el complejo de López Obrador con todo lo que huela a modernidad, reforma energética y energías limpias, es muy grande y le está haciendo mucho daño a México.
Mientras países del primer mundo como Islandia, Noruega, Alemania y Suecia han dado pasos trascendentales hacia la transición de las energías renovables y hoy producen más del setenta por ciento de su energía a partir de estas fuentes; el lopezobradorismo apuesta a los combustibles fósiles, la refinación y los monopolios.
Ese peligroso camino lo siguió Venezuela hace algunos años y las consecuencias están a la vista de todos.