APRO/Columba Vertiz
La violencia que ahora padece el país supera la de la época colonial, asienta sin duda alguna el cineasta mexicano-estadunidense Rodrigo Reyes, director del docudrama 499, concebido a medida que se acercaban los 500 años de la caída de Tenochtitlán, a cumplirse el 13 de agosto.
Es un largometraje en retrospectiva.
El actor Eduardo San Juan Breña (nacido en Madrid), protagoniza a un conquistador del siglo XVI que viaja del pasado al 2020. Llega a las costas de Veracruz y camina la ruta de Hernán Cortés para arribar a la capital azteca pasando por la Sierra Madre, el Altiplano y el Paso de Cortés.
En su andar escucha a familiares reales de periodistas y policías asesinados, niñas violadas y personas desaparecidas. Conoce a migrantes amenazados por grupos armados y a gente que pertenece al crimen organizado. Él oye a todos y se arrepiente de todo lo sucedido en la conquista hace cinco siglos.
499 ha recorrido varios festivales internacionales. El año pasado ganó Mejor Fotografía (Alejandro Mejía) en el Festival de Tribeca, Nueva York; los premios especial del jurado en el Hot Docs de Toronto, Canadá, y el EBS International Documentary Festival Corea, y la Rana de Oro a Mejor Fotografía en el Camerimage de Torun, Polonia. Mejía es el sexto fotógrafo mexicano en recibir la prestigiosa Rana de Oro después de Rodrigo Prieto (Amores perros, Aleksander), Guillermo Navarro (El laberinto del fauno), Alfonso Cuarón (Roma), Lorenzo Hagerman (Heli) y Ernesto Pardo (Tempestad).
El filme participará en la sección Ahora México de la 11 edición del Ficunam (Festival Internacional de Cine de la UNAM), a realizarse del 18 al 28 de marzo próximo.
Reyes rememora por teléfono que conforme se aproximaban los 500 años empezó a charlar con el productor Inti Cordera e iniciaron el proyecto: “En la lluvia de ideas nació la propuesta de: Sigamos a un personaje del siglo XVI, ¿qué diría si ve al México de hoy?, y hagámoslo sobre la ruta de Cortés. Vamos a hackear el aniversario para recordarnos que los pendientes de la historia hay que resolverlos ya. No hay que quedarnos en el debate de que si los españoles nos conquistaron, si fueron buenos o malos. Transformémonos. Vamos a exorcizar ese fantasma. El filme es un road movie por la historia.”
El cineasta ha presentado su obra en festivales alrededor del mundo, desde Morelia al BFI Londres, incluyendo el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y ha sido proyectada en las plataformas PBS y Netflix. Realizó los documentales Memorias del futuro (2012) y Purgatorio: Viaje al corazón de la frontera (2013), la cinta de ficción Lupe bajo el sol (2016) y los cortos Después de la redada (2019) y Abuelos (2020).
Cuatro años de trabajo
Reyes cuenta que iniciaron 499 a finales de 2015 y principios de 2016:
“Fueron cuatro años de trabajo, de los cuales dos fueron de investigación. Y en esa ruta de Cortés encontramos todos esos problemas de crisis social, todas esas manifestaciones de violencia, y vimos que podíamos realizar conexiones directas de las fechorías de los conquistadores.
“Para México, la conquista es el momento más grande de nuestra imaginación histórica, un evento cataclísmico y traumático que continúa haciendo eco hasta nuestro presente. Conforme se acercaba el aniversario de los 500 años, comencé a pensar sobre el efecto de esa herencia del pasado. Me di cuenta que había vínculos muy claros entre la realidad contemporánea de México y las facetas más violentas y espantosas de la conquista española”.
–¿Por qué 499 cuando ya son precisamente los 500 años de la caída del imperio mexica?
–Esos números tan redondos de los aniversarios implican algo muy oficial, muy cerrado, y lo que queremos es apuntar a esta historia inacabada, a los pendientes por resolver, y 499 es un número más provocador y aterrador. Incluso lo escribes y posee algo muy perturbador. Lleva a pensar que hay algo inacabado, ya sea que no hemos terminado el ciclo de la violencia o que la violencia no ha terminado de conquistarnos o quizá todavía tenemos esa oportunidad de romper ese ciclo.
“No soy fan de los aniversarios bien cerrados, porque siento que tienden a manipularse bastante y a poseer una función muy gubernamental, cuando la historia debe de ser de todos y debemos dialogarla y reimaginar nuestro universo”.