- El revés por la Presidencia de Morena y las candidaturas para las próximas elecciones han mantenido al bando de Bertha Luján en un silencio lúgubre… pero planeando un contraataque a largo plazo.
EMEEQUIS
Hay un ambiente lúgubre en una fracción de Morena, un mal presentimiento atorado en la boca del estómago, una sensación de derrota. Los “puros”, aquellos que se dicen fieles a las bases del partido, temen quedarse fuera de la jugada este 2021.
De Bertha Luján –quien fungió como Presidenta del Consejo Nacional de Morena– poco se sabe. Pese a haber llamado a la resistencia tras la llegada de Mario Delgado, sus acciones han pasado desapercibidas. Se advierte su poco margen de acción.
De Citlalli Hernández –secretaria general de Morena– se dice que vive en una burbuja, creyéndose contrapeso, cuando en realidad asiente a todo: no ha logrado contrarrestar las acciones de la nueva administración.
De aquellos diputados que alguna vez le hicieron frente a Mario Delgado en San Lázaro sólo queda el silencio, por el temor a que la dirigencia del partido rechace su intento de reelección.
Incluso Porfirio Muñoz Ledo, a quien le habían prometido voz y voto sobre los candidatos de 2021, luego de la derrota por la presidencia del partido, también ha quedado de lado, sin fuerza para influir en el nuevo orden interno.
La “resistencia” se apagó, ya no hay planes, estrategias conjuntas, sino un “sálvese quien pueda”. El poder que tenían “los puros” dentro del partido de Andrés Manuel López Obrador está debilitado y no encuentran cómo recuperar fuerza en este periodo electoral.
El primer golpe vino cuando, en medio de la renovación de la dirigencia, se filtró una llamada de Bertha Elena Luján con –aparentemente– Gerardo Occelli, asesor de Alfonso Ramírez Cuéllar, quien todavía era el presidente interino del partido. En aquel diálogo reconocían que Delgado iba por delante, que Porfirio se estaba quedando detrás y que tenían que prever una candidatura para Bertha en 2021.
El golpe aturdidor, sin embargo, llegó con los resultados de la encuesta, en los que Porfirio Muñoz Ledo fue rebasado por Mario Delgado en la contienda. Analizaron la posibilidad de llevar el caso a tribunales, un deseo de venganza por el juego sucio que las filas de Delgado impulsaron durante la campaña por la renovación de la dirigencia, en las que incluso acusaron al renombrado y experimentado político de acoso sexual. Ese triunfo ajeno aturdió fuerte y dejaron pasar el contraataque, Luján apostó por organizarse en la resistencia y darle la victoria a Delgado en la contienda.
Esperaban que con Porfirio cercano al proceso de elección de candidatos, y con Citlalli como la segunda al mando del partido, pudieran evitar el “agandalle” en los cargos de elección popular. Pero ese fue otro golpe, fuerte y bien dado.
Los candidatos que han sido respaldados para las 15 gubernaturas por Morena son, en todos los casos, gente cercana a Mario Delgado. “Los puros” han visto en primera fila la elección a discreción de los candidatos y cómo por fuera se presumen decisiones basadas en encuestas que aunque se llevan a cabo, no se respetan. Así han visto subir de la mano de Delgado a inexpertos, cuotas partidistas, amigos e impresentables. Ven tambalearse la elección por las decisiones que consideran erróneas, pero tampoco tienen margen de maniobra.
La esperanza se fue apagando, incluso, en donde se sentían fuertes: la reelección de diputados mandatada por el mismo presidente de la República.
Los legisladores que comulgan con la visión purista de esta facción, los mismos que le pidieron una rendición de cuentas clara a Mario Delgado antes de dejar San Lázaro para ir a dirigir el partido, enviaron su solicitud de reelección, confiados. Pero ninguno –incluyendo al mismo Muñoz Ledo– tiene claridad del respaldo.
Saben que Delgado no los ve con buenos ojos, saben que la decisión de aplazar el anuncio de los candidatos a diputaciones federales hasta el 8 de marzo, en lugar del 3 de febrero, tiene que ver con un juego mental: enviar el mensaje de que la decisión está en sus manos y que será su dedo el que señale quién sí y quién no tendrá el camino libre para la reelección.
Soltar 2021, poner la bala en 2024
La invitación a la resistencia que lanzó Bertha Elena Luján luego de que Porfirio Muñoz Ledo quedara fuera de la presidencia de Morena tiene, sin embargo, un plan a largo plazo: la contienda electoral de 2024, cuando se renovará la presidencia de México y la jefatura de gobierno en la CDMX.
“Los puros” juegan del lado de Claudia Sheinbaum, actual jefa de gobierno en la CDMX; mientras que “los moderados” están con Marcelo Ebrard.
Es Alfonso Ramírez Cuéllar, miembro de “los puros”, quien ha mantenido una cercana relación con la actual jefa de Gobierno, con miras a preparar el camino que ha de seguir esta fracción del partido si quiere quedarse con la candidatura. Se dice que es un consejero discreto, pero muy cercano, que pasan tiempo juntos definiendo los senderos que hay que andar.
La dificultad está en que el otro bando, que lidera Delgado, ofrece competencia ardua. Es nada más y nada menos el canciller Ebrard –el mismo que se ha colocado como la pieza clave de la vacunación contra el Covid-19– quien quiere el cargo. Delgado tiene ganada la primera gran batalla, reconocen “los puros”, pero la guerra comienza después del próximo junio.
En suma, para 2024, prevén que Delgado busque quedarse –de menos– con la jefatura de Gobierno de la CDMX y para complicarle el paso tienen a un alfil en el senado.
@emeequis