- Personal médico debió de haber recibido la segunda dosis de Pfizer desde el 4 de febrero
- No hay atención sicológica para el personal de hospitales de segundo nivel, pues con recortes se quedaron sin personal en esta área
- Médicos ya están cansados, agotados y con miedo, se trata de hacer contención entre el mismo personal
En hospitales pequeños la pandemia se vive de una manera muy diferente debido a la capacidad de su infraestructura. Los médicos ya se sienten cansados, no tienen contención sicológica alguna. La segunda dosis de la vacuna aún no se les aplica. Hacer contención con familiares es muy diferente en estos centros.
Los hospitales mixtos en México representan una experiencia interesante, pero de difícil valoración en relación con la capacidad para ofrecer atención médica de buena calidad, desde el punto de vista técnico y con la sensibilidad cultural para ajustarse a las demandas, según considera un artículo elaborado entre el Instituto Nacional de Salud Pública y el Colegio de México. Aunque su estudio estaba enfocado en la evolución de los hospitales en comunidades indígenas en Puebla y Nayarit, la realidad es que los hospitales mixtos en todo el país tienen un reto importante para garantizar una atención de calidad a la población.
A un año de la pandemia, sigue siendo un reto garantizar que los hospitales mixtos sean un espacio seguro para evitar contagios y atender a los pacientes que tienen covid-19. En Aguascalientes, por parte del Instituto de Servicios de Salud del Estado de Aguascalientes (Issea), se tienen tres hospitales de este tipo: en Rincón de los Romos, Calvillo y Pabellón de Arteaga.
En LJA.MX, para conocer la experiencia de quienes ahí trabajan a casi un año de la pandemia, conversamos con una trabajadora social de uno de estos hospitales, quien prefirió guardar su identidad. Resaltó que es diferente la experiencia que tiene ella en un hospital mixto y un hospital donde se tenga un buen covitario establecido.
“A nosotros –los hospitales mixtos– no solo se nos triplicó el trabajo, estamos al 500% más. Es muy cansado porque hay pocas trabajadoras sociales por turno en donde tenemos que cubrir todas las áreas. Si yo me meto al covitario es no salir en ocho horas y ¿quién me atiende las demás áreas? No puedo entrar y salir al covitario porque contamino”, comentó.
Como trabajadora social tiene un acercamiento con los familiares de pacientes covid donde les informa acerca del estado de sus pacientes o algún medicamento que necesiten. “Nos arriesgamos mucho con la misma familia, tengo familias a las que hemos entregado cuatro o cinco muertos. Todo lo trato de hacer por teléfono, pero hay gente que no tiene para uno, si no mis dos metros de distancia”, dijo.
La manera en que las trabajadoras sociales mantienen el contacto entre los pacientes y sus familiares es por videollamada.
Los protocolos establecen que trabajo social debe de permitir el acceso a familiares para que reconozcan a los pacientes, sin embargo, con el covid esto se ha imposibilitado, pues se exponen ellos, el personal que ahí labora, además de que no se considera cómo actuará un familiar ante una pérdida, por lo que pueden reaccionar violentos y pueden agredir al personal. “Además la guía nacional dice que yo me meta con un cubrebocas normal, guantes y una careta, las guías no me funcionan mucho”.
Resaltó que no culpa a las autoridades por no tener un protocolo actualizado, sino que están trabajando en la marcha, conforme vaya evolucionando la pandemia. “No es tanto que no estemos actualizados, nos capacitamos día con día cuando esta pandemia también cambia día con día”, dijo.
En el área de urgencias se siguen atendiendo a pacientes por diversos padecimientos, pero lamentó que cada paciente llegue acompañado de dos o tres familiares sanos, sin cubrebocas y sin guantes y además siguen argumentando que “eso ni existe” cuando se les pide que acaten las medidas sanitarias.
“Esta es la realidad de un hospital pequeño, un hospital que en infraestructura no ayuda. Estamos cansados, pero aún hay mucha actitud. Murieron cinco personas del hospital, en una semana se murieron tres y luego uno de mis compañeros se suicidó, son cosas pesadas que nos agotan”.
“Pero es distinto en el Hidalgo o del IMSS, que tienen su covitario aparte del hospital, que tienen personal exclusivo para esa área y para todo lo demás. Te lo digo así, es más seguro estar en un covitario porque ya sabes a lo que vas, ya tienes tus protocolos, te vistes, entras. A los hospitales que son mixtos el virus puede llegar por todos lados”, comentó.
Ejemplificó con un caso al inicio de la pandemia en el que una señora llegó al hospital por un dolor de pies, quien al tener antecedentes de varices fue tratada como un caso de flebitis. “El personal la atendió normalmente, platicamos, permaneció tres días ahí. Al tercer día en la noche empezó con un paro respiratorio y fiebre, con todos los síntomas covid. Nosotros nos asustamos porque todos usábamos solo la protección normal, todo el turno que tocó trasladar a la persona salieron positivas, bendito sea Dios que nadie murió en ese brote”.
Respecto a contención sicológica al personal de salud comentó que en el hospital donde trabaja no es posible, pues los recortes del Gobierno Federal hechos hace dos años provocaron que no hubiera personal para esta área.
“El Issea ha hecho campañas de salud mental, de hablar por teléfono. Pero para mí, contenerme por teléfono con alguien que no sabe lo que estamos pasando no me interesa, no saben el miedo con el que vivimos al día, y más el personal que tiene hijos y han pasado meses sin poder ver a sus familias. Tratamos de hacer contención entre nosotros, sí al principio había mucho estrés y miedo, pero ya tratamos de ver el lado positivo”, dijo.
Comentó que el personal médico del lugar ya fue vacunado con la primera dosis de Pfizer, pero la segunda dosis debió de aplicarse el cuatro de este mes. “Ya llegaron las vacunas para los adultos mayores, pero nosotros tenemos que esperar a que la Pfizer llegue porque de lo contrario no servirá de nada la vacuna”, declaró.
“Me gusta mucho mi trabajo, a lo mejor sonó como queja, me gusta mucho mi trabajo, pero a veces la gente no ayuda, hay a quienes les sigue valiendo”, dijo.