Bajo presión
Representantes
Edilberto Aldán
El alboroto ha sido el mismo de siempre, magnificado por las redes sociales, la indignación por los artistas, cantantes y famosos que se han inscrito como precandidatos a diferentes cargos de elección popular. Así ha sido cada elección, solemos quejarnos porque quienes aspiran a llegar a los congresos, alcaldías o a una gubernatura tienen un trabajo que les permite difundir su imagen en los medios de comunicación. El escándalo alcanza niveles de alarma a través de la difusión de memes en los que se nos advierte que de votar por un cómico o una intérprete, un deportista o un influencer, después no nos quejemos de los malos gobiernos.
La saña contra Paquita la del Barrio no es la misma que contra los luchadores que se apuntaron a las alcaldías en la Ciudad de México, ni tampoco la misma dirigida hacia Carlos Villagrán que actuaba como Quico en El Chavo del Ocho o Alfredo Adame o Arturo Carmona; no sólo porque la cantante puede ser más famosa que cualquiera de los otros mencionados, la crueldad de los comentarios contra ella muestra una arraigada misoginia y clasismo, las burlas contra Francisca Viveros Barradas, antes que por su confesión de que no sabe para qué se postula, son por el tipo de música que interpreta, popular, ranchero. Nada, absolutamente nada prueba que Carístico, Tinieblas o Blue Demon Jr. sean más “inteligentes” que la interprete; nadie puede predecir con certeza que el desempeño de los futbolistas Francisco El Abuelo Cruz o Adolfo El Bofo Bautista vaya a ser mejor que el de Paquita, sin embargo, fácilmente se le compara con la postulación que hiciera el PRI de la actriz Carmen Salinas; los comentarios agresivos hacia la cantante parten del desprecio que sentimos hacia aquello que nos refleja, pocos se atreverán a decir públicamente que les fascina cantar o escuchar alguno de los éxitos de la intérprete.
Con un simplismo sustentado en la ignorancia solemos acusar a los representantes populares de no cumplir con el trabajo para que les pagamos, lo cual es cierto, pero solemos señalarlo como si fueran nuestros empleados, cuando su obligación, por ley, no es trabajar para nosotros sino representarnos.
La búsqueda de los partidos de gente famosa para que lleven sus siglas en la boleta electoral es absolutamente criticable, muestra la desesperación de esos organismos ante la fractura del sistema de competencia política, sin embargo, los ataques contra los famosos por querer tener un cargo no señalan esa condición, son ataques personales, dirigidos a denostarlos por el trabajo que desempeñan y sólo se ocupan de atacarlos pero no de evaluarlos o rendirles cuenta por su desempeño, como no se hace en general con los representantes populares.
Hemos olvidado, a propósito, que al votar lo hacemos por quienes deseamos que nos represente, esa es su obligación, ese es su trabajo; él nuestro, elegir y exigir.
Coda. De Dylan Thomas, estos versos:
O make me a mask and a wall to shut from your spies
Of the sharp, enamelled eyes and the spectacled claws
Rape and rebellion in the nurseries of my face,
Gag of dumbstruck tree to block from bare enemies