La vida privada de una comunidad de mujeres trans que se dedican a la prostitución - LJA Aguascalientes
22/11/2024

  • Entrevista a Camila Sosa-Villada sobre Las malas

 

Las malas de Camila Sosa-Villada es una novela que cimbra al lector, una novela subversiva que se interna en la vida privada de una comunidad de mujeres trans que se dedican a la prostitución en Argentina. Una novela, que se construye a partir de varios niveles narrativos, para reconstruir el día a día de estas mujeres, que han sido golpeadas, violentadas, agredidas por sus familias, sus parejas, sus clientes, los policías, las autoridades, y que, sin embargo, tienen las fuerzas para seguir adelante día a día, para reírse, burlarse, vestirse como reinas. Y sobrevivir en medio de una realidad cruel, despiadada. 

Las malas se centra en la figura de la Tía Encarna, una mujer trans, que ha visto mucho y ha vivido más, que funge como una especie de madrina de esta comunidad de prostitutas trans que trabajan en los alrededores del Parque Sarmiento en Córdoba, Argentina. Una comunidad a la que llega la narradora, que es una chica joven que llega a estudiar a la universidad, pero también a liberarse de la violencia y de los prejuicios que ha tenido que soportar en su pueblo. La narradora nos contará la historia de la Tía Encarna, que una noche adoptará como su hijo a un bebé abandonado en el parque: El brillo de los ojos, como lo nombrarán las chicas de la corte de la Tía Encarna. 

A partir de una prosa poética, llena de simbolismos, que no se guarda nada sobre la violencia que han vivido las mujeres trans (y que siguen viviendo), Las malas recrea una historia repleta de actos de amor, de entrega y de una amistad intensa, a veces cruel, a veces repleta de sarcasmo. Una historia en donde los odios, los golpes, también funcionan para reflexionar sobre el papel de las mujeres trans en la sociedad contemporánea, y sobre la profunda hipocresía en muchas de las actitudes machistas de hombres que se esconden de sus familias, de su posición en el trabajo, en la sociedad, para acceder al placer carnal, que las mujeres trans pueden otorgar. 

Las malas es una novela reveladora, una novela rebelde, una novela subversiva en toda la extensión de la palabra. Camila Sosa escribió Las malas entre 2017 y 2018, diez años después de haber conocido y ejercido la prostitución en Córdoba, al lado de otras mujeres trans. Con esta novela la autora se hizo acreedora al Premio Sor Juan Inés de la Cruz que otorga la Fil de Guadalajara en 2020. Camila Sosa-Villada es además escritora de obras de teatro, y debutó en 2009 con su propio espectáculo titulado Carnes tolendas, retrato escénico de un travesti. A partir de ese año ha desarrollado una carrera como actriz de teatro, cine y televisión en su natal argentina, además de que ha seguido presentando sus proyectos teatrales como El cabaret de la difunta Correa. También ha publicado el libro de poesía La novia de Sandro, su autobiografía titulado El viaje inútil, la novela Tesis sobre la domesticación y Las malas, que fue publicada por la editorial Tusquets. 

Conversamos con Camila Sosa-Villada, quién nos comentó sobre el origen de Las Malas: “En el 2017 quería escribir una obra de teatro, que se llama El cabaret de la difunta Correa, en donde el personaje que cierra la obra era la Tía Encarna, hablando sobre los milagros y contando cómo se había encontrado al hijo de la difunta Correa en el Parque Sarmiento. La intención era editar un libro, hacer un corto cinematográfico y estrenar la obra, pero finalmente, como el teatro que hacemos lo realizamos a todo pulmón, entonces me ganó el teatro, pero el relato de la Tía Encarna quedó relegado, pero al siguiente año me encontré con Juan Forn, en un festival de literatura y él me propuso editar algo en Tusquets, y que le mandará lo más loco que tuviera, y le mande la historia de la Tía Encarna, y le mande también algunos textos referidos a ese niño que mira la mamá, que la dibuja, que la sigue, y entonces ahí empezó a tomar forma.

Javier Moro Hernández (JMH): Leía en algunas notas de prensa que Las malas no tiene relación con el blog que escribiste hace varios años, pero que sí tiene algunos tintes autobiográficos, retomando la historia del niño que nace en un pequeño pueblo rural y que llega como una mujer joven a la ciudad de Córdoba. 

Camila Sosa-Villada (CSV): Es autobiográfica en la forma, pero no en el contenido, es autobiográfica en cuanto todo ese conocimiento lo tengo de primera mano, es decir, que nada de lo que escribo, ni en Las malas ni en ningún otro de los libros que he escrito está ajeno de experiencia, pero no ha sido tocado por mí de alguna manera, pero lo cierto es que yo ya no me puedo buscar en este libro.

JMH: Es un libro que pasa por muchos estados de ánimo, un libro que reflexiona mucho sobre el cuerpo, sobre la infancia, sobre la paternidad, sobre la maternidad. 


CSV: Es que tal vez es un género nuevo, que todavía no se había hecho, que tal vez todavía no se había nombrado. Sin duda es un retrato muy latinoamericano de la figura del padre, aunque sin duda la nuez de la novela sean personajes inesperados en la literatura, pero lo cierto es que todas esas reflexiones que están en el libro en torno a la paternidad, al cuerpo, son cosas que de alguna manera terminan equiparando a las travestís con el resto de la población, con el resto de la gente.

JMH: La maternidad de la Tía Encarna es una maternidad que resulta peligrosa para el resto de la comunidad. 

CSV: Algo que además sucede desde que el mundo es mundo, y es que miles de travestis se mudan a la capital y desde ahí mandan dinero a sus familias. Esto es algo que sucede en Argentina y habló desde ahí en particular, pues muchos travestis se mudan a Buenos Aires, o se vienen a Córdoba, y desde acá envían dinero a Perú, a Salta, al Chaco, a Bolivia, a Chile, empiezan a mandar el dinero para mantener a sus sobrinos, para mantener a sus hermanitos más pequeños, continúan haciendo ese trabajo que es pura maternidad también, ellas están haciendo un trabajo que tiene que ver con maternar, y lo hacen desde que el mundo es mundo. Muchas amigas mías lo han hecho toda la vida, y entonces es algo peligroso cuando eso es apropiado por las travestis con la libertad con la que se lo apropia la Tía Encarna, de poder vivir por fuera su maternidad, exponer a su hijo a la sociedad, como cuando lo empieza a mandar a la escuela, camuflarse entre los padres de la escuela como si fuera un varón y todas esas cuestiones, hacerle papeles falsos, todo eso que ella hace al habérselo apropiado puede causar un poco más de rechazo, pero yo tengo amigas que han mandado a sus hijos a la universidad, es decir, si existe la maternidad trans.

JMH: La novela es una entrada al mundo trans, que el resto de la sociedad conoce poco. 

CSV: Es una entrada pequeña, a una comunidad en especial, no es la entrada al mundo trans porque el mundo trans es enorme, diverso, rico, es inacabable. Las malas no puede ser representación de nada, pero sí de este pequeño mundo de mujeres que yo inventé, que yo escribí, pero nunca del mundo trans, porque las personas que conozcan a las travestis a través de Las malas deben de preguntarse primero qué están conociendo, porque mi libro es una visión muy acotada de múltiples realidades.

JMH: La comunidad que vive en Las malas es una comunidad en sí misma muy diversa, divertida, solidaria, compleja también. Lo cual hace a la novela muy rica, a pesar de las distintas violencias que contiene la novela y que viven las comunidades trans.

CSV: Hace poco acá en Argentina un grupo de travestis puso a disposición un trabajo muy interesante, que se llama Archivo de la Memoria Trans, que es el resultado de un trabajo muy interesante de este grupo, que se ha puesto a recopilar fotografías de travestis hechas por travestis a lo largo de la historia de la Argentina, y una de las chicas que trabaja ahí, que ayuda a la comunidad trans con todos los temas cibernéticos, con todos los temas logísticos de llevar adelante un archivo como este, pensaba que en ocasiones el feminismo se quedaba corto con la palabra sororidad, para hablar de la generosidad, y de la inmediata identificación con la otra que tiene el mundo trans. Yo creo que eso si es verdad, que, así como podemos ser dañinas entre nosotras también éramos muy generosas. Pero lo que sucede es que también el mundo ha cambiado, desde mi experiencia, porque lo que yo cuento en la novela fueron momentos que transcurrieron durante nueve años que tuve contacto con este grupo, y mi contacto fluctuó, es decir, estuve muy en contacto con las travestis en el comienzo, después los estudios de la Facultad me aislaba, y trabajaba en mi casa solamente, después me volví a reencontrar con ellas y con otras, y cambio todo, pero ya no sé cómo será ahora, porque mis amigas travestis son las de antes, y las sensaciones son casi las mismas.

JMH: La violencia es un elemento central de la novela.

CSV: A mí me gusta mucho el rigor dramático del teatro, el asunto de la acción me parece muy importante, y de hecho creo que el asunto de la acción o de la falta de acción, me parece que es algo que puede provocar el aburrimiento o la distracción. A mí me cuesta espantosamente leer cosas que no sean de ficción, y dentro de la ficción cosas que no haya línea de acción, me cuesta mucho, entonces yo creo que eso hace que yo haya poblado la historia de momentos en donde la vida se ponen en valor, las vida y el instinto y el afán por vivir se ponen de valor, se ponen sobre la mesa y se ve a las travestis resolverlo, mejor o peor, pero entenderse con eso. Que es algo que la población heterosexual carece.

JMH: ¿La experiencia de escribir teatro nutre tu experiencia de escribir narrativa?

CSV: No lo creo, porque primero empecé escribiendo narrativa y poesía, y después pasé a escribir teatro, pero sí está la relación innegable de ambas escrituras, de la dramaturgia y la narrativa, pero a partir de la oralidad que está rigiendo la escritura, antes de las cuestiones literarias, académicas, antes de eso se encuentra la oralidad, la forma en la que suenan las palabras.

JMH: Quería preguntarte por el tema del lenguaje, porque es una novela con mucho ritmo, una novela que contiene imágenes literarias muy ricas, casi poéticas. 

CSV: Yo le quería poner un Modigliani que la Tía Encarna tuviera en ese cuarto todo verde, quería poner que se lo hubiera regalado un capitán nazi, pero el editor, me comentó que tal vez eso ya no nos lo iban a creer, no me lo dejaron ponerlo. La vitalidad de la novela tiene que ver con que me interesa no aburrirme a mí misma, quiero poder entenderme, quiero poder hablar sobre ello, entonces si yo me pusiera demasiado solemne con la escritura, oficiar como una escritora a la manera blanca, a la manera heterosexual, adinerada, que es la que ha sido siempre la que ha escrito, con algunas excepciones, por supuesto, pero si yo hiciera eso yo dejaría de ser yo. Entonces prefiero escribir como me sale, como hablo. 

JMH: Por supuesto el tema del cuerpo es una de las líneas narrativas de tu novela, justo está visión hetero patriarcal de que el cuerpo tiene que ser uno e indivisible. 

CSV: En primera está la relación del cuerpo con lo que se escribe, porque siempre hay un cuerpo que está ahí escribiendo, tomando decisiones, es como una especie de olfato, que te obliga a seguir por un lugar y no por otro, que tiene que ver con una sabiduría que es puramente física, y que hace que uno escriba el relato de tu vida, y eso es importante decirlo, porque es a través de la palabra, es a través del lenguaje, que se pueden sanar muchas enfermedades. Entonces primero está esa relación con la escritura, que además es la de un cuerpo conservando una historia familiar, la de un cuerpo escribiendo de dónde proviene, qué cosas vieron sus ojos, qué sentimientos lo invadieron, y luego está el hecho de pensar al cuerpo como algo sagrado, algo inviolable, algo que no admite intervenciones, algo que no admite contemplarlo como una obra de arte, y ser solo una obra de dios, lo que hace que perdamos el horizonte de que somos parte de todo lo que nos rodea, de todo lo que está vivo a nuestro alrededor, que somos todos nosotros, que somos parte de nuestros padres, de nuestros vecinos, de nuestros amigos, de las personas que hacen el pan que comemos. Entonces yo creo que eso es importante ponerlo en discusión, yo creo que Las malas logran a lo largo de toda la novela configurar esta idea de pertenencia de que por sí solas son vulnerables, de que por sí solas están expuestas a algunos peligros, que si estuvieran acompañadas tal vez no las acecharan


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