Víctor Hugo Salazar y Sergio Reyes Ruiz
En esta ocasión presentaremos algunas ideas del libro La dimensión moral del ambiente natural. ¿Necesitamos una nueva ética? de la dra. Carmen Velayos, catedrática distinguida de la Universidad de Salamanca, España. Ella estuvo en nuestra ciudad durante el 19º Congreso Internacional de Filosofía realizado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes en noviembre de 2018 en el que tuvo una distinguida participación y esperamos contar con ella en próximos eventos.
La dra. Velayos parte en su libro tomando el mismo pasaje que uso Leopold, al inicio de su famoso artículo “La ética de la tierra”, en el que hace referencia a un texto clásico, La Odisea, en el que se narra que cuando Odiseo regresa de su viaje a su tierra natal Ítaca, manda matar a todas las esclavas que ayudaron a los pretendientes de su fiel esposa Penélope. Este hecho, en ese momento histórico, no tuvo un peso moral, más bien amoral, pues las esclavas eran parte de sus posesiones, vistas como cosas, no como personas, es decir, no se reconocía en esa época que ellas fueran acreedoras de recibir algún tipo de reconocimiento o consideración moral. La dra. Velayos emplea este mismo ejemplo para exponer cómo es que se da la transición de un estado amoral a uno moral, con ello demostrar cómo la ética ha ido evolucionando a través de los siguientes estadios:
- La relación entre el ser humano y sus semejantes
- Las obligaciones sociales
- Relación entre el ser humano y la naturaleza
El objetivo del trabajo de Velayos es evaluar si se ha extendido la ética hasta el tercer nivel. La autora piensa que sí, pues se han escrito importantes obras en las que se explicita la dimensión moral de la crisis ecológica, lo cual ha permitido crear una “nueva perspectiva de nuestra relación con el entorno, favorecida por la visión ecológica”, ésta permite que la ética muestre la preservación de la vida a nivel planetario “como un fin ético”.
Para Velayos la crisis ambiental tiene un carácter global, por lo tanto, es necesario realizar una investigación interdisciplinar, “rebatir el solipsismo metodológico” de la ciencia y la tecnología para la resolución de los problemas ambientales. Como sabemos los cambios ecológicos siempre han existido en nuestro planeta, sin embargo, el novel es que los actuales han sido creados por la intervención humana, de ahí que la resolución de los problemas ambientales no se limite a soluciones técnicas, sino también filosóficas y morales, lo cual supone una “revisión de nuestras actitudes frente a la naturaleza y la generación de preguntas acerca de nuestros intereses comunes a nivel planetario”.
Con base en lo anterior, para Velayos, el problema ecológico no es un problema social que deba resolverse con optimismo tecnocrático, es decir, “considerar los conflictos ecológicos (el calentamiento planetario, la destrucción de ecosistemas, …) como peligros estratégicos y de supervivencia que nos instan a la búsqueda de soluciones rápidas y eficaces a nivel tecnológico y político”, ya que estas soluciones no son neutralmente morales, implican tomar decisiones éticas y axiológicas que no pueden dejarse en manos sólo de los tecnócratas, exigen también respuestas filosóficas que superen la mera praxis y replanteen las razones, los medios y los fines de dichas acciones.
La filósofa ibérica señala que la ética ambiental, como toda disciplina nueva, su justificación y fundamentación ha pasado por varios intentos entre los cuales, destacan dos: “El primero se refiere a la cuestión normativa sobre si la naturaleza (o alguna de sus partes) merece consideración moral en sí misma. Y el segundo, a la cuestión metaética sobre quién valora y cuál es la instancia última de valor”.
Este novum en la filosofía de extender los criterios de valoración a la naturaleza y a las generaciones futuras lleva consigo la cuestión de cómo justificar dicha extensión o reformulación que oriente los criterios valorativos y normativos. Tres han sido las vertientes: 1) extensionistas antropocéntricas, 2) extensionistas que trata de acceder a nuevos principios normativos y nuevos valores conservando la subjetividad moderna y 3) una ética nueva que reniega de la ética moderna incapaz de afrontar una transvaloración.
Para Velayos una mirada antropocéntrica tradicional puede poner en duda la falta de intereses en un ser incapaz de reclamarlos por él mismo y de hacerlo según nuestras pautas lingüísticas. También puede darse el caso de caer en un antropomorfismo y actuar como mediador, no por ello moralmente. Sin embargo, se cuentan con bases suficientes para atribuir con propiedad intereses a seres meramente conscientes como los animales, pues como bien podemos darnos cuenta, los animales rechazan el dolor; por lo tanto, un interés primordial y vital es mantenerse sin dolor, e incluso podría argumentarse que la capacidad de sentir dolor o placer son “prerrequisitos necesarios para la posesión de intereses” y con ello de consideración moral. En este sentido, se han escrito ya muchos textos que apelan a esta capacidad como un componente fundamental de reconocimiento moral.
Para Velayos la ética, histórica y tradicionalmente, ha sido antropocéntrica tanto en su formulación como en sus contenidos, en los cuales se incluyen exclusivamente valoraciones en las relaciones entre seres humanos. No obstante, cuando se habla de la formulación de una ética no antropocéntrica, no se está indicando que ésta no sea elaborada por personas, lo cual sería absurdo, lo que se quiere señalar es que en ella no sólo se incluyen criterios de valoración humanos, sino que los juicios morales valorativos surgen a partir de funciones vitales o sensoriales que compartimos con otras especies y, a partir de esto, juzgar como bueno, adecuado, conveniente, o viceversa, nuestra conducta hacia el conjunto de seres con los que convivimos.
Tomando en cuenta estos hechos, se ha tratado de encontrar y justificar en ética ambiental cuáles deben ser los criterios para la consideración de los animales no humanos y de la naturaleza en ámbitos morales, lo cual ha generado gran polémica y hasta la falta de esperanza de encontrar dichos criterios en los que todos podamos coincidir.
Estamos de acuerdo con lo escrito en este libro por la dra. Velayos, más aún porque vemos que se ha avanzado en este rubro y que cada vez somos más los que estamos conscientes de que nuestra relación con el mundo natural debe ser distinta, que debemos integrar a la Tierra y a los seres con la que la compartimos dentro de nuestra consideración moral, es decir, dejar de ver el mundo natural como una mera cosa que está al servicio de nuestra especie y comenzar a verlo con mayor empatía, pues su existencia y la nuestra depende cada vez más ello.
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