Escenarios demográficos/ Memoria de espejos rotos  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Things are going to slide, slide in all directions.

Won’t be nothing (won’t be nothing)

Nothing you can measure anymore…

The Future – Leonard Cohen

El Instituto Nacional de Estadística, Geografía, e Informática (Inegi) ha hecho públicos los primeros resultados del Censo de Población y Vivienda 2020, los que corresponden al llamado “cuestionario básico”. Los resultados del conocido “cuestionario ampliado” se harán públicos en el mes de marzo, pero mientras tanto ya tenemos números que nos permiten describir cómo somos ahora, y cuánto hemos cambiado en los últimos diez años.

Evidentemente en este espacio no se hará un análisis exhaustivo, ni de la numeralia nacional ni de la local; pero sí tomaremos algunos datos significativos con los cuales identificar un par de tendencias que hemos cursado y que la estadística permite apuntar a que se acentuarán en el futuro. Los datos que comentaremos son las modificaciones demográficas respecto a: religión, edad, estado civil, y natalidad.

Respecto al primer indicador de los mencionados: la afiliación a algún sistema de creencias religiosas, o a ninguno, muestra datos interesantes. Poco a poco se derrumba el bobo mito de que México es un país católico. De 2010 a 2020 la población que se asume en ese credo descendió de 82.7% a 77.7%, mientras que la no adscripción a creencias aumentó de 4.7% a 8.1%.


En el mismo rubro, los movimientos cismáticos del protestantismo evangélico, en sus diversas denominaciones, aumentaron sus filas de 7.5% a 11.2%. Al margen del dato cuantitativo, podemos ver que –mientras un gran número de personas se declaran católicos– un estudio aparte podría confirmar que de ese total sólo una minoría es efectivamente practicante; mientras en los cristianos evangélicos, su población realmente practicante es proporcionalmente mayor.

Llama la atención que quien abandona los sistemas de creencias es la población joven. En diez años, el número de habitantes que expresó no tener creencias religiosas pasó de 5.3 millones a 9.5 millones; es decir, un incremento de 81.3%. De estos, tres de cada diez están entre los 15 y los 29 años; seguidos por quienes van de los 30 a los 44 años.

En el tema de la edad también se revelaron cambios demográficos importantes que marcan tendencia. Actualmente, la edad promedio en México es de 29 años. En 2010 era de 26 años, y en el 2000 de 22 años. Esto significa un envejecimiento promedio de la población mexicana de 7 años en dos décadas. Esto permite anticipar que, para 2040, el promedio rondará los 36 años.

Sobre el estado civil se destaca que, mientras al año 2000 el 45% de la población estaba casada; para 2020 esta cifra disminuyó a 35%. Por su parte, la unión libre aumentó un 8% en una década; mientras que los divorcios escalaron de 2000 a 2020 alrededor de 306% más, pasando de 52 mil 358 a 160 mil 107 matrimonios que finalizaron su unión conyugal.

Por último, la natalidad. El promedio de hijos e hijas vivos nacidos por cada mujer ha bajado. Lo que en 2010 era de 2.6, ahora en 2020 es de 2.1. En un dato relacionado, la Población Económicamente Activa también ha cambiado su composición. En este rubro, la tasa de participación de las mujeres creció 3.4% de 2000 a 2010, pero para 2020 aumentó en 15.7%.

En el tema de natalidad y mortandad, que da como resultado el crecimiento o decrecimiento poblacional, falta cotejar la letalidad de la pandemia, y las muertes que -aunque no son directamente causadas por la peste- se pudieron haber evitado si los sistemas de salud no hubiesen colapsado. Este cotejo no puede hacerse ahora, puesto que sus repercusiones tardarán quizá un lustro en poder ser mesurables.

En suma, podemos afirmar que –de 2000, pasando por 2010, hasta 2020– hay una tendencia de cambio en el país. En esta, el catolicismo se cae pero emergen los evangélicos y los ateos, y el cambio lo tiene la población joven. Esta población joven se renueva generacionalmente más lento; prefiere divorciarse o no casarse, tener menos hijos e incluir a más mujeres en la economía.

Con esta base, podemos lanzar un escenario hipotético: hacia la mitad del siglo XXI seremos un país de viejos, con menos taras religiosas (salvo una población marginal de fundamentalistas cristianos, y una gruesa tercera edad de católicos que extrañarán su hegemonía), menos fecundos, con otros referentes en la construcción de familia y comunidad, y decididamente impulsado por mujeres. Ojalá aún tengamos vida para estar ahí.

 

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@_alan_santacruz

 

/alan.santacruz.9

 


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