Entrevista a Jesús Nieto sobre Memoria Itinerante
“A veces pienso que la poesía son las palabras que uno escribe para llenar el hueco que tiene con el mundo. Como si el lenguaje pudiera llenar ese boquete de sentido que a veces se presenta en el momento menos esperado”, nos dice el poeta Javier Peñalosa en el prólogo del libro Memoria Itinerante del académico y también poeta Jesús Nieto, Memoria Itinerante, publicado por la editorial Ultramarina, en su colección México Ultramarino.
Un libro que dialoga con las figuras tutelares, un libro que dialoga a partir de la memoria, del viaje, del desprendimiento, de la separación, de la distancia. Memoria itinerante es un libro íntimo, que viaja a través de dos continentes y se sumerge en las preguntas sobre la esencia de la individualidad, reflexionando a partir de los reflejos y de las herencias paternas, que nos construyen, nos forman, pero sobre las cuáles también debemos buscar liberarnos. La memoria como un referente sobre las preguntas, sobre la identidad, sobre el territorio que habitamos.
Memoria itinerante es el primer libro de poesía de Jesús Nieto, nacido en 1983 en Salamanca, Guanajuato, y quien se dedica a la docencia en la Universidad Iberoamericana y en el Tecnológico de Monterrey. Un libro que fluye a partir de las preguntas, de las despedidas, del viaje, pero también del reconocimiento. Pues como nos dice el poeta Peñalosa en el prólogo: “En memoria itinerante también hay gratitud y hay diálogo, y es que la poesía de Nieto también es una conversación con autores, amigos, ciudades, amores y con las presencias del abuelo y el padre que aparecen como una constante generosa y tutelar en estas páginas.”
La memoria es vista en el libro de Nieto como un territorio por explorar, por reconocer. Un territorio que es visto a través de la distancia territorial. Una distancia que le permite al poeta reconocerse a sí mismo en esos recuerdos de la infancia, de los lugares cotidianos de la infancia, de la casa paterna, de la voz del padre. La memoria, la distancia, el tiempo, el viaje se conjugan para permitirle al poeta dialogar con esas figuras tutelares de la infancia, pero también con los poetas y admirados. En Memoria itinerante podemos acercarnos para vislumbrar entre las calles brumosas de Barcelona o de París, a poetas como Ezra Pound, T. S. Elliot o Constantin Kavafis.
Memoria itinerante es un libro construido a partir de ese constante diálogo, de ese constante ir y venir de voces, de preguntas, de imágenes percibidas apenas abrimos los ojos y la luz del sol cae sobre nosotros. Memoria itinerante es un libro que nos permite acercarnos a la intimidad del poeta, un libro a partir de la visión de diferentes espacios, de diferentes ciudades. Platicamos con Jesús Nieto sobre Memoria itinerante: “Hay cosas curiosas con el libro, porque cuando yo terminé el último poema fue cuando me di cuenta, fue cuando empecé a darme cuenta de que ya tenía un libro, de qué había un concepto de libro. Lo curioso es que ese poema era el primer poema del libro, y a partir de ahí se abría hacia otros lados. En la editorial me sugirieron que Máscaras no fuera el primer poema, y entonces llegamos a un acuerdo, porque a mi manera de ver, el libro tenía que ver con un camino que era de lo más personal e íntimo, hacia lo más común, cotidiano. Decidimos que el poema empezará con el poema de En la carretera, que es un poema tranquilo y no hay como mayor compromiso emocional y después vienen poemas sobre la vida cotidiana, de evocación, y después va entrando en temas más densos, para llegar a un punto en donde la memoria es más dolorosa, y en donde el tema prevaleciente es el espacio de la ensoñación, de los sueños, algo más puramente inconsciente.
Javier Moro Hernández (JMH): La sensación que nos da el libro es de un viaje personal, de desprendimiento de la memoria. La voz poética se va alejando territorialmente, pero va recobrando memorias, recuerdos. Es un elemento el del viaje, pero es un de ida y vuelta, porque al final tenemos poemas que nos hablan del padre y del abuelo.
Jesús Nieto (JN): Hay una frase que se atribuye a Joyce que nos dice que caminar hacia lo que aparece más lejano de ti es el camino más cercano hacia ti mismo, aunque por supuesto estoy parafraseando, pero es que tiene que ver con la idea de que las antípodas del universo al final eres tú y mientras más te alejas vuelves a ser tú mismo. Pero creo que es idea está de alguna manera en el libro, y justo en el primer poema estás en el camino, en la carretera, no estás ni aquí ni allá, estás en el camino, y el libro termina con la evocación muy clara de las cosas concretas de la casa familiar, paterna, entonces creo que a lo largo de todo el libro hay un ir y volver repetido. También es cierto que mi padre y mi abuelo aparecen al final del libro casi como una figura de culto, y eso también afectó el libro, porque mi padre falleció cuando yo ya estaba fraguando el libro, y lo había mandado a una editorial y no salió, y entonces creo que el duelo ayudó para que yo cerrara el libro.
JMH: El libro inicia con el poema de En la carretera, pero después contiene poemas sobre la Ciudad de México, sobre Barcelona, París. Es como si la voz poética se va alejando de su centro, va creciendo, se va deslumbrando ante la novedad, para darnos la sensación de despedida.
JN: La cuestión ahí es que no son los poemas de un joven, son poemas que parecen tener la conciencia de que la juventud se acabó. Incluso en muchos sentidos está más presente la infancia, entonces esto me hace pensar en la idea de regresar al pasado, y si revivir momentos que son emocionales, que causan entusiasmo, y también hablar del movimiento, de me estoy moviendo de lugar, y concretamente en el tema de la madurez, creo que el tema tiene que ver con la figura del abuelo, que tiene que ver con el cambio de lugar con respecto al abuelo, entonces está el deslumbramiento, pero también está la figura tutelar de mi abuelo, como la llama Javier Peñalosa en el prólogo, es como el final de una etapa. Con respecto a la figura paterna, y al abordaje que existe de su muerte, creo que hay un duelo, pero que tiene que ver más con su enfermedad. El duelo con mi padre empezó justamente cuando él empezó a perder la memoria, y creo que ahí con mi padre, hay una cuestión de hablar de todo aquello que ya no se pudo hablar en persona, entonces de ahí que los poemas funcionen también como una despedida de mi padre, pero de alguna manera, no es solo con el padre en tanto ser, sino también simbólicamente.
JMH: ¿Qué tanto es necesario el desprendimiento, el viaje, para poder abandonar también a las figuras tutelares, para poder hablar de ellas?
JN: Solo puedo hablar desde mi experiencia, y para mí ha sido fundamental poder decir que la relación con mi padre me ha determinado y me ha marcado, pero tiene que existir ese momento en el que digas, que también existes como ser individual, y tengo mi propia voz, entonces para mí, ha sido fundamental poder darle voz a ese Jesús, porque para mí son poemas muy personales, en donde efectivamente la voz poética se confunde con quién soy yo, porque es un poema que le apuesta justamente a la sinceridad, a la franqueza, porque incluso hay un tema de desnudarse, y por mucho que hay momentos en el libro que si son más ficticios, o más ensoñaciones, evocación, y siempre creo que la memoria, el pasado se puede inventar, pero justo también está el poder decir, el entrar en el terreno de lo ficticio, que tiene que ver justo con la idea de caminar hacia otro lugar, entonces ese tomar distancia si creo que resulta fundamental.
JMH: Quería preguntarte justo por los poemas que están ambientados en el extranjero, en Francia, el poema de Decir París, que me parece fundamental, porque ahí nos encontramos con otro de los hilos, como es el amor. También son poemas que tienen otro tono, que ya no están dedicados a la familia.
JN: Hay varios poemas que están en este tono, y ahí traté de que hubiera un juego entre un tono más esperanzador, como el amor en el momento del idilio, el amor en el momento de esta fascinación, y otros qué si son de la parte dolorosa sobre una relación que ya no funcionó, o que no dio para más. El poema de Decir París si tiene que ver con una cuestión biográfica, con un viaje, pero justo es un tema que ha sido muy recurrente, siempre ha sido muy tentador situar una obra literaria en París, cuántas novelas no existen, pero había una serie de asociaciones, entonces el inconsciente también se mete ahí y hace sus cosas, porque el viaje a París fue mucho más breve de lo que aparenta en el poema, pero deje que las cosas fluyeran entre asociaciones, deseos, y están un poco mezcladas, pero en efecto está la nostalgia de París, y pareciera que la ciudad se personifica en ese amor, que es un tema que me gusta mucho y que evidentemente es un lugar común, el de pensar que París es un espacio-tiempo para Vallejo, por ejemplo, y entonces me metí mucho en esa temática, pero hay cosas que son de otros lados, de muchas lecturas.
JMH: Los poemas de tu libro se encuentran en dos niveles: en lo personal y en lo evocativo, y a lo artístico y en lo literario. ¿Qué tanta influencia hay de lo que has vivido, de lo leído, de lo viajado en lo escrito en Memoria itinerante?
JN: En mi caso creo que es difícil diferenciar, porque por mi propio carácter, me gusta mucho sumergirme en estas nostalgias del otro, si creo que habrá mucha influencia de muchos autores que he leído y que me han fascinado, y que de pronto aparecen por ahí, como justo en el poema de París, que tiene mucho que ver con mi descubrimiento de la lectura de poesía, más que de la escritura, entonces aparecen en él García Lorca, Kavafis, autores que me marcaron mucho, y están las dos cosas, y justo en ese poema de París, estoy tratando de hacer ver cómo a través de la lectura me apropio de ciertas cosas, pero al final si hay una vivencia personal.
JMH: Quería preguntarte sobre el tema de lo cotidiano, ya que hay varios poemas, como el de Decir París, el de En la carretera, en donde las imágenes poéticas son justo reflejos de la vida cotidiana, y eso le permite al lector conectar con ellas.
JN: Creo que esa sensibilidad tiene que ver con el tema anterior, y es una sensibilidad de lo cotidiano, que he visto muy desarrollada en los poetas anglosajones. A mí me gusta mucho Pound, Elliot, que están en ese tono de hablar de cosas muy cotidianas, pienso concretamente en el poema de Ezra Pound sobre el metro, que es un poema aparentemente muy sencillo, pero que le llevó mucho tiempo construir, o Elliot cuando habla de mirar por una ventana, entonces yo creo que leer a estos autores, que están muy consolidados en la tradición anglosajona, como William Carlos Williams, el mismo Ginsberg. Yo creo que esas lecturas me ayudaron a entender que en la cotidianidad está escondida la posibilidad de la evocación mucho más profunda, en ese tipo de textos impacta mucho esta cosa que decir que captaste algo en ese instante y hay que escribirlo, aunque obviamente esa es la idea seminal del poema, eso es lo que yo creo cuando hablamos de inspiración, el instante en que te llega una idea o una iluminación. El poema de Descubrimiento surgió así, tal cual, pero después va agarrando forma, y se pudo convertir en un poema. También está el poema de Mirador, que es el más pequeño de todo el libro, es muy del instante, y ver el cielo y ver una capa de luciérnagas. Es un poema muy pequeño, que fui trabajando y dándole forma.
JMH: El paisaje es otro elemento central de los poemas, pero podemos ver que, en los últimos poemas del libro, en donde abordas de lleno el tema de la memoria, la casa familiar, las figuras tutelares, en esos poemas el paisaje cambia. Es el regreso al seno familiar, pero también es de la consolidación de la voz personal que nos habla del redescubrimiento del paisaje familiar.
JN: Creo que no son poemas tan intelectualizados, al principio, pero después en el proceso de armado ya hay un proceso, pero también me he preguntado si es una virtud o un problema que los poemas sean tan cotidianos, porque precisamente mi búsqueda no está en la creación de imágenes muy elaboradas, no hay barroquismo, todo lo contrario, hay una intención de buscar algo que es casi prosístico, pero tiene más sentido en verso. Yo no lo veo tan conflictivo, pero sí creo que el retorno de todas esas imágenes no es racional, es bastante sensorial, y de hecho, si creo que cambian las sensaciones, de hecho creo que en los poemas previos hay una apelación a cualquier lector, si tú te acercas a Decir París, cualquier persona puede sentirse impelido, aunque no haya estado en París, porque tiene referencias que son más ubicables, pero cuando habló de la sala de tapices floreados, queda atrapado en una lógica de espacio-tiempo que ya no existe, ya no existe esa sala, ya no existe esa casa, pero a mí me encanta regresar a ese espacio de la memoria, que como decía Borges, la memoria es uno de los espacios de la imaginación, entonces evocar esa sala y los discos que tenía mi padre, el librero, o los viajes en la carretera con mi mamá en Baja California, son cosas que están en la memoria, pero al venir de un lugar mucho más profundo también se vuelven mucho más auténticas. Porque hablar de la familia, hablar de la casa familiar puede ser un lugar común, pero cuando hablas en específico de la casa, de tu casa de la infancia, ya todo cambia, pues es una casa que nadie la conoce y nadie conoce a los fantasmas que la habitan.