Recientemente un columnista escribió que el Dr. López-Gatell padecía el Síndrome de Hubris. ¿Existe este síndrome? ¿En qué consiste? Sí está descrito en los libros de Psicopatología. Se refiere a un trastorno del comportamiento, cuando una persona adquiere un puesto público, un nombramiento de alto nivel o un cargo empresarial que le de un gran poder, entonces pierde la proporción de sus capacidades y entra en arrogancia. Se caracteriza por una actitud dictatorial, rígida e intolerante. El personaje comienza a creer que es una autoridad en una gran variedad de temas y dicta órdenes o realiza tareas de las cuales lo desconoce todo. Es incapaz de aceptar errores, no recibe consejos de sus asesores ni siquiera de los expertos en temas que le son ajenos. La complicación más importante de un político o empresario con Hubris es que toma decisiones absurdas y la lleva a cabo sin permitir ninguna sugerencia de los conocedores. El nombre proviene del griego hybris que significa arrogancia, altivez, soberbia o presunción. La historia mundial está llena de estos personajes tales como el conquistador Alejandro el Magno, el emperador Calígula, el emperador Napoleón Bonaparte, el presidente mexicano Antonio López de Santa Anna y muchísimos más. Quienes tomaron decisiones desastrosas por no escuchar a sus consejeros. En años recientes hemos visto gobernantes con un enorme Síndrome de Hubris que se eternizaron en el poder como el presidente iraquí Sadam Hussein, el dictador libio Muammar Khadafi, el emperador Mohamed Reza Pahlevi. No están exentos los gobernantes que surgen desde las religiones como el Ayatola Jomeini que desató una guerra santa que aún no termina y el Reverendo Jim Jones que llevó a más de mil seguidores a un suicidio masivo. En México conocemos muy bien este síndrome solo que aquí lo hemos denominado con una expresión muy popular que dice “…se sube a un ladrillo y se marea…” ¿Cuál es la explicación? La psicopatología lo tiene muy bien identificado. Se trata de personas que crecieron en una infancia con muchas carencias. Y no se trata de que haya vivido en la pobreza económica, porque muchos de ellos nacieron ricos y tuvieron una vida llena de comodidades, pero les hicieron falta los nutrientes emocionales. Los valores que todo niño necesita para crecer sano son amor, seguridad y confianza. Si el chico crece sin estas herramientas, llega a la adultez buscando ávidamente algo que se lo satisfaga. Y es por ello que cree encontrarlo en el poder. Cuando fue niño se le negaron muchas cosas que quería y necesitaba, tal vez un juguete o tal vez un consejo, una caricia, un abrazo, una muestra de amor y hasta el simple acompañamiento. Es muy probable que tampoco haya sido escuchado, aún cuando era buen estudiante nunca se le reconoció su mérito escolar, no se atendieron sus opiniones. Es probable que haya escuchado muchas veces “cállate tú no sabes nada” o “tú no te metas, esto es cosa de adultos” Es por ello que al recibir el poder se compra juguetes caros como automóviles de lujo, yates, residencias y otros equivalentes que usará muy poco. También necesitará comprar el amor y buscará parejas exuberantes, llamativas y de gran imagen social, aún cuando sabe que en el fondo no hay amor verdadero. Todas aquellas ocasiones en que se le dijo que no sabía, lo suplirá ordenando acciones que cree que son acertadas y desoirá los consejos, porque en su niñez nadie lo oyó a él. Este Síndrome de Hubris ha existido siempre, desde los principios de la humanidad y persiste hasta nuestros días. Es bueno reconocerlo para saber que esa persona que se muestra tan autoritaria, en realidad es alguien que carece de autoridad. Y así podemos actuar en consecuencia.