El asalto a la democracia es realizado con premeditación, alevosía y ventaja por el aspirante a autócrata que por definición pretende centrar todo el poder del Estado en su persona. El populista tiene en su forma de comunicarse el arma para validar sus acciones en contra de las instituciones del Estado que regulan su poder, principalmente el de la democracia que permitiría a la sociedad quitárselo de encima en cuanto quede al descubierta su mala intención de apropiarse del mismo para su beneficio personal.
El asalto a la democracia que pudimos ver en videos transmitidos y grabados desde el Capitolio que alberga al Congreso de los Estados Unidos fue tan solo una advertencia de lo mínimo que puede ocurrir en democracias con menos solidez como la de nuestro país. Puedo asegurar que hacia allá vamos, aunque aquí será peor.
La receta del aspirante autócrata llámese Donald Trump o López Obrador contiene en todos los casos los mismos ingredientes, como señala la ganadora del Premio Pulitzer de Crítica, Michiko Kakutani, en un editorial opuesto de Los Ángeles Times publicado el 31 de octubre pasado titulado: “Las democracias alrededor del mundo amenazadas, la nuestro no es la excepción”: sabotaje a la legislación vigente para dotar de mayor poder y autonomía de gestión, por eso el interés del presidente en desaparecer los organismos autónomos como el INAI; menos regulación y control al gobernante; supeditar al congreso; introducir personas leales en el poder judicial; deslegitimar oponentes políticos, a los órganos electorales como el INE aunque sea ciudadano, aunque haya sido el que organizó y válido la elección com la que alcanzó el poder y también los propios procesos electorales; ataques a la prensa libre no oficialista señalandolos como chayoteros al servicio de los corruptos, de sus enemigos; tolerancia e incitación a la violencia y el uso de las instituciones de poder como la UIF para amenazar a sus adversarios y someterlos a su voluntad.
Los casos de México y Estados Unidos no son los únicos, Kakutani se refiere a los casos de Brasil y la India entre otros, y durante 2021 tampoco seremos los únicos que tendremos que luchar por defender nuestra democracia. El 14 de enero seguramente veremos una reelección más del presidente de 76 años de edad Yoweri Museveni que ha estado en el poder 35 años, seis períodos consecutivos y ha prohibido las campañas políticas hasta por internet debido al covid-19, ya que las fuerzas del estado arrestaron al opositor Bobi Wine.
De acuerdo a la organización Freedom House, una organización norteamericana que realiza estudios sobre la libertad y la democracia en el mundo, México tiene una calificación de 62 sobre 100 por lo que es catalogado como “parcialmente libre”, lo que está en peligro porque en vez de dirigirnos hacia la mejora de los indicadores que conforman esa calificación, nos alejamos cada vez más al igual que está sucediendo en otras 80 naciones que también han deteriorado su índice democratico.
La pandemia dificultará las campañas electorales, será difícil que se puedan desarrollar protestas sociales en forma, lo que recuerda por qué López Obrador decía que el covid-19 le vino “como anillo al dedo”. La vacuna lamentablemente no será la salvación de la democracia porque no habrá suficientes dosis para todos durante 2021 y el gobierno infundirá miedo a los ciudadanos para salir a votar.
Tendremos un fuerte enfrentamiento entre el presidente y sus seguidores en redes sociales y el INE porque Lorenzo Córdova ya advirtió que la transmisión íntegra de las mañaneras no podrá ser difundida a partir del próximo 4 de abril para garantizar la equidad, no se propuso su cancelación como quieren hacer creer los radicales. AMLO ya anunció que acudirá a instancias judiciales y convocó a “los mexicanos” a “que opinen si está bien que el INE nos silencie, si está bien que en México no pueda hablar el presidente”. Ahí está, el presidente que es incapaz de someterse al organismo electoral ciudadano que tenemos, ahí está el aspirante a autócrata cocinando el descontento, la ira, desconociendo a esa autoridad, ya está exagerando y victimizándose para validar su discurso en contra del INE.
Cuidado, cada vez entra en terrenos más peligrosos, cada vez se descarga más y lo seguirá haciendo mientras más nos acerquemos a las elecciones de 2021, mientras las encuestas le sigan permitiendo actuar de esa forma, mientras los ciudadanos que no sufren la ceguera de la ignorancia se lo sigan permitiendo. El asalto a la democracia es tan real aquí como en Estados Unidos. Allá un populista de derecha, aquí uno de izquierda-religiosa-mentirosa, ambos empeñados en destruir la democracia y constituirse en la figura única que encarnación del poder y la moralidad, lo que confirma que AMLO sí es un peligro para México y que no estaríamos mejor con ya sabes quien, vaya engaño, vaya fraude que se está cometiendo abusando de la ignorancia de quien él llama “el pueblo”.
Se está cocinando el asalto a la democracia a los ojos de todos y la elección del 2021 será la última oportunidad de rescatar la libertad.