APRO/Arturo Rodríguez
El presidente Andrés Manuel López Obrador adelantó que su desacuerdo con la censura en redes sociales será llevada al G-20.
La postura surgió tras varios días de reprobar las sanciones sobre Donald Trump a su cuenta de Twitter y de que la semana pasada el Capitolio, sede del legislativo estadunidense, fuera allanada tras mensajes que resultaron en el acuerdo por un juicio político debido a lo que se considera una incitación a la insurrección.
En su conferencia de prensa, López Obrador consideró que no debe incitarse a la violencia pero que “eso no puede ser motivo de suspender la libertad de expresión”, un planteamiento en el que abundó:
“No debe ser usado de excusa. Hay que garantizar la libertad, no la censura”.
El mandatario se encuentra inmerso en un desencuentro con el Instituto Nacional Electoral que, al pronunciarse por la suspensión de transmisiones de la conferencia de prensa presidencial durante los meses de abril y mayo, ha sido acusado precisamente de censura por el titular del Poder Ejecutivo.
El contexto abrió la discusión también respecto a las redes sociales, en especial después de que actores políticos y articulistas, promovieran que las redes sociales censuren expresiones del mandatario mexicano.
Al referirse al tema de la censura en redes, López Obrador cuestionó que una empresa termine erigiéndose en poder absoluto, “una especie de la santa inquisición”, sobre las manifestaciones de ideas y el derecho a ejercer la libertad de expresión.
La idea es la regulación de las empresas manejadoras de redes sociales, y la sanción a prácticas indebidas, entre estas, los procesos de escucha en los dispositivos móviles que pueden determinar las necesidades de consumo de un usuario, asunto que abordó ayer y en el que hoy orientó a lo que podría ocurrir en la vida política: “La mayoría de la gente tiene su teléfono y habla y no sabe que al mismo tiempo es un micrófono y que tienen codificado a cada cliente y mediante palabras que se usan llegan a interpretar deseos”.
De esa manera, abundó, cuando a una red social no le parezca una postura política incidiría en el usuario:
“(La empresa puede decir) no me gusta que estés oponiéndote o no me gusta que se esté mencionando la palabra fraude y entonces todos lo que usan la palabra fraude, censurados ¿qué es eso?”.
Presente en el ejercicio comunicacional de Palacio Nacional, el canciller Marcelo Ebrard dijo que ha iniciado contacto con la canciller alemana Angela Merkel, así como con otros jefes de Estado que coinciden en alzar la voz ante la censura a Donald Trump.
La instrucción presidencial, dijo, es construir un acuerdo internacional para proteger las libertades. En su exposición, consideró que las empresas de redes sociales son equiparables a un gobierno supranacional y en eso, “hay un desacuerdo mundial” pues es inadmisible que una empresa determine quién tiene derecho y quién no a decir algo.
Tanto el mandatario como su canciller anunciaron, en síntesis, que el asunto se integrará a la agenda del G-20 y de otros foros multilaterales.