Sería un error desaparecer los organismos autónomos. Hay una vieja aspiración democrática con la idea de que deben de ofrecer garantías de defensa a los ciudadanos de que las instituciones estatales no se van a desbordar. Existe la vieja aspiración de fraccionar y vigilar al poder de equilibrar los poderes y para todo ello existen los Organismos Autónomos
José Woldenberg
Estimados Amigos invisibles, en esta ocasión el tema que está a debate es la desaparición de dos organismos autónomos, en particular el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales –INAI por sus siglas– y el Instituto Federal de Telecomunicaciones –IFT–. Como le mencioné en la columna titulada ¿Debilitar los organismos autónomos?, escrita en marzo de 2019 –casi dos años, donde la idea le daba y le daba vueltas en la cabeza del Presidente de la República–, pues ahora, vuelve atacar con la idea de desaparecer solo dos –por ahora–, no toca a la Cofece, no toca al Banco de México o a la CNDH, aunque mi perspectiva con el comienzo de disipación de uno, de ahí seguirán los demás.
Recuerda la frase “Al diablo con las instituciones” acuñada nada más y nada menos que por Andrés Manuel López Obrador en 2005, cuando compareció ante el Congreso de la Unión para defender la intentona de desafuero cuando era Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, según él no existía nada en su agenda contra el marco legal y constitucional de la Nación –ahora vea los resultados, todo lo contrario, ya que ahora trata de desmantelar a las instituciones–. Para muestra un botón, en abril de 2019 desapareció el Consejo de Promoción Turística, así como, la Autoridad Federal para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales. En mayo de ese mismo año, arrasó con el Estado Mayor Presidencial, Proméxico y Turissste.
Durante los dos sexenios anteriores, de los que él llama neoliberales, uno de los temas que ha ganado gran relevancia es justamente: la Autonomía de los Organismos Constitucionales y su papel de contrapeso ante el Poder Ejecutivo. Recordemos la cantidad de facultades y tareas que ejercía el Poder Ejecutivo antes de su conformación. Con la creación de estos entes públicos que no se encuentran adscritos ni al Poder Ejecutivo, ni al Poder Legislativo, ni al Poder Judicial y además cuentan con un rango similar respecto a los otros poderes, motivo por el cual habían generado un fortalecimiento del sistema de pesos y contrapesos.
En este sentido, los organismos autónomos pertenecen al gobierno y también a la ciudadanía, por ende, su funcionamiento se debe sustentar y fortalecer a través de recursos públicos administrados por un presupuesto anual. De ahí que estos entes públicos se ven sujetos a condicionamientos por parte del Gobierno Federal al utilizar el condicionamiento en la asignación de recursos presupuestales como un instrumento de presión. De lo anterior, podemos afirmar que existe esta limitante en la autonomía de estos organismos; si bien el gobierno está obligado a proporcionar presupuesto para cumplir con las funciones que les han sido encomendadas a estos entes públicos, de no contar con mecanismos efectivos que eviten este condicionamiento se puede incurrir en el riesgo moral de la entrega de los recursos este vinculada a una vulneración de la autonomía, para el ejercicio de sus funciones y sus decisiones.
En el sexenio de Peña Nieto, los organismos autónomos cobraron elevada relevancia, sin embargo, en lo que va de la administración del gobierno actual ha traído una serie de cambios que tendrán una evidente repercusión en la reingeniería tanto de los organismos autónomos como del gobierno, esto se presenta por un lado en la limitación del presupuesto, y por los nombramientos de bajo nivel o perfil que no cumplen para integrar estos entes, ahora, agréguele que la opacidad con la que se maneja el presidente, quiere desaparecer las instituciones que le permite justo ese contrapeso al Ejecutivo.
Desafortunadamente nos ha tocado ser observadores de las decisiones que ha tomado el Senado en la designación de nombramientos de organismos autónomos, el ejemplo claro fueron las entrevistas que realizaron a candidatos para ocupar cuatro vacantes de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), no dejemos de lado, las designaciones de las integrantes de la Junta de Gobierno del Inegi, del Banco de México y de la titular de la CNDH, por nombrar algunos.
Coincido plenamente con la tesis de Marco Antonio Zeind Chávez cuando señala que: “Debe tomarse en cuenta para la consolidación de estos organismos autónomos, los cuales deben propugnar por hacer valer de manera efectiva esa autonomía constitucional y guiar su actuar por criterios técnicos que doten a los resultados de su trabajo, para construir la confiabilidad y la validez por la que la Constitución los dotó de naturaleza jurídica. Asimismo, la mejora de sus procesos y sus esquemas de rendición de cuentas ayudará a brindar la legitimidad para que su trabajo sea conocido y reconocido o, incluso cuestionado, por la sociedad para la cual trabajan”.
A lo anterior, se suman las declaraciones que en su momento hicieron varios intelectuales y exintegrantes de organismos autónomos los cuales vale la pena resaltar y señalar, por ejemplo, Luis Carlos Ugalde, expresidente del INE y titular de Integralia dijo: “Me parece que hay un acoso a varios de estos organismos desde hace meses. [El presidente] ha sido muy claro al tildar a estos organismos de Fifís, neoliberales y corruptos. Hay amenaza real, en el caso del INE existe una iniciativa para desaparecerlo, y para otros, como el INE se ha reducido su presupuesto, en algunos se ha forzado la renuncia de sus titulares y en unos casos más se ha enviado perfiles incompetentes para sustituirlos. Hay acciones concretas que los están debilitando”.
Se puede afirmar que la independencia con la que se desempeñen los entes autónomos, respecto a las estructuras gubernamentales relacionadas con su actuación, representa un indicador claro de su grado real de autonomía. La manera en que manifiesten su independencia corresponderá, a su naturaleza y funciones. Ante todo esto último, las atribuciones de estos organismo autónomos los quiere pasar a secretarías de Estado, no es lo mismo, respetar las decisiones que tomen estos organismos, que dar órdenes para que se cumplan los caprichos personales.
Todo lo anterior, se replica en nuestro Estado, se reproducen las mismas acciones para debilitar a los organismos autónomos. Nosotros los ciudadanos debemos exigir que existan contrapesos al Poder Ejecutivo, y que este, dote de recursos públicos para que los entes autónomos cuenten con lo necesario para el ejercicio de sus atribuciones, por un lado, y la designación de los mejores perfiles que sean idóneos para ser integrante de cualquier ente público, por el otro.
A la ciudadanía nos queda organizarnos, participar y manifestarnos para que no desaparezcan los organismos autónomos, que fungen desde mi punto de vista como un verdadero ejercicio de rendición de cuentas, para ser contrapeso del Poder Ejecutivo. El tema transparencia lleva más de 18 años consolidándose, para que en un abrir y cerrar de ojos, o capricho personal, los disipen.
Ya sabe, alguien lo tiene que decir. Para no dejar que unos lo hagan y otros lo permitamos.
@chazito14