2020: el año en que el teatro mutó - LJA Aguascalientes
21/11/2024

APRO/Indira Indira Cato

 

El teatro ha sido una de las actividades más castigadas durante esta pandemia. El 23 de marzo del año pasado todos los telones de México se bajaron, y se mantuvieron así, empolvados, durante meses. Fue hasta el 27 de agosto que los escenarios capitalinos volvieron a la vida, y sólo los espectadores más osados se aventuraron a ocupar el 30% permitido de butacas. El gusto solo duró hasta diciembre, donde una vuelta al semáforo rojo en la Ciudad de México los hizo regresar a casa.

Esta situación ha forzado al teatro a mutar. Los hacedores han tenido que explorar nuevas formas de crear drama haciendo uso de los medios disponibles en el encierro.

Nacieron propuestas de todo tipo. En un sistema más tradicional, organizaciones como la Compañía Nacional de Teatro en México y Teatro a Mil en Chile, reforzaron sus plataformas virtuales y pusieron a disposición del público de forma gratuita su archivo con videos de obras montadas en el pasado.

Pero también surgieron propuestas más arriesgadas. Un grupo de mujeres latinoamericanas orquestadas a la distancia por la venezolana J. René Guerra, creó el performance llamado Cristales de Hidroxiapatita. Con un dispositivo apoyado en la plataforma Zoom, los espectadores podían visitar e interactuar virtualmente con las actrices, quienes se encontraban en sus casas dando un poderoso discurso sobre opresión y violencia de género.

En la misma línea surgió Menos mal que es torpe y que me quiere. Si no me quisiera y fuera hábil, WhatsApp sería una arma horrible, de Colectivo Jermú. La obra, apoyada por Cultura UNAM, estaba dirigida a alumnos de bachillerato universitario. La historia se hilaba a lo largo de cinco días a través de mensajería instantánea, siendo la primera en utilizar este formato. El público podía vivir la sensación de entrar en los celulares de los personajes, donde se trataba el tema de la violencia digital.

Otros más se negaron a transpolar a la era tecnológica, argumentando que el teatro es necesariamente una experiencia presencial. Es el caso de Proyecto Resiste, de Das Ghetto Teatro, quienes representaron episodios teatrales en el espacio público con cascos transparentes, cual astronautas culturales. Además, volaron un globo aerostático con mensajes inspiradores.

El 2020 fue un año difícil para el teatro, pero no imposible. En medio del encierro, las historias y la posibilidad que dan de vivir realidades distintas es lo que puede salvar a una sociedad.


Ya veremos qué le depara el 2021 en ésta, su tercera llamada.


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