Como sabemos, en 1970 sucedieron muchas cosas importantes en lo que a música se refiere, algunos de los mejores discos en la siempre inconclusa historia del rock o diferentes formas de fusión se publicaron ese año, por ejemplo, Bitches Brew de Miles Davis, Let it be de The Beatles, Beaucoups of Blues de Ringo Starr, Chunga’s Revange del imprescindible Zappa, Deja Vu de Crosby, Stills, Nash & Young, In Rock de Deep Purple, Atom heart mother de Pink Floyd, Closer to home de Grand Funk Railroad, Paranoid de Black Sabbath, In the wake of Poseidon de King Crimson, Trespass de Genesis, Tea for the Tillerman de Cat Stevens, Layla and other assorted love songs de Derek & the Dominos, El Zeppelin III de Led Zeppelin en fin, la lista de verdad puede ser inmensa. Uno de esos discos es All things must pass, todas las cosas deben pasar de George Harrison, para mi gusto, el mejor disco solista de cualquiera de los cuatro Beatles trabajando por su cuenta.
All things must pass, o Todas las cosas deben pasar es el tercer disco de Harrison como solista, anteriormente había trabajado en dos discos experimentales, en 1968 Wonderwall music y en 1969, Electronic Sounds, siendo todavía integrante de The Beatles. Son discos que por su perfil y carácter altamente experimental no tuvieron ningún impacto comercial, pero son trabajos que no dejan de ser interesantes, sobre todo si el que los hace es un integrante del cuarteto de Liverpool.
Pero All things must pass es el primer disco de impacto comercial grabado por George Harrison, definitivamente es un disco muy ambicioso en términos musicales y nos deja en claro que, efectivamente, el Beatle silencioso era un músico, especialmente un compositor menospreciado con The Beatles, tenía mucha música en su mente, pero vertía toda esa sapiencia musical con gotero, posiblemente por el duopolio de Lennon & McCartney como mancuerna de compositores.
Ya libre de las limitantes impuestas por sus compañeros de fórmula, Harrison pudo trabajar solventemente en sus producciones solistas, y en este caso, una producción triple en donde se hace acompañar de varios de sus amigos y colegas músicos, logra diseñar un disco, que aunque mantiene el discurso musical vigente en ese momento, de hace 50 años en 1970, no deja de ser vanguardista permitiéndose ciertos atrevimientos que resultaron ser muy afortunados.
Mucho tuvo que ver en el diseño de este disco la visita que hizo Harrison a Woodstock en Estados Unidos en 1968, justamente después de las sesiones de grabación del Álbum blanco o el White Album de The Beatles. Durante este viaje George visitó a Bob Dylan que vivía ahí, en Woodstock y reafirmaron ambos su amistad, ya sabemos que las colaboraciones entre los dos serían frecuentes, la última o una de las últimas, fue con los Traveling Wilburys, una especie de Dream Team del rock en donde colaboraron, además de Harrison y Dylan, Tom Petty, Roy Orbison y Jeff Lyne. En aquel viaje de 1968 conoció a The Band, una agrupación canadiense que acompañaba a Dylan y se dio cuenta de cómo trabajaban, toda la responsabilidad de la composición de canciones era compartida entre todos, muy lejos del dominio creativo de John Lennon y Paul McCartney. Este tipo de cosas fueron una especie de motivación para él. Por esos días colaboró con Eric Clapton en la composición de la canción “Badge” de The Cream y empezó a reafirmar su deseo de proponer su música como solista, por otro lado la conclusión del imperio Beatle era ya inminente y el fin de la década de los sesenta presuponía muchas cosas, todo ese derroche de música grandiosa surgida especialmente entre 1967 y 1970 tenía que trascender en otros lenguajes y formas musicales, y el disco All things must pass de George Harrison, es, de alguna forma, consecuencia de la fuerte tendencia musical surgida a finales de la sexta década del siglo XX.
Paul McCartney anunció públicamente la disolución de The Beatles el 10 de abril de 1970, esto fue definitivamente una oportunidad para Harrison de dar rienda suelta a todas sus inquietudes e impulsos creativos, y aunque como comentamos ya había publicado dos discos anteriormente, el perfil experimental de los mismos los mantenía lejos de cualquier pretensión comercial, por eso All things must pass representa, de alguna forma, la primera producción de George como solista, ya con toda la atención mediática.
Para la grabación de esta nueva producción, George convocó a algunos colegas y amigos músicos, entre ellos están, por supuesto, Eric Clapton, prácticamente infaltable, Klaus Voorman en el bajo, Alan White, integrante del grupo yes y colaborador de Lennon en la presentación del festival Live peace in Toronto, Phil Collins y Ringo Starr en las baterías, Billy Preston en el órgano, Peter Ham del grupo Bad Finger en la guitarra acústica, Maurice Gibb de los Bee Gees en el piano, Dave Mason de Traffic en las guitarras y muchos músicos más. Podríamos quizás extrañar la participación activa de Bob Dylan pero lo encontramos en los créditos coescribiendo con Harrison la canción “I’d have you any time” además de que George hace una versión muy buena del tema “If not for you”, original de Dylan, así que de alguna manera este músico de Duluth Minnesota está presente en el disco.
El resultado final fue un álbum triple que lejos de ser complaciente con los intereses comerciales, y esto lo digo a pesar de My sweet lord, busca privilegiar la buena música sobre cualquier otro interés.
Con este Banquete deseo rendir tributo a uno de los mejores discos de hace 50 años y recordar el aniversario luctuoso de Harrison, el 29 de noviembre de 2001.