- Los desencuentros entre la mandataria y el subsecretario habían escalado a una ruptura que parecía irreparable por culpa del semáforo epidemiológico. Pero una orden de Palacio Nacional los volvió a unir. ¿A fuerza?
EMEEQUIS
Lo que el coronavirus dividió, el presidente lo unió. Tras semanas de una ríspida comunicación –e incluso dejar de hablarse por completo– la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum y el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell, por fin, se dirigieron la palabra… por órdenes de Andrés Manuel López Obrador.
El reencuentro ocurrió este viernes 18 de diciembre por la mañana, horas antes de la conferencia de prensa que dieron junto con el gobernador mexiquense Alfredo del Mazo en la que anunciaron que ambas entidades cambiaban su semáforo epidemiológico de naranja a rojo, el tema que tenía profundamente divididos a ambos científicos.
Fuentes cercanas a la jefa de Gobierno contaron a EMEEQUIS que, antes de la rueda de prensa, había una ruptura total con el epidemiólogo. Desde octubre, la ya de por sí maltrecha comunicación había empeorado porque el círculo cercano de Claudia Sheinbaum pedía al gobierno federal que decretara el semáforo rojo, si se llegaba a un mal escenario a fin de año.
Ese peor escenario es el que ahora vive la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, a sólo días de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, con una ocupación hospitalaria cercana al 80% y con pacientes graves esperando en ambulancias públicas y privadas que alguna cama con ventilador se desocupe, ya sea por la alta de un paciente o por su fallecimiento.
El razonamiento en el Palacio del Ayuntamiento para insistir en que fuera el subsecretario Hugo López-Gatell quien cambiara el semáforo era que, al ser una decisión que contaría con el visto bueno en Palacio Nacional, la Ciudad de México podría acceder a fondos federales para paliar otra caída en la economía chilanga.
Pero si la decisión de cambiar de semáforo naranja a rojo era tomada por el gobierno de la Ciudad de México, la responsabilidad de sacar adelante a la capital recaería por completo en las finanzas locales, que no tienen fondos para aguantar otro confinamiento ni una segunda ronda de transferencias de dinero para trabajadores y dueños de micro y pequeñas empresas.
La esperanza del naranja con alerta máxima
Fueron muchas las ocasiones en que los cercanos a Claudia Sheinbaum pidieron una respuesta al subsecretario Hugo López-Gatell, pero el mensaje de vuelta era que cada entidad tendría que hacerse responsable de las medidas de sana distancia y reducción de la movilidad.
Conforme las semanas fueron pasando, la esperanza de que en diciembre, con la tempestad encima, Hugo López-Gatell recularía en su decisión se iba haciendo más pequeña. Eso provocó que la oficina de Claudia Sheinbaum ideara una estrategia del color naranja por fases que les haría ganar tiempo.
Pero el epidemiólogo no cedía y la capital perdió tiempo valioso sin imponer medidas restrictivas esperando un cambio de guión en las conferencias vespertinas.
La frustración fue de tal intensidad que el humor de la jefa de Gobierno, casi siempre seria, pero templada, ha vivido episodios públicos de enojo hacia el subsecretario de Salud, a quien ha tachado de “irresponsable” en más de una ocasión frente a sus colaboradores.
Incluso, el gesto que tuvo el doctor Hugo López-Gatell a mediados de noviembre, cuando felicitó a la jefa de Gobierno por estabilizar la pandemia en la capital, se percibió entre algunos funcionarios locales como una burla y no como una congratulación genuina.
“A la doctora Claudia Sheinbaum la quiero felicitar a nombre de todo el gobierno federal porque ha hecho un excelente trabajo de vigilancia personal”, dijo Hugo López-Gatell el 13 de noviembre pasado con una sonrisa que otros percibieron como una mueca socarrona.
Semanas después, a pesar del “excelente trabajo” en la capital, los contagios crecieron en la Ciudad de México de la mano de la ocupación de camas en terapia intensiva y la saturación de los crematorios.
¿Gatell apuesta a la inmunidad del rebaño?
Molesta, Claudia Sheinbaum ya había cortado toda comunicación a principios de diciembre con el hombre de confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador. En su lugar, había decidido que las charlas y estrategias se harían entre ella y la secretaria de Salud local, Oliva López Arellano, con el director de Epidemiología de la Secretaría de Salud federal, José Luis Alomía.
La principal queja del equipo chilango es que perciben que el subsecretario de Salud no quiso moverse a tiempo del color naranja al rojo porque apuesta a una estrategia similar a la “inmunidad de rebaño”.
Es decir, que ante el largo trecho que aún queda por recorrer para que la mayoría de los mexicanos estén vacunados contra el covid19, los virus se disemine de manera natural a cientos de miles de individuos, quienes al generar anticuerpos actuarían como una barrera para que la enfermedad no ataque a quienes están desprotegidos.
“Entre la gente cercana a Claudia hay la creencia de que, desde el inicio, Gatell prefirió la inmunidad colectiva que la vacuna. Incluso, dicen que a ratos parece ser escéptico de la vacunación. Ahí está uno de los grandes desencuentros”.
Por otro lado, el equipo de Claudia Sheinbaum percibe que la principal queja del equipo federal es que la mandataria local se quiere lavar las manos de la profundización de la crisis económica por otro confinamiento y no abollar su popularidad que en estos días llega al 70%, según una encuesta reciente del diario El Financiero.
La ley del hielo entre los estrategas
El resanador de esa grieta que parecía no tener reparación fue una orden presidencial de reestablecer comunicación entre la mandataria y el subsecretario. La crisis en la capital era demasiado grave como para que los dos grandes estrategas locales no pudieran verse ni en pintura.
Desde Palacio Nacional salió el mandato de dejar atrás el desencuentro del 11 de diciembre, cuando al gobierno capitalino se le acabaron los tonos de naranja hacia el rojo y Claudia Sheinbaum anunció, con disgusto, que sería el subsecretario Hugo López-Gatell el que determinara el color del semáforo epidemiológico en sus conferencias vespertinas.
“Estamos en alerta por Covid-19. Es fundamental, importante e indispensable seguir las reglas. Es lo que nos toca informar. Lo puede dar a conocer más tarde el subsecretario”, dijo Claudia Sheinbaum, con el rostro endurecido, en aquella conferencia de prensa.
Ese día, al menos 4 mil 454 personas luchaban por sobrevivir al Covid-19 en algún hospital de la Ciudad de México, una cifra similar a la de mayo, dijo la jefa de Gobierno, quien también comunicó que la crisis crecía a un ritmo de unos 400 hospitalizaciones diarias, agotando rápidamente los recursos materiales del sistema de salud, pero también a las médicas y enfermeros que laboran turnos de hasta 30 horas.
Siete días después, ambos aparecieron juntos para anunciar el polémico rojo en el semáforo epidemiológico. Lo hicieron serios, distantes. Detrás de cámaras, contaron fuentes cercanas a la mandataria a EMEEQUIS, el saludo fue frío como viento de diciembre. Pero, al menos, se hablaron, aunque fuera porque el presidente se los pidió.
El invierno no está para que Claudia Sheinbaum y Hugo López-Gatell se hagan la ley del hielo.
@emeequis