Science, bitch/ Bajo presión - LJA Aguascalientes
15/11/2024

A lo largo de la pandemia, la vida en mi barrio apenas se ha transformado, durante las festividades se instaló el tianguis navideño y cientos asistieron a hacer sus compras, la glorieta donde encuentras tacos y burritos está todavía más concurrida ya que se incrementó la oferta de comida; en el mercado y sus alrededores, locatarios han aprendido a convivir con tianguistas e informales porque la afluencia de clientes no para, alcanza para todos y sobra; en esa glorieta, la iglesia nunca ha cerrado sus puertas y se siguen realizando oficios.

A los gobiernos estatales y municipales los culpamos de no endurecer las restricciones, castigar a los irresponsables, en la vida diaria, nosotros mismos le damos vuelta a las medidas, no sabemos portar el cubrebocas, olvidamos usar gel, dejamos de lavarnos las manos, desviamos lo que significa distanciamiento social y todos los días agregamos actividades a nuestra lista de esenciales.

Con la responsabilidad de nuestra salud en las manos, nos hemos convertido en viejos gruñones que le gritan al tráfico y en redes sociales culpamos a los covidiotas del repunte de contagios y muertes, porque creemos que nosotros sí hacemos lo correcto, y en caso de ser descubiertos, apuntamos las demandas hacia las autoridades.

En los grupos de mensajería constantemente leo el reclamo hacia los gobiernos por imponer la ley seca y no permitir que abran los bares y antros, mientras que dejan seguir a las iglesias oficiando misas, incluso mandan imágenes para denunciar la ignorancia de esa gente, así, ellos.

No soy un hombre religioso, pero entiendo la necesidad de acudir a misa de quienes tienen fe, para mí es igual a quien le urge encontrarse con sus amigos alrededor de una mesa; de hecho, cuando miro al interior de la iglesia siento la misma pulsión que cuando observo a un grupo festejando en la cervecería, sólo que a los creyentes sí los veo con su cubrebocas y manteniendo distancia.

Hoy que está de moda exhibirse como progresista, es simple confundir conservadores con creyentes, optamos por simplificar el fenómeno de la fe a una horda de seguidores que obedecen a ciegas cualquier indicación de la iglesia; solemos burlarnos de quienes creen en algo y la manifiestan, sin ver que en muchas cosas en las que depositamos nuestra fe pueden parecer igual de absurdas a los otros; solemos practicar lo más básico de la tolerancia, no el respeto por la diferencia, sino el soportar a quienes no son y piensan como nosotros.

Muchos elegimos burlarnos de las muestras de fe de los otros, subidos en el ladrillo de la superioridad moral que nos otorga el ser ateos o agnósticos. Ufanos tronamos los dedos ante la cara de los creyentes para emplear la frase de Jesse Pinkman: Yeah, science, bitch! y evidenciar que su dios no ha descendido a la tierra para salvarnos del covid-19 porque no existe, así que no importa cuánto le recen.

Nos burlamos de quienes mandan oraciones en redes, desde la superioridad que nos da citar a Carl Sagan o Christopher Hitchens, a quienes sólo conocemos por memes, y mientras nos reímos, mostramos al otro nuestra gran sonrisa que no cubre una mascarilla, la risa que no revela nuestras dudas sobre la eficacia de la vacuna porque alguien en la deep web reveló la conspiración.

Coda. En El libro de la risa y el olvido, Milan Kundera compara la risa de los ángeles con la risa del diablo, le recuerda Philip Roth en una conversación y le dice que el diablo ríe porque el mundo de Dios no tiene sentido para él, mientras que los ángeles ríen de alegría, porque en el mundo de Dios todo tiene sentido. Kundera le responde que el hombre utiliza la misma manifestación fisiológica para expresar dos actitudes metafísicas distintas, “Ambas modalidades de la risa forman parte de los placeres de la vida, pero llevados al extremo, también indican un apocalipsis dual: la risa entusiasta de los fanáticos-ángel, tan convencidos de su importancia en el mundo, que están dispuestos a colgar el cuello a todo aquel que no comparta su alegría. Y la otra risa, procedente del lado opuesto, la que proclama que nada tiene ya sentido (…). La existencia humana transcurre entre dos abismos: a un lado, el fanatismo; al otro, el escepticismo absoluto”. Cuando me río, creo saber desde que extremo lo hago.


 

@aldan


Show Full Content

About Author View Posts

Edilberto Aldán
Edilberto Aldán

Director editorial de La Jornada Aguascalientes
@aldan

Previous LJA 30/12/2020
Next Pronostican posibles nevadas y temperaturas bajas en Aguascalientes
Close

NEXT STORY

Close

Crean en Jesús María azotea verde

15/12/2020
Close