El video inicia a la mitad de la historia, en un estacionamiento dos grupos de mujeres se enfrentan, se lían a golpes, no se entiende muy bien cuál es el motivo de la disputa ni el lugar en que se ubican, se requiere un intermediario que explique la escena, una de las agencias informativas contratadas por el diario en el que escribo cumplió con esa función, el video que se viralizó en redes mostraba la pelea entre revendedores de pasteles de Costco, resultado de que la tienda limitó la venta a dos piezas por cliente; la policía tuvo que intervenir porque las mujeres que peleaban amenazaron con bloquear el acceso al estacionamiento hasta que se cumplieran sus demandas.
Una de las revendedoras intentó alentar al resto para mantenerse en la toma del estacionamiento: “Aquí el que va a ser conformista, va a ser conformista y los que queremos salir adelante, vamos a salir adelante. Y vamos a estar unidos. Entre más gente seamos, vamos a estar unidos. ¡Unidos! ¡Unidos!”, en el video la mujer explica que está luchando por sus derechos y demandaba que la tienda permitiera la entrada de varias personas con una membresía para así darle la oportunidad de darle la vuelta a la venta limitada de pasteles, esa misma revendedora explica que levanta la voz porque “tenemos un hogar que mantener porque somos madres solteras, tenemos obligaciones. Y yo siento que la mayoría estamos aquí no por gusto, estamos por la necesidad”.
La agencia informativa ofreció dos notas sobre el mismo hecho, en una de ellas hizo referencia a que en redes sociales ya se le llamaba a esta pelea la “guerra de los pasteles”, comparando la lucha entre revendedores con el conflicto entre México y Francia de abril de 1938 a de marzo de 1939. Lo que las notas no ofrecen es información sobre la resolución del conflicto ocurrido en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Decidimos no incluir esa información en LJA.MX porque no le encontramos ninguna relevancia ni interés para nuestros lectores, a pesar de que fue tendencia en redes sociales; estoy convencido de que no hicimos mal al omitir esa historia.
Una mesa de redacción tiene el compromiso de proporcionar información de interés público, ¿cuán relevante puede ser para el lector enterarse de esa trifulca en un estacionamiento?, ¿se debe de reproducir sólo por el hecho de haber sido tendencia en redes sociales?, ¿vamos a validar la demanda de violar las políticas de la tienda?, ¿se difunde porque en una de las notas en el contexto se incluyen datos sobre la “guerra de los pasteles”? Como editores no encontramos ninguna razón para incluirla en nuestra oferta informativa, nos lo confirma el hecho de que días después no se ha vuelto a hacer mención de la pelea entre revendedores.
Como individuos, todos los días, enfrentamos la obligación de seleccionar lo que consideramos pertinente para nuestro crecimiento, nuestra forma de estar en el mundo, informarnos, aprender, entretenernos; de un tiempo a la fecha y acentuado con la pandemia, hemos cedido gran parte de ese propósito a otros, con confianza ciega en que quienes comparten información saben seleccionar; con la atención concentrada en las redes y esa idea vaga de que muchos implica democracia, también rendimos la necesidad de informarnos a sólo aquello que nos entretenga, y quién mejor que aquellos que consideramos iguales a nosotros para hacerlo.
Todo indica que no queremos vivir la pesadez del mundo y se requiere cambiar hacia algo más liviano, ligero, la levedad que propuso Italo Calvino, pero sin juzgar la pertinencia y relevancia de lo que consumimos, esa ligereza se transforma sólo en vulgaridad y morbo.
Coda. En sus Seis propuestas para el próximo milenio, Italo Calvino indicó “En los momentos en que el reino de lo humano me parece condenado a la pesadez, pienso que debería volar como Perseo a otro espacio. No hablo de fugas al sueño o a lo irracional. Quiero decir que he de cambiar mi enfoque, he de mirar el mundo con otra óptica, otra lógica, otros métodos de conocimiento y verificación”. Cambiar la mirada, ese es el reto.
@aldan