- “El presidente está en un aprieto”. Entre la política energética y la prohibición del fracking
- Aunque López Obrador prometió desde 2018 que se erradicaría el fracking, Pemex sigue usando este método. “El presidente está en un aprieto, porque no puede cumplir todo lo que prometió en materia energética”, afirma un experto.
EMEEQUIS/ Alejandra Crail
En 2018, ya como presidente electo, Andrés Manuel López Obrador dijo que terminaría con el uso de la fracturación hidráulica o “fracking”, esa técnica que, por medio de perforaciones e inyección de miles de litros de agua y químicos a alta presión, rompe la roca del subsuelo, para extraer hidrocarburos en zonas de difícil acceso.
En el número 75 de sus 100 compromisos estableció: “No usaremos métodos de extracción de materias primas que afecten la naturaleza y agoten las vertientes de agua, como el fracking”.
Han pasado más de dos años desde aquella vieja promesa y aunque el actual presidente ha repetido el discurso anti-fracking en sus conferencias mañaneras, no hay ningún avance en materia legislativa que regule esta práctica con parámetros ambientales o bien, que la prohíba.
Es más: en 2019 Pemex perforó y fracturó tres pozos de yacimientos no convencionales en Veracruz y en Puebla, denunció en días pasados la Alianza Mexicana contra el Fracking.
Manuel Llano, de la organización ambiental CartoCrítica y miembro de dicha Alianza, dice en entrevista que, más allá del discurso, no ha habido una sola acción encaminada a cumplir ese compromiso desde el Ejecutivo o el Poder Legislativo.
“El presidente está en un aprieto, porque no puede cumplir todo lo que prometió en materia energética”, afirma el especialista.
Por un lado, encabeza una administración que apuesta por los hidrocarburos como la base de su política energética, con el énfasis en aumentar la producción; por el otro, se compromete a no utilizar el fracking como el método predilecto de extracción.
–¿Cómo se combina una política a base de petróleo con el rechazo a la fracturación hidráulica?
–Una visión es incompatible con la otra. Por terrible que fuera, prometía aumentar la producción anual de hidrocarburos en México, lo cual sería cercano a un milagro si lo lograra, porque la tendencia desde hace 12 años es que se está disminuyendo la extracción y las reservas van en picada. El presidente prometía que iba a aumentar esa producción, algo imposible, porque hay un límite natural.
Ante este límite natural, agotando los yacimientos convencionales, la opción es acudir a aquellos menos accesibles, los llamados yacimientos no convencionales, que requieren de técnicas de extracción costosas y poco redituables para obtener hidrocarburos, entre ellas, el fracking. Es por eso que Llano habla de incompatibilidad entre las promesas: “Es imposible que cumpla sus metas en materia energética si le pone candados a este tipo de extracción”.
Pero, en realidad, es un laberinto sin fin, una trampa sin salida porque –a decir de Llano– la realidad económica nos muestra que los precios del barril del petróleo están por el suelo y que es más caro utilizar el fracking que las ganancias que podrían llegar al usar este método.
“Si el presidente quisiera decir ‘no hay más fracking’, frenaría la producción de forma importante, pero no puede hacerlo. Es un gobierno extractivista que busca recursos para financiar una política social”.
Pemex le miente a AMLO
El fracking es una técnica que llegó cuando el precio del barril estaba en un aproximado de 100 dólares. Para países que tenían hidrocarburos en yacimientos no convencionales, de difícil acceso, era la opción para entrar al comercio energético. Así fue que Estados Unidos de pronto se volvió potencia energética, pese a no tener la cantidad de yacimientos accesibles como los que tiene México.
El fracking, explica el especialista en sistemas de información geográfica y etnocartografía, es como si un barril de petróleo se hubiese acabado y alguien se mete de cabeza e intenta rascar lo último que queda, sin importar el costo social y ambiental que esto tenga.
En el caso de México, ante la creciente escasez de pozos convencionales, se está volteando a ver a aquellos de difícil acceso, por ello requieren explorarlos, conocerlos mejor, para después explotarlos por medio de esa técnica.
Aunque el fracking no se usa exclusivamente en ellos, pues hay zonas en donde los yacimientos convencionales son explotados por medio del fracking, que por su explotación constante reducen su producción de barriles por día. Entonces se presuriza el pozo con litros y litros de agua, con nitrógeno o con la fracturación hidráulica, para ayudar a que el flujo se recupere y la producción se restablezca.
–¿Cuál es el costo?
–Contaminan acuíferos y generan todo tipo de emisiones en el camino, por ejemplo, de metano, que es muy alto. En suma, la cantidad de agua que se ocupa es monumental, queda contaminada con elementos químicos tóxicos, inclusive con elementos radioactivos, y no existe una forma de tratar esa agua, sino que se recupera una buena cantidad y se vuelve a utilizar unas pocas veces más, después ni a los petroleros sirve… ya no saben qué hacer con ella, vienen accidentes, derrames, fugas y muchas veces se terminan inyectando al subsuelo.
Actualmente hay poco más de 8 mil pozos que han sido fracturados, de acuerdo con información de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la mayoría convencionales. Pese a la afirmación del presidente López Obrador de que en México el fracking no se practica, la Alianza Mexicana contra el Fracking reveló que esto es mentira, pues Petróleos Mexicanos (Pemex) –la paraestatal que dirige Octavio Romero Oropeza– perforó y fracturó tres pozos de yacimientos no convencionales en Veracruz y en Puebla en 2019.
A decir de Llano, aunque existen lineamientos emitidos por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que marcan los parámetros de ejecución de estas perforaciones –que los miembros de la Alianza consideran débiles e insuficientes–, estos tampoco son respetados por Pemex.
De este modo, se ha violado la obligación de proteger y conservar las aguas nacionales, poniendo en riesgo el derecho humano al agua de las y los mexicanos, así como de un medio ambiente sano y a la salud.
Con cartas remitidas a AMLO, a la Secretaría de la Función Pública, que lidera Irma Eréndira Sandoval, la Alianza ha abogado porque se sancionen las fallas y se regule esta práctica en el país. Pero, hasta el momento, no ha habido respuesta.
“Para hacer tangible el compromiso que adquirió este gobierno, el presidente podría promover un decreto presidencial: la Secretaría de Medio Ambiente (actualmente liderada por María Luisa Albores) podría emitir una moratoria ante los riesgos y consecuencias del fracking para cambiar los lineamientos actuales de la Conagua, volverlos exhaustivos haciendo inviable esta práctica o bien, el Legislativo podría emitir una ley de prohibición. Pero nada”.
Hasta el momento hay ocho iniciativas de diversos partidos en las Cámaras de Diputados y de Senadores que están en la congeladora. Al cierre de este 2020 la discusión ha quedado rezagada, dejando campo abierto para que esta práctica se siga ejecutando.
“Ante la ausencia de una ley que prohiba, tenemos una ley que permite. Apenas el 7 de diciembre la Comisión Nacional de Hidrocarburos autorizó siete planes de exploración a Pemex por medio de esta práctica, adelantándose a los posibles cambios de la política energética”.
Pese a la promesa presidencial de una transformación de la política de la administración de Enrique Peña Nieto, la realidad es que hay una continuidad en el uso de fracking. “Nos atrevimos a decir ahora que Pemex le miente a AMLO, porque AMLO ha dicho que el fracking en su gobierno no existe, pero sí existe”.
@AleCrail