Como fue mencionado en la columna pasada, los centros comerciales se convirtieron en los centros de la vida pública para la sociedad de consumo (o por lo menos antes de las compras en línea). La inevitable evolución de la sociedad deberá de traer consigo cambios en estos espacios o su natural muerte ante la incapacidad de adaptación. Considero que como ciudad deberíamos de apostar por su adaptación, ya que puede resultar en importantes mejoras en la calidad de vida de todos, veamos.
Para empezar, los centros comerciales ya están posicionados en el imaginario colectivo, nos guste o no, marcas como Altaria o Villa Asunción ya tienen un reconocimiento en la ciudad. Por lo cual, cualquier transformación es más fácil que sea identificada si se mantiene el nombre del sitio, especialmente para las generaciones que crecimos en el México consumista neoliberal. Siendo así, introducir los valores cívicos y sociales (que me parecen prioritarios) en los hoy centros comerciales, posiblemente sea mejor recibido y entendido como parte del inherente cambio temporal, sin la percepción de una revolución social que aliene a los consumidores de hoy en el proceso de convertirse en ciudadanos de este mismo lugar.
Asimismo, los centros comerciales también representan importantes concentraciones de trabajos y servicios, además de ya contar una vitalidad muy relevante que puede ser conservada y expandida. Otro punto fundamental que será útil es el aprovechamiento del amplio espacio subutilizado de los estacionamientos, representando el potencial de edificar en tierra de bajo valor, ya que no hay estructuras ocupadas y rentables que derribar. Esto será fundamental para ingresar un programa público-social a las actividades comerciales.
Ahora la pregunta sería ¿Cómo empezar a transformar lo privado en lo público? Esto evidentemente será gradual y tendrá que venir de la mano con ciertas concesiones a los actores privados que hoy controlan estos vastos espacios comerciales. Para empezar, los andadores peatonales del centro comercial serán la base de nuevos espacios públicos y de la trama urbana, por lo cual deberán de pasar al control del estado. El costo de esto será absorbido con una mayor rentabilidad y plusvalía de los espacios al iniciarse a implementar los cambios.
Hacer más rentable un lugar implica que tenga un mayor valor, aquí entraran en juego el transporte público, los usos mixtos y los equipamientos urbanos. Pensemos en el caso de Altaria, en su mayoría está compuesto por edificios de 1 o 2 pisos, todos comerciales y con sus respectivos servicios, además, para su funcionamiento como ente aislado de la ciudad, demanda inmensas cantidades de estacionamiento ¿Qué pasaría si solo las plantas bajas fueran comerciales y encima de estas existieran de 1 a 5 niveles de oficinas o viviendas? En vez de que un solo piso produjera dividendos, ahora serian muchos más, mismos que asegurarían la vitalidad para mantener ocupadas las plantas bajas comerciales.
Las personas tendrían que poder llegar a estos nuevos lugares para que sean útiles y si no se hace nada más, la demanda de estacionamientos se dispararía, lo que equivale espacio y dinero. Por esto se tienen que buscar medios de transporte eficientes en cuanto a demanda de espacio. Por ejemplo, un camión urbano puede sin problemas transportar a 90 personas, solo utilizando la calle por un momento, si todas estas mismas personas llegaran en auto, demandarían por lo menos 1000 metros cuadrados en estacionamiento, incluso más. Si además consideramos la ya existente atracción de viajes que tiene un centro comercial en su contexto, posiblemente estos se podrían convertir en importantes y exitosas terminales de transferencia de transporte público. Las ciclovías también tendrán que ser integradas.
También están los equipamientos urbanos. Derivado de la gran atracción de viajes y alta conectividad que tendrán las terminales de transporte público, se generarán puntos de fácil acceso para toda la población, siendo evidente la utilidad de emplazar equipamientos como hospitales, preparatorias, mercados (de verdad y no los gastronómicos con locales hípsters) y centros comunitarios. Otros elementos de interés serán las viviendas, que idealmente se deberán de buscar mecanismos que aseguren una oferta variada y diversa, evitando la elitización.
Por último, está la integración urbana. Cuando una calle tiene continuidad y las condiciones correctas, genera una conexión. Por lo cual, los nuevos sitios deseables y de alta demanda deberán de extenderse en todos sus alrededores, generando nuevas relaciones y vinculaciones. Por ejemplo, en el caso de un centro comercial como Villa Asunción, esta integración permitiría un acceso cómodo y natural de los habitantes de Pilar Blanco al Parque Héroes Mexicanos, además de una movilidad facilitada y nuevos centros de trabajo y oportunidades de desarrollo muy próximos. La mejora en la calidad de vida y bienestar será evidente.
Esto en esencia significa que los centros comerciales de hoy, con sus vastas extensiones de terreno subutilizado se pueden integrar a la ciudad como centralidades urbanas e impulsar el desarrollo económico y social de la ciudad. Siendo llevados por buen camino, lograrán ser importantes medios para mejorar la equidad urbana y diseminar las barreras socioeconómicas de la ciudad actual. Altaria-Galerías al norte y Villa Asunción al sur serán piezas claves en el futuro de Aguascalientes, generando una tríada de desarrollo junto con el centro, todos en el eje Norte-Sur de la ciudad. Ahora la pregunta que surge es ¿Quién tomará el liderazgo de estas necesarias transformaciones?
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