En una reunión familiar me dijeron: si me trataran así, de inmediato renunciaría, no sé por qué ustedes no buscan otro empleo. No podría renunciar, es el trabajo de mi vida, respondí de bote pronto, sin pensarlo. Comentábamos las afectaciones que la pandemia de coronavirus ha provocado en todo el mundo y las dificultades a las que ha tenido que sobreponerse la empresa editorial para la que vivo.
Desde hace doce años LJA.MX ha sido mi casa, desde hace ocho años parte de mi familia, no ha habido un solo día en que considere que cumplir con mi obligación profesional sea una carga, cumplir con un trabajo, no porque haga lo que me gusta o me complace, sino porque rodeado de un equipo talentosísimo realizo, todos los días, tareas que me permiten aportar a mi ideal de futuro.
Trabajé durante muchos años en el sector público, por las funciones que cumplía y el conocimiento al que me dio acceso mi cargo, no hubo un sólo día en que me arrepintiera de pertenecer a la burocracia, disfrutaba ser burócrata, pertenecer al servicio público, cuando alguien me llamaba por teléfono para preguntarme qué estaba haciendo, contestaba siempre lo mismo: forjando patria.
Cuando fui invitado a integrarme a LJA.MX como director editorial estaba a unos días de nacer mi hijo, no dude en aceptar el cargo a pesar de que en ese momento mi trabajo me ofrecía condiciones y seguridad laborales inmejorables, acepté integrarme al equipo con la conciencia de que podría volver a contestar “forjando patria” cuando mi hijo me preguntara en qué trabajaba.
Tengo la convicción de que Patria, ese fulgor inasible, es participación ciudadana, el reconocimiento del otro, el diálogo como única opción para el cambio, desde LJA.MX se me ha permitido actuar con esa responsabilidad, con la certeza de que nuestro compromiso con los lectores, todos los días, se ve reflejado en la plataforma informativa que ofrecemos a quienes nos acompañan, a quienes nos buscan para funcionar como un amplificador de sus deseos, de sus necesidades.
Desde esta casa he aprendido a amar Aguascalientes, a sentirme parte de algo y a participar en la construcción del país donde quiero vivir y deseo para los míos. Vivo todas las horas del día en comunicación con un talentoso equipo de profesionales con los que puedo intercambiar puntos de vista; gozo de la confianza de mis jefes y la posibilidad de mantener un diálogo enriquecedor con ellos; disfruto, además, de la posibilidad de estar en contacto con un grupo de colaboradores que a través de LJA.MX comparten sus ideas con los lectores a los que servimos. Además, los placeres intangibles de mi desempeño y relaciones laborales, también todos los días, se traducen en servicios y productos que sirven para formar comunidad.
No podría renunciar, es el trabajo de mi vida, estoy convencido, en LJA.MX, además, encontré al amor de mi vida.
Coda. El periodismo es literatura bajo presión, sentenció Fernando Benítez, José Emilio Pacheco lo desarrolló en uno de los Inventarios: “El periodismo podría definirse como literatura practicada bajo presión: las emociones, las circunstancias, la tiranía del reloj aumentan la dificultad de crear con el lenguaje los valores de la exactitud, la brillantez, la eficacia y aun el disfrute estético”. Debo a Fernando Benítez el nombre de esta columna, a Francisco Aguirre, mi jefe, debo una gratitud constante por la confianza depositada en mí, gracias amigo.
@aldan