El cierre de los cines, teatros, la cancelación de los conciertos ha tenido un grave impacto en el espectáculo en general. Las personas que viven de entretener al público han tenido que reinventarse a fin de poder sobrevivir, pues no únicamente tienen que cuidarse del Covid sino también de no perder todo por quedarse sin empleo.
Hemos visto volver los autocinemas, con mayor o menor éxito, pues de alguna manera algunas de las personas que quieren asistir no tienen vehículo por lo que, no pueden acceder a la posibilidad de ver una película en pantalla grande.
El teatro ha buscado plataformas para tener espectadores virtualmente donde desde casa se puede apreciar los monólogos y las piezas teatrales desde la comodidad de la sala, sin necesidad de salir y a un costo menor gracias a que es virtual.
Lo mismo sucede con los conciertos, uno paga un boleto electrónico y toda la familia puede disfrutar de un concierto con una gran calidad en producción y realización, pero está sujeto a algunos factores.
El objetivo es, entonces, emplearse, entretener y continuar con el oficio, pero que tan preparados están los espectadores para que se cumpla cabalmente.
Recordemos que, aunque la pandemia ha ayudado a que los hogares adquieran internet, muchos de ellos tienen un servicio limitado ya sea por su capacidad de pago o bien las condiciones de sus fraccionamientos, si están municipalizados o no, por su ubicación no tienen una verdadera oferta o bien sólo pueden tener conexión vía satelital y es de muy mala calidad, así que el público que podría acceder a una obra de teatro en línea pudiera mejor elegir ver la televisión por cable antes de desesperarse porque no carga la plataforma teatral y sólo tiene un tiempo determinado para poder disfrutar el producto audiovisual que compró. Peor aún si es un concierto con un falso en vivo, ahí el problema es mucho mayor, pues se tiene una sola oportunidad para disfrutar el evento y puede que se pierda debido a la mala conectividad
Pero, si pensamos en los autoconciertos y autocinemas la cosa es un poco más complicada, pues la verdad no es muy cómodo si hay varios asistentes. Seamos honestos sólo quienes están al frente tiene una buena visibilidad y, además, el sonido en algunos de ellos es vía bluetooth por lo que el vehículo debe de permanecer encendido, sin movimiento durante mucho tiempo, se corre el riesgo de quedarse sin batería por lo que al final la experiencia es poco práctica y a estas alturas del frío creo que deberíamos sumarle el gasto de la calefacción así que, no es muy atractivo.
Con funciones de teatro en casa, conciertos y películas en autos seguimos sin la magia de poder conectar con el espectáculo realmente, como si nuestra parte kinestésica no pudiera llevarse a cabo al ciento por ciento mientras que el tiempo transcurre.
Cuando pasamos el teatro a un evento virtual entonces es como hacer televisión, se graba a varias cámaras, cambian entre ellas como un programa de televisión. Cuando vamos al teatro observamos en una solo posición, la obscuridad, la voz y el telón hacen la magia para que nuestra imaginación complete todo eso que le falta al ambiente o a la historia, es nuestra perspectiva mientras que, en la “obra virtual” tenemos la perspectiva del productor quien decidió cuándo hacer cambios de cámara y planos para así darnos un producto audiovisual completo pero que nos aleja de esa parte de misterio que nos da el asistir al teatro.
La pregunta también es si los costos, tan bajos, son adecuados. Mire usted, esta semana con unos académicos franceses se llegó a la conclusión que los servicios educativos en la actualidad no tendrían porque abaratarse si por el contrario están siendo más costoso en el sentido de que hay que desarrollar tecnología y capacitar sobre el mismo por lo que, los costos no se elevan, sin embargo, se mantienen.
Lo mismo sucede con los conciertos y el teatro. Además de los costos fijos del espectáculo hay que agregar el equipo de producción, lo cual hace cada evento más caro que antes, pero ante la necesidad de emplearse se abarata para de alguna manera sobrevivir.
Si hacemos hincapié en apoyar la economía local entonces es importante consumir conciertos y teatro en línea para apoyar a que las familias de los que se dedican al espectáculo continúen con un medio para sobrevivir, medianamente, a la pandemia.
Una prueba de la diversificación del teatro es la puesta en escena móvil que se presenta en el parque Bicentenario de la Ciudad de México titulada La fabrica de Santa, donde en versión de entremés o micro teatro Santa, la Señora Claus y los duendes cuentan una historia de Navidad en seis escenarios para que usted pueda recorrerla en su auto.
Naturalmente que La fabrica de Santa es un espectáculo de gran presupuesto, pero es el primero que de alguna manera busca complacer a los pequeños de la casa y alejarlos de las pantallas ahora que las clases escolares y extraescolares son en línea.
Cada estación temática tiene el cupo de seis autos por lo que, tiene, aparentemente, un ambiente controlado para que los asistentes disfruten de una experiencia de entretenimiento.
Sin embargo, en casa también podemos hacer teatro y disfrutar de un espectáculo en familia para pasar el tiempo y compartir con nuestros seres queridos, es muy sencillo sólo se necesita una historia, actores, un teléfono y mucha imaginación para recrear cuentos y darle vida a estos días fríos pero que no necesariamente tendrían que ser tortuosos al tener ya tantos días en casa si somos creativos y ponemos manos a la obra.
Y usted ¿ya pensó en cómo va a entretener a su familia esta navidad? Con sana distancia y desde su hogar para quizá todo el mundo, si lo comparte.
Laus Deo
@paulanajber