- Seguirá sin hacerse justicia a pequeños productores y la criminalización a consumidores
- No quita poder a la delincuencia organizada y tampoco disminuirá la violencia en el país
El investigador Edgar Guerra Blanco, perteneciente al Programa de Política de Drogas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), región centro, compartió su crítica a la iniciativa de reforma para la legalización de la marihuana de uso lúdico y advirtió que la cannabis continuará en el mercado negro, al menos en el mediano plazo, no le quita poder a la delincuencia organizada porque están en otros mercados y tampoco disminuye la violencia en el país, pues no está vinculada a este consumo.
Explicó que existen distintas opiniones respecto a la recién aprobada iniciativa para legalizar el uso lúdico de la marihuana, pues mientras hay quien señala de desaseado el proceso legislativo en el Senado de la República con el que se aprobó a finales de noviembre el uso con fines lúdicos del cannabis, mientras que otros destacan a quiénes vendrá a beneficiar realmente esta reforma legislativa.
Antes de extenderse en su crítica respecto al tema, recordó la insistencia que, desde la sociedad civil, la academia y algunos medios de comunicación, entre ellos LJA.MX, han insistido en la necesaria revisión de la política de drogas y de procurar un nuevo horizonte que se encamine hacia su legalización, por lo que sin duda reconocen que se da un paso muy importante, al pasar de una política prohibicionista a una que legaliza la marihuana.
“La marihuana nunca debió haber estado en la ilegalidad, ni estigmatizado, ni encarcelado a nadie por producirla, ni por comercializarla, ni por consumirla, pues sus efectos en lo individual no se comparan, por ejemplo, con los efectos del alcohol ni sus consecuencias sociales tienen que ver con las consecuencias que estamos viviendo”, manifestó el investigador para dar pie a la charla.
Apuntó que la estigmatización y penalización se debió a toda una cadena de procesos históricos y políticos de exclusión social, de control poblacional, injerencia internacional y de prejuicio moral que generó la construcción del imaginario social y el mito del marihuano entre villano y criminal, que además tuvo un importante impacto social durante el siglo XX que afectó a usuarios, a la sociedad y al Estado mexicano; tal como, despojar a comunidades campesinas de su derechos ancestral de producción, comercialización y consumo de la marihuana tras la criminalización. Se crean además incentivos económicos para crear un mercado ilegal. Tras todo lo anterior, se generan las condiciones que irónicamente vulneran al mismo Estado, pues la economía ilegal de la marihuana no se entiende sin la complicidad de policías y autoridades de Gobierno, lo que significa que se crea la posibilidad para que el Estado fuera penetrado por la delincuencia organizada. Al estigmatizar a los usuarios y criminalizarlos, los deja a expensas de las organizaciones delictivas y de los riesgos y daños propios del consumo. “Vemos que tuvo unas consecuencias nefastas en nuestra historia social y política la prohibición de la marihuana”.
Entre los puntos en los que percibe que la pretendida reforma deja inconformidades es en primer lugar a los usuarios que han hecho activismo en este sentido, finalmente vuelven a quedar en condiciones de vulnerabilidad terribles, pues mantiene la criminalización, a pesar de los cambios como el incremento del umbral permitido de posesión de marihuana de 5 a 27 gramos, pero a partir de 28 hasta 200 gramos te puedes hacer acreedor a una multa administrativa de 10 a 100 mil pesos; es decir, sigue el control sobre los usuarios por parte de la justicia penal. De esta manera siguen, ante la falta de capacitación en derechos humanos de las fuerzas policiales, se abre un espacio para la extorsión.
En el caso de las comunidades campesinas despojadas, a pesar de que esta ley se crea con el espíritu de justicia social, estas quedan fuera de la jugada por dos motivos: al otorgarse distintas licencias, ya sea para producción, comercialización o distribución, hace posible que un sólo empresario adquiera todas las licencias que pueda y controle toda la cadena de producción, lo que abre la puerta a la conformación de oligopolios, al dejar sin posibilidades a que lleguen a manos de los campesinos mexicanos, sino a las de las empresas ya conformadas y en su mayoría extranjeras. Aunado a que estas licencias se concederán bajo requisitos que los pequeños productores no podrán cubrir, de inicio para la compra de semillas y comprobar su trazabilidad, lo que representa tener tecnología de avanzada y muy costosa, que seguramente no podrá cubrir y si lo logra, las empresas canadienses o norteamericanas ya se habrán apropiado del mercado mexicano… ¿Cuál justicia social?, pues además se enfrentan a una traba más: la nueva ley obliga a las empresas a cumplir con una serie de requisitos de empaquetado y etiquetado que son inaccesibles para los pequeños productores.
–¿Hay esperanza de que en la Cámara de Diputados se corrijan algunas de estas situaciones?
–Todo puede pasar en el 2020 –bromea en investigador–, creo que los diputados están bajo una presión tremenda en cuanto a tiempos. La regulación de la marihuana se debió hacer desde el año pasado por mandato de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por distintos problema institucionales y políticos, ahora con la llegada de la pandemia se postergó esta discusión y la Suprema Corte dio dos nuevos plazos distintos, el segundo se venció el 15 de diciembre como perentorio, lo que representa una doble presión para aprobarlo tal como está, lo cual no ha sucedido; pues de lo contrario deberá regresar al Senado, revisarlo, votarlo de nuevo, regresarlo a la Cámara de Diputados, y lo que entiendo ya no les daría tiempo a los legisladores y estas no son discusiones sencillas.
–¿La iniciativa le quita poder a la delincuencia organizada?
–Es la pregunta del millón, ya hay varios estudios al respecto. Lo que sabemos hasta ahora es que, dado que beneficia a grandes empresas trasnacionales que serán las beneficiadas, el mercado que se va a construir a partir de esto estará muy alejado de los grupos más vulnerables y quienes podrán comprar esta marihuana serán clases acomodadas al ser una marihuana cara en los primeros años; es decir, una gran parte de la población no podrá acceder a ella y seguirá encontrándola en el mercado ilegal, fuera de toda regulación. Quitarle el mercado al narcotráfico aquí no va a ocurrir. Sentenció Edgar Guerra.
A todo lo compartido por el investigador, agregó el hecho de que la producción de marihuana en México va en decadencia y cada vez menos delincuencia se interesa en este mercado, ya que el negocio ahora está en la venta de metanfetaminas y la morfina, así que no significa para la delincuencia organizada un gran impacto.
“Tampoco esperemos que habrá una disminución de la delincuencia ni mucho menos, al ser un mercado chiquito en México, la tasa de homicidios no está vinculada fuertemente con el consumo de la marihuana; pues la tendencia obedece a otras lógicas.