Como un buen representante de la “Generación X”, me considero afortunado y de cierto modo agradecido, por ser parte de una generación de transición que tuvo la oportunidad de crecer en un sociedad más rudimentaria y a la par vivir el surgimiento de importantes inventos que han transformado la vida entera, como el internet, los teléfonos celulares y cientos de avances tecnológicos más.
Siempre me he considerado un gustoso de la música rock, y como muchos otros de mi tiempo, grupos como Nirvana, Pearl Jam, R.E.M., Metallica, The Cure y Guns and Roses, marcaron mis años de juventud, y aún hoy al escuchar alguna canción de entonces me remonta a las largas tardes de juegos de videos, que en aquella época lo de moda era el Nintendo y se usaba reunirte con todos los amigos en casa, para ir pasando los niveles del juego que estuviera de moda.
Bajo la influencia de mi hermano mayor, quien también era fan de todo lo referente a superhéroes, poco a poco fui adentrándome en el mundo de los cómics. Para mediados de 1988, mi mamá me pidió realizar una tarea y a manera de premio, me llevó a un puesto de revistas ubicado a las afueras de la antigua Comercial Mexicana de Av. López Mateos y me dijo que podía comprar el cómic que yo quisiera, y entre tantos, mi atención lo obtuvo un ejemplar de spiderman, fue en ese momento cuando nació mi afición.
A más de tres décadas de esa tarde de 1988, mi gusto en la industria del cómic se ha acrecentado junto con la evolución de películas, figuras de acción, y demás productos maravillosos que me hacen olvidar por un momento que ya rebaso mis cuarenta primaveras.
Ahora como padre de familia, los cómics se han convertido en un medio de convivencia con mi hija, un momento para disfrutar en familia, siendo una de mis principales preocupaciones transmitirle valores con el objetivo de formar una buena ciudadana.
“La persona que ayuda a los demás solo porque debería hacerlo, y porque es lo correcto, es, de hecho, sin duda, un verdadero superhéroe”
Stan Lee.