“Cualquier hombre, a la vuelta de la esquina, puede experimentar la sensación del absurdo, porque todo es absurdo” Albert Camus.
Estimado lector con el gusto de saludarle nuevamente, he tenido a bien, dedicar esta columna a una de las principales obras y reseñas que expone el existencialismo y específicamente Albert Camus. No es ajeno entender que vivimos en un mundo con muchas dicotomías, con planteamientos duales y con interpretaciones verdaderamente subjetivas sobre la realidad. No es casualidad que en los albores de las tragedias y en el crepúsculo de las crisis que se han vertido sobre la historia de nuestra raza, se encuentren posturas de análisis sobre lo absurdo que puede ser la vida, o expresándolo de otro modo, lo inefable que puede ser la vida.
El mito de Sísifo es una reseña en la que el personaje se caracteriza por ser el más astuto de los hombres, pero también un personaje poco escrupuloso y dado a la mentira, de acuerdo con la mitología griega. Tan sagaz se consideraba, que engañó a Hades, el dios de los infiernos, hasta el punto que consiguió que lo devolviera al mundo superior después de muerto. Pero como todo en esta vida, aquella persona que le coquetea al desastre, tarde o temprano encuentra una consecuencia que disiente de su hedonismo intelectual, y que al mismo tiempo corrompe sus ínfulas existenciales. Sísifo fue castigado por los dioses, su castigo consistía en cargar una piedra hasta la parte más alta de una montaña, y cuando estuviese ahí tenía que aventarla, para posteriormente ir a recogerla y comenzar de nuevo, su castigo no era morir, su castigo era nunca descansar.
“Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad” Albert Camus.
Nuestro tiempo está conformado por una sociedad, que en su mayoría ha perdido el sentido humano. Es decir, nos jactamos de ser la especie con mayor inteligencia en este planeta, pero el comportamiento masivo es muy similar al de una plaga o al de un virus. Nuestro tiempo ha sido testigo de que en México tenemos una clase política que ha perdido no sólo la clase, sino también el honor, ya no hay ideología, tampoco verticalidad, estamos en el absurdo de que partidos antagónicos como el PRI y el PAN están construyendo una alianza para poder reducir las fuerzas de Morena. Si Gómez Morín fuera testigo de esta situación posiblemente esgrimiría que los primeros pasos del PAN tendrán el mismo final que el mito de Sísifo. Pero, no obstante, no solo es la clase política, también vemos a una sociedad experta en la crítica, pero ausente en la iniciativa, no hacen falta discursos, hace falta gente que respete la vialidad y no tire basura, gente que no le aplauda al Chapo por las despensas que da. No vaya a ser que en este absurdo caigamos en el eterno retorno, y seamos acreedores a la frase “Cada sociedad tiene el gobierno que merece”.
En el siglo XXI, la persona busca su individualismo, busca su satisfacción personal, anhela lo material y se separa de lo espiritual, critica y condena, hace declaratorias de guerra, sin haber ido a una. Opina, opina, opina, pero no logra entender que el mundo no cambia con las opiniones, el mundo cambia con los ejemplos. Estamos en el holocausto de los animales, y la gente se preocupa por el nuevo iphone y por los 18 hoyos de golf que jugó Samuel García Alonso en su estrepitosa niñez. Muchas de las especies que existen están en peligro de extinción, y los astrólogos podrán referir en su ejercicio dialéctico que es parte del cambio de la era de Piscis a Acuario.
La enfermedad de nuestro siglo, es la depresión, porque la gente no ha despertado de cierto absurdo existencial, ha perdido el sentido y el propósito de la vida misma, que bien podría ser, simplemente vivirla, pero en conciencia, desde la expresión de una convicción, o la fe en un ideal. Las nuevas generaciones están siendo formadas por dispositivos que entretienen más que las personas adultas. Pero bajo cierta mayéutica, este texto caería en lo mismo, sería como un soliloquio.
La intención es avanzar, con o sin utopías, pero avanzar, destrabar los cielos y comenzar de nuevo, ensayar un canto y continuar el viaje, la vida es un instante. No se puede debatir con un existencialista, porque simple y sencillamente no hay debate para ellos, pero para los más mortales es menester volver a ver las estrellas.
“Buscar lo que es verdad no es buscar lo que uno desea” Albert Camus.
In silentio mei verba