Quizá la pandemia y el confinamiento ha puesto aún más en evidencia como el ciberespacio se ha convertido en un nuevo espacio público y de socialización. Aunque esto tampoco implica que las calles, plazas y parques pierdan su vigencia y función, pero ahora no son los únicos. Una de las peculiaridades de estos nuevos ciberespacios públicos es la alta especialización que permiten. Por ejemplo, yo soy vegetariano y en el mundo físico solo conozco unos tres o cuatro amigos que también lo son, limitando las discusiones en cuanto a conocimiento y diversidad de puntos de vista. Sin embargo, en el ciberespacio un grupo especializado puede prosperar, comunicando e incluso generando un tejido social (aunque sea más débil que en el mundo físico). Ahora, si yo decido discutir, opinar o preguntar algo en el grupo de Facebook Veganismo Aguascalientes, puedo acceder a una mayor cantidad de información y al conocimiento colectivo de los miembros del grupo, posiblemente con mejores resultados y más respuestas que las que me podrían dar solo mis amistades.
Otros grupos como el de Aguascalientes Antiguo, que cuenta con 32,000 miembros, se han convertido en una importante comunidad de valorización del pasado y del patrimonio urbano de la ciudad. No solo se comparten fotos e imágenes de lo que una vez fue Aguascalientes, sino que también se expresan las memorias de quienes lo habitaron en otros tiempos, que con la metodología correcta podría ser una importante fuente de investigación.
Por otra parte, también existen varias páginas de todos los intereses. A pesar de no ser tan horizontales como un foro, logran congregar a los seguidores de un tema o idea alrededor de un espacio virtual. De alguna manera los comentarios en las publicaciones terminan siendo un espacio abierto de discusión. Ahí está muy claro el caso de Urbes para hablar de un Aguascalientes sustentable y humano.
Finalmente, la trascendencia de esas páginas y blogs no se limita al ciberespacio. Las ideas que nos pueden ser transmitidas en línea pueden ser adoptadas y llegar a impactar las opiniones o actitudes que tenemos al respecto. Por otra parte, está el caso de los grupos más especializados es solo posible que estos existan en el ciberespacio, pues sería muy difícil que en la realidad se pudieran generar estas comunidades por la baja cantidad de miembros. Sin embargo, a diferencia del espacio público, el ciberespacio es privado, todos los casos que mencionen suceden en Facebook, una corporación, esto sujeta las relaciones que se den a los intereses privados de esta. Es por esto que un verdadero ciberespacio público debe de partir de menos que una regulación de las plataformas virtuales, o incluso desde la generación de nuevas plataformas públicas. De lo contrario, puede que solo quedemos sujetos a la censura que ejercen estas redes para proteger sus intereses privados. Por lo pronto nos queda gozar y aprovechar del ciberespacio, pero también plantearnos como se pueden transformar en verdaderos foros públicos.
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